EL PAíS › SE CERRO EL CONGRESO DE COMUNICADORES CONVOCADO POR LA IGLESIA
Obispos, medios, vínculos sociales
Fueron tres días de debates que concluyeron con un llamado a participar en construir “una comunicación que contribuya a articular un proceso de cambio” y a fundar una mesa de medios en el Diálogo Social. También hubo un premio para Juan Carr.
Por Washington Uranga
Con un llamado para que quienes se desempeñan en el campo de la comunicación se comprometan a “ser parte activa en el esfuerzo por restablecer los vínculos sociales y por construir una comunicación que contribuya a articular un proceso de cambio, capaz de canalizar la vocación participativa de todos los ciudadanos”, se cerró ayer el Tercer Congreso de Comunicadores convocado por la Iglesia Católica y que se celebró durante tres días en la sede de la Universidad Católica Argentina (UCA), en Buenos Aires. Del encuentro participaron unos trescientos comunicadores profesionales y no profesionales de todo el país y contó con la asistencia del presidente de la Comisión Episcopal de Comunicación, José María Arancedo (obispo de Mar del Plata) y del titular del Pontificio Consejo para las Comunicaciones Sociales del Vaticano, el arzobispo norteamericano John Foley.
Recogiendo el espíritu que viene planteando la jerarquía de la Iglesia Católica en los últimos tiempos y accediendo a un pedido explícito del obispo Jorge Casaretto en su intervención ante el Congreso, en las conclusiones del encuentro los comunicadores manifestaron su aspiración para que se constituya una “mesa sectorial de comunicación”. La iniciativa funcionaría en el marco del Diálogo Argentino para que “empresarios, periodistas, productores, comunicadores, investigadores y educadores de la comunicación puedan aportar su esfuerzo para recuperar los valores morales y la ética en el desempeño de las responsabilidades cívicas y públicas”.
En la sesión de clausura el obispo Arancedo ratificó que, “en medio de la profunda crisis que vivimos, valoramos que la libertad de expresión seaun valor ejercido e indiscutible”, pero lamentó que “en demasiadas ocasiones ésta no sea utilizada para fortalecer el bien común y respetar la dignidad de las personas”. Por su parte, en la homilía de la misa final, el arzobispo Foley reconoció que Argentina vive “momentos de delicada inestabilidad” y pidió que se dé mayor espacio a valores de “honda raíz cristiana” como solidaridad, integración, comprensión, tolerancia, pluralidad, dignidad, honestidad, verdad, compromiso, esperanza y paz.
El congreso forma parte de la estrategia de presencia de la Iglesia Católica en el campo de la comunicación y de su forma de animar a los profesionales que trabajan en este campo. La edición actual había tenido dos antecedentes, uno en Mar del Plata (1996) y otro en Rosario (1999) que contaron con presencia masiva de participantes, algo que se redujo de manera sensible en esta tercera edición. Entre los disertantes se contó también el cardenal de Buenos Aires, Jorge Mario Bergoglio, y el sacerdote español Enrique Planas, miembro de la Pontificia Comisión para las Comunicaciones Sociales del Vaticano.
Además de los expertos vinculados a la Iglesia, fueron también convocados, entre otros, profesionales de la comunicación como Alfredo Leuco, Clara Mariño, Alicia Entel, Pablo Sirven, Claudio Escribano y el escritor y filósofo Santiago Kovadloff. Algunos aportes, como los de Roberto Guareschi y José María Pasquín Durán, se sumaron a través de testimonios en video. En el acto de clausura del congreso la Iglesia Católica distinguió con el Premio San Gabriel –destinado a quienes se destacan en el campo de la comunicación– al periodista Bartolomé de Vedia, jefe de editorialistas del diario La Nación, en reconocimiento a su trayectoria, y al responsable de la Red Solidaria, Juan Carr, como “estímulo” a su labor.