DIEZ MOMENTOS DEL MUNDIAL DE VOLEIBOL
Una fiesta con muchos regalos
Por Juan José Panno
1El cierre. Lo primero es lo último, la imagen final. El cierre del Mundial no tuvo al equipo argentino en el podio, como le hubiese gustado a la gente que llenó durante varias noches el Luna Park y a la que lo siguió por la tele, pero tuvo mucho color. Y lo más importante de todo es que hubo un cierre; que se llegó hasta el 13 de octubre sin que pasara nada extraño y sin históricos papelones que se presagian cada vez que se organiza un acontecimiento de esta magnitud en el país. No hubo lujos, todo se hizo desde la humildad y la modestia, con un esfuerzo descomunal de los voluntarios y de todos los que están cerca del vóleibol y así se logró el objetivo: un Mundial tranquilo, organizado casi sin fisuras y técnicamente interesante y emotivo hasta el final.
2El último tie-break. Deportivamente, el torneo terminó de la mejor manera posible, con un tie-break, punto a punto y un final de 15-13. La incertidumbre se mantuvo hasta el último momento por la notable paridad de fuerzas que se dio en el marcador, aunque los brasileños mostraron una mayor fortaleza anímica y dieron la sensación de tener mayor variedad de recursos. Con el partido 14 a 13 en favor de los sudamericanos, Giovani metió un saque fantástico, sin mucha potencia pero con gran precisión y les dio a los brasileños el título que les faltaba. Los rusos fueron dignos rivales. Brasil les ganó a todos: Rusia, Italia, Yugoslavia, ¿qué más se puede pedir?
3Samba para vivir. Cuando concretaron la victoria, los brasileños armaron el carnaval adentro y afuera. Afuera la hinchada que se había amuchado en el ángulo de Corrientes y Bouchard y los sueltos desparramados en distintos sectores explotaron en el grito. Adentro, los jugadores dieron enloquecidas vueltas olímpicas o se treparon a la silla del árbitro para gritarle desde ahí al mundo el título que les faltaba. Fueron campeones olímpicos, ganaron la Liga Mundial y ahora también sumaron un campeonato mundial. En el festejo de adentro se sumaron cuatro espectaculares rubias altísimas, bronceadísimas, presuntas esposas, novias y amantes de los jugadores que mandaron a los muchachos de camiseta amarilla al segundísimo plano.
4La tristeza rusa. Varios jugadores rusos quedaron desparramados sobre el piso y allí se quedaron un rato largo, lamentando la derrota, frustrados, repitiendo la escenografía que habían montado los argentinos cuando cayeron ante Francia. Los tuvieron que correr para que se armara la precaria estructura del cierre: corralito para los fotógrafos y podio. El equipo ruso funciona de a ratos como una máquina demoledora y por momentos entra en profundos pozos. O sea, tan humanos como todos los demás en este deporte.
5La confraternidad. Una insólita bandera con el dibujo de Pelé y Maradona abrazados apareció en el final del partido en el medio de la barra de brasileños, como un demagógico gesto de buena hermandad. En el partido preliminar los brasileños hicieron fuerza por Argentina, seguramente esperando reciprocidad en la final, pero en general la mayoría del público se mantuvo neutral con una leve inclinación por los rusos. Tampoco faltaron los silenciosos hinchas de un final rápido en favor de cualquiera, cuando la calurosa jornada se prolongaba demasiado. También hay que marcaron que algunos hicieron fuerza por Rusia porque no se bancaban las botoneadas del técnico brasileño Bernardinho Rezende que se mandaban espasmódicos movimientos de desaprobación cada vez que uno de sus jugadores se manaban una macana. Una porquería el Bernardinho Neustadt ese.
6El penúltimo tie break. Si había que caer en la revancha con los italianos está muy bien que la cosa se diera asi, dando pelea hasta el último punto, en cinco sets. El equipo de Getzelevich perdió 24 a 22 en el tie break más largo del Mundial después de haber desperdiciado tres match ball y de haber remontado el doble. Una pelota que le cayó mal a Elgueta y que le volvió con fuerza después del toquecito, cerró un partido jugado amuerte. Es verdad que a Argentina le importaba mucho que a Italia ese quinto puesto en juego, pero los italianos no se quedaron atrás en el festejo. A la ultima foto de Argentina en el Mundial les faltaron los rostros de Milinkovic, Conte y Weber que estaban en el banco, abrazados haciendo fuerza por los chicos que se trataban de torcerles el brazo a los tanos. Fue una pena.
7El canto por izquierda. “Ole, ole, ole/ zurdo, zurdo”. fue el canto más repetido y más estruendoso de la tarde en la jornada final. La hinchada adoptó a Santiago Darraidou, que tiene un saque excelente y que cumplió cada vez que le tocó entrar. Agotado Milinkovic, Darraidou, en dupla con el gordo Ferraro se erigió en la gran figura del equipo en el cuarto set, llevando a Argentina hacia el tie break. El opuesto suplente marcó 15 puntos pese a haber estado la mayor parte del partido en el banco. El aliento a Darraidou también marca de algún modo, donde se deben depositar las ilusiones ahora que el voleibol entra en una etapa de recambio.
8La otra vuelta olímpica. La imagen más emotiva en todo el Mundial hay que buscarla en la jornada del sábado 5, en el final del partido contra Bulgaria, en la vuelta olímpica de los jugadores argentinos después de alcanzar el triunfo que permitía el pase a los cuartos de final. Ese era el objetivo que se habían planteado los jugadores sabiendo que no era tan sencilla la cosa si se tenía en cuenta la categoría de los rivales. Esos muchachos ganaron algo más que un partido y una clasificación, lograron la posibilidad de seguir en carrera y sacarse de encima el rótulo de amargos que muchos les endilgan por sus irregularidades. Quedara flotando para siempre el recuerdo de las banderas flameando en el eufórico estadio a tope.
9La piedad. Cuando terminó el partido de Argentina-Francia, cuando se esfumó la posibilidad de llegar al podio, cuando se empezaban a acallar los murmullos, cuando ya los franceses habían dejado de festejar su victoria, el capitán del equipo argentino Marcos Milinkovic se sacó las enormes zapatillas negras caminó lentamente hacia la cabecera de Corrientes con las manos en posición de rezo, saltó una valla ,se subió una silla y se dejó caer sobre los brazos piadosos de su madre. A más de un testigo de la escena se le escapó una lágrima. Marcos Milinkovic fue el máximo anotador y también fue elegido el jugador más valioso del torneo un premio que parece exagerado si se considera el rendimiento de algunos jugadores brasileños como Nalbert o Giba.
10Los regalitos. Hubo premios para todos: mejor jugador, mejor receptor, mejor bloqueador, mejor etcéteras varios. Faltó que también se condecorara al más pintón, al más pelado, al más peludo, al más ganador con las minas de las plateas, al mejor opuesto, al más apuesto, al más apestosos, al más dispuesto, al más depuesto y asi sucesivamente para que todos se vuelvan contentos a sus casas después de la fiestita. El premio a la mejor silbatina se lo tendrían que haber dado al secretario de Turismo y Deporte Daniel Scioli, que fue abucheado en el discurso inaugural. En realidad Scioli se ligó la bronca que le gente tiene contra todo lo que suene a oficial; el ya clásico “ que se vayan todos”. En la jornada de cierre estaba pero pasó desapercibido.