EL PAíS
George W. pone toda la carne en el asesor para la elección legislativa
El 5 de noviembre se renueva un tercio del Senado y la totalidad de la Cámara de Representantes de EE.UU. Y el presidente George W. Bush está poniendo su prestigio en línea para retomar el dominio de la Cámara alta, que perdió el año pasado por defección de un senador.
Por Julian Borger
Desde Washington
El presidente George W. Bush está apostando su autoridad personal y convirtiendo las elecciones legislativas en un virtual referéndum sobre su mandato al intervenir personalmente en algunas campañas muy reñidas, con la esperanza de retomar el control del Senado para los republicanos. Con encuestas de opinión que muestran que los votantes están más preocupados por la economía que por Irak, Bush tiene programado dedicar nueve de los 14 días que quedan para las elecciones en apariciones de campaña para fortalecer a republicanos en problemas para la Cámara de Representantes y el Senado.
Colocarse al frente de la campaña es una estrategia electoral de alto riesgo. Cuando el presidente Bill Clinton incursionó en la campaña para las elecciones de mitad de mandato de 1994, su estrategia le salió al revés y un enorme avance republicano le restó autoridad. Si los demócratas logran avances importantes esta vez, hay riesgo de que el resultado sea interpretado como un voto de no confianza en el presidente. Sin embargo, la Casa Blanca parece confiada en que las ganancias potenciales valen la pena correr el riesgo. Si los republicanos logran mantener su pequeña ventaja en la Cámara y ganan una banca adicional en el Senado, el presidente podrá contar con un Congreso complaciente y leal durante los últimos dos años de su primer mandato. La administración Bush contempla su pérdida del Senado tras la defección del senador republicano por Vermont Jim Jeffords como su peor retroceso hasta la fecha. Si los republicanos incrementan su margen, sería un logro notable en un momento de declinación económica. El partido en poder de la presidencia ha perdido bancas en la Cámara en todas salvo dos elecciones desde la Guerra Civil.
En sus apariciones de campaña hasta el momento, Bush ha realizado combativas declaraciones sobre Irak, reflejando una percepción generalizada de que centrar el eje en temas de seguridad nacional tiende a beneficiar a los republicanos. Sin embargo, a medida que las encuestas de opinión en Estados marginales muestran que la guerra al terrorismo está cediendo espacio en la mente de los votantes a las ansiedades sobre la economía y la seguridad financiera personal, sus discursos se han concentrado crecientemente en temas domésticos comunes.
Treinta y cuatro bancas del Senado, la totalidad de las 435 bancas de la Cámara y 36 gobernaciones de Estados serán decididas el 5 de noviembre, pero sólo un puñado de estas campañas son realmente competitivas. Las campañas por el Senado en Missouri, Arkansas, New Hampshire, Minnesota, Dakota del Sur, Colorado y New Jersey están muy reñidas. También lo están 44 de las campañas para la Cámara. De hecho, analistas políticos como Amy Walter, del Cook Political Report, creen que sólo una docena de campañas puede ser el equivalente de arrojar al aire una moneda a ver si sale cara o ceca, en parte porque demócratas y republicanos han trazado nuevas fronteras electorales de modos que favorecen a los parlamentarios en funciones. Como hay tan poco en juego, los demócratas necesitarían un serio viraje político para dar vuelta la situación. “Y por el momento -dice Walter–, los demócratas parecen tener menos que una chance de 50-50 para retomar la Cámara.
Sin embargo, un signo alentador para los demócratas apareció en una encuesta de los candidatos en todas las elecciones reñidas, que se publicó en el diario USA Today. La encuesta, que abarcó siete campañas para el Senado y 21 para la Cámara, encontró que casi todos los candidatos de ambos partidos estaban enfocando sus campañas sobre temas internos tales como creación de trabajos, el costo de los medicamentos con receta, la educación y la protección del valor de las pensiones en medio de un mercado de acciones en crisis. Las encuestas nacionales de opinión muestran que 30 por ciento o menos del electorado ve la guerra al terrorismo y el conflicto con Irak como sus preocupaciones principales. La mayoría ven a los trabajos y la economía como los temas más apremiantes. Pero las encuestas son menos claras en torno de a quién culpan los votantes por su creciente sensación de inseguridad personal. En lugar de culpar al partido en el poder, hay una preocupación generalizada pero desenfocada en torno del futuro, dicen los encuestadores que probablemente aumentará la apatía y deprimirá la participación el 5 de noviembre. Andrew Kohut, director del Pew Research Centre, una encuestadora de Washington, describió el estado de ánimo general como “alta ansiedad, baja rabia”.