EL PAíS
A la Argentina ya nadie le fía ni siquiera los tetrabrik
En Economía están desvelados por el peligro de que la economía se paralice por falta de insumos. Nadie le vende al país si no es al contado, casi nadie tiene dólares para pagar y ya no se fabrican ni el papel de los alfajores.
Los envases tetrabrik, etiquetas y envoltorios de cientos de productos, desde alfajores a vinos, latas, autopartes, medicamentos, repuestos de maquinarias y demás insumos importados vitales para la producción, son una nueva amenaza para el Gobierno. La obsesión de Jorge Remes Lenicov tras la devaluación fue evitar una disparada del dólar y de la inflación, para no revivir la experiencia alfonsinista de 1989. Ya pasaron los quince días críticos desde la salida del uno a uno y aquellas variables parecen bajo control. Sin embargo, la prevención del equipo económico no pudo sortear las contraindicaciones que comienzan a aparecer y que, si no se las corta a tiempo, demostrarán una gran capacidad destructiva. El desabastecimiento de productos de primera necesidad, la parálisis total de la economía –tan fuerte en la producción como en el comercio–, la incertidumbre cambiaria, el ahogo financiero y la iliquidez, son todos componentes de un cóctel difícil de asimilar para un Gobierno que nació débil.
De todos ellos, el desabastecimiento es para algunos hombres que ocupan despachos en el Palacio de Hacienda un tema apremiante. La Argentina que quedó tras una década de menemismo y dos años de delarruismo es, en el campo industrial, una mera armaduría. “El packaging del alfajor que ves ahí es importado”, ejemplifica, desde la mesa de un bar, un economista del Gobierno consultado por Página/12. Frente a esa dependencia de insumos importados, la situación de estos días es que una amplia mayoría de empresas tiene enormes problemas para acceder a ellos. Los productores y exportadores extranjeros cortaron toda línea de crédito a sus clientes de Argentina. No hay financiación. El que quiere comprar, tiene que pagar al contado. Un 90 por ciento de las compañías locales carece de espalda financiera para desembolsar dólares en efectivo y esperar de 60 a 180 días para cobrar pesos por lo que vende en el mercado interno.
A eso se suma que nadie sabe cuál será la cotización del dólar cuando el Gobierno lo deja flotar, lo que impide cualquier planificación. El equipo económico maneja como el escenario más probable una paridad de 2,40 en el término de un semestre, estabilizándose en un nivel similar al de Brasil. Para llegar a comprobarlo, primero deberá sortear el paquete de urgencias que empiezan a acumularse.
El cacerolazo de anteanoche volvió a recordarlas. Remes Lenicov pasó otro sábado más encerrado con su equipo en el Ministerio de Economía, en una imagen repetida a la que antes tuvo a otros protagonistas. José Luis Machinea y Domingo Cavallo también pasaron fines de semana trabajando, cada uno con sus propias bombas. Ahora la más famosa es la del corralito, pero hay otras. Como se dijo, una muy peligrosa es el desabastecimiento. Y otra es el congelamiento de la economía, que se extiende a cada vez más actividades. En el área comercial, desde la devaluación se multiplicó el cierre de negocios, que desde las cámaras del sector estiman en 20 mil.
Los exportadores deberían ser los únicos a salvo de la debacle y sin embargo en muchos casos tampoco es así. Hay rubros que ganaron en competitividad con la devaluación, pero la desaparición del financiamiento les impide invertir para ampliar la producción o aprovechar la posibilidad de nuevos negocios. Quien no tiene capital para arrancar, sigue mirando desde afuera.
El equipo económico se fijó la fecha del 4 de febrero para presentar el programa global, con el presupuesto, la pesificación, un nuevo corralito más flexible, la política de emisión y la reestructuración de la deuda. La conclusión a la que llegaron es que la solución a todos estos problemas es integral. “La respuesta tiene que ser macro. Una vez que se definan las pautas generales, el panorama tenderá a despejarse”, dijeron a este diario desde cerca del ministro.
Economistas que hasta no hace mucho estuvieron en el Gobierno y consultores de la City aceptaron el argumento de que hay una chance de revertir un panorama que hoy se presenta muy complicado. No obstante, un requisito es indispensable: se necesita un gran paquete de ayuda del FMI, y que se apruebe pronto. Nadie cree que el Gobierno tenga 30 días para esperar a que llegue el dinero, contradiciendo los tiempos que maneja Economía.