Lunes, 3 de agosto de 2009 | Hoy
EL PAíS › RECUERDOS MILITANTES ANTE LA APARICIóN DE UNA HISTORIA DE LA FEDERACIóN JUVENIL COMUNISTA
1 ¿Cómo fue la experiencia de su militancia en la FJC?
2 ¿Qué elementos le dejó que utilice hoy en su actividad política?
3 ¿Le sorprende la cantidad de ex militantes de la Fede que ocupan lugares de relevancia? ¿A qué se debe?
4 ¿Hay en la actualidad algún semillero similar para futuros dirigentes políticos?
Durante más de 70 años, la Federación Juvenil Comunista (FJC) fue una de las principales organizaciones políticas de jóvenes en la Argentina. Con excepción de la JP en la década del ’70, no hubo ningún otro grupo similar que pudiera competir con ella en influencia y cantidad de miembros. En sus mejores épocas, “La Fede” llegó a tener unos 100 mil militantes, que recibían adiestramiento político y militar. Por sus filas pasaron muchos jóvenes que terminaron siendo algunas de las figuras más importantes no sólo de la política, sino también de las ciencias, los medios, las artes, la Justicia y el sindicalismo. Tanto es así que es prácticamente imposible abrir un diario cualquier día y no encontrar entre sus páginas al menos una figura que se haya formado en la FJC. El periodista y ex militante Isidoro Gilbert hurgó en la historia de esta organización y escribió La Fede, un meticuloso retrato del grupo desde sus orígenes en la década del ’20 hasta la actualidad. Página/12 les hizo cuatro preguntas a tres protagonistas de aquella historia.
Martín Sabbatella, diputado electo (Nuevo Encuentro)
1 Yo milité de 1986 a 1990 en el movimiento estudiantil secundario. Fue una buena etapa en lo personal y de mucho debate político en ese espacio. Se estaban dando una serie de discusiones profundas en el mundo, entre el proceso de la Glasnot, la Perestroika y la caída del Muro de Berlín. Eso era acompañado con un debate muy intenso en el país, por ejemplo respecto a la interpretación histórica de la izquierda sobre la cuestión nacional y latinoamericana. Y en la Fede nos pasábamos el día debatiendo estas cosas. Fue una muy buena experiencia.
2 En mi labor política actual seguramente se sintetizan los diversos espacios de militancia en los que estuve y todos ellos influyen. No podría distinguir cuál fue la influencia concreta de la Fede. Creo que mi cercanía con el peronismo por tradición familiar, luego la militancia en la Fede, más tarde en la generación del Frente Grande y después en lo que fue el error de la Alianza, son todos procesos en los que me fui formando. Siento que soy fruto de esas experiencias, con sus cosas positivas y negativas, con una tradición de izquierda y otra más nacional y popular, pero que en la actualidad hay una herencia de todas esas tradiciones.
3 Hubo mucha gente que pasó por esa experiencia y que después por distintos motivos continuó su militancia en otros lugares. Lo que es evidente es que a muchos que han pasado por la Fede les quedó la impronta militante y la búsqueda transformadora, y continuaron militando en otros espacios, por lo que no me sorprende.
4 Hay muchísimas experiencias políticas, sociales, gremiales, del campo nacional, popular, democrático, de izquierda. No creo que haya un sólo espacio que funcione como semillero, sino muchos. Hay militantes en diversos partidos y organizaciones, que es posible que el día de mañana sean cuadros de gran trascendencia en la política argentina.
Aníbal Ibarra, legislador porteño (Diálogo por la Ciudad)
1 Fue una experiencia importante en mi adolescencia, tanto desde lo personal como desde lo formativo. Tuve amigos y afectos importantes, algunos de los cuales perduran hasta hoy. Formábamos parte de un grupo que rechazaba el individualismo y que promovía la solidaridad con los seres humanos, sobre todo con los que menos tienen. Más allá del dogmatismo político y de la rigidez doctrinaria, fue una etapa positiva.
2 Aprendí mucha cultura política. En la Fede se estimulaba la lectura política y el conocimiento de la historia de la humanidad así como de acontecimientos contemporáneos, lo que después sirve en la vida y en la labor política. Por entonces fueron mis primeros discursos ante mucha gente (las asambleas estudiantiles).
3 No me sorprende porque la Fede funcionaba como una suerte de escuela política. Había incluso muchos cursos y “escuelitas” de formación política. Para los jóvenes con vocación política era un lugar de aprendizaje en donde la posibilidad de “conquistar” el poder estaba a la vuelta de la esquina. Había que prepararse para gobernar en el futuro.
4 No veo hoy que la militancia tenga la relevancia que tenía por aquella época y, en todo caso, hay menos formación política. No advierto que hoy algún partido pueda funcionar como semillero del futuro.
Eduardo Sigal, subsecretario de Integración Económica Americana y Mercosur, en la Cancillería
1 Fue una experiencia muy importante durante muchos años de mi vida. Yo me incorpore a la Fede en 1963 y milité hasta 1986, por lo que tanto en mi formación personal como política ha sido una marca, un valor que me acompañó toda la vida.
2 La principal enseñanza que me quedó es que no hay democracia sin política, no hay posibilidad de cambios sin política, no hay posibilidad de transformar la realidad sin organización política. Y, más que nada, que la política no es sólo el liderazgo de uno, sino la articulación del pensamiento colectivo para saber interpretar lo que ocurre en la sociedad.
3 En realidad, la formación política que daba la Fede se basaba en una visión global de lo que ocurría en el mundo y en la Argentina, y que planteaba un método de análisis. Después, desde esa formación han surgido miles de cuadros no sólo políticos, sino sociales, empresariales y sindicales, que fueron adoptando cada uno distintos caminos. No me sorprende que después de la caída del Muro se haya producido una diáspora, y en todo caso la formación originaria ha permitido a cada uno desde su perspectiva reinsertarse políticamente de forma exitosa.
4 Lamentablemente, hoy por hoy no veo que haya algo así, creo que es un espacio que está vacante. También creo que es una necesidad en un mundo que está cambiando, y que en algún momento surgirá un semillero de algún tipo. Básicamente, un proceso político transformador exitoso requiere la formación de nuevos cuadros, por lo que ahora somos nosotros los que debemos trasmitir la posta. Incluso desde el kirchnerismo se han hecho esfuerzos en este sentido, pero todo lo que se hizo hasta ahora fueron intentos parciales. Además, hay que tener en cuenta que la Fede no era un fenómeno nacional, sino algo internacional, inserto en otro contexto mundial.
Informe: Nicolás Lantos.
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