Sábado, 8 de agosto de 2009 | Hoy
EL PAíS › CARLOS CASTAGNETO, DE DESARROLLO SOCIAL
El principal colaborador de Alicia Kirchner admite que la situación social se agravó, pero que no coincide con las cifras de la Iglesia. Y defiende las políticas del Gobierno.
Por Martín Piqué
“La pobreza creció, pero hablar de un 40 por ciento de pobres es comparar la Argentina de hoy con la Argentina del default, de diciembre de 2001. A simple vista, y sobre todo recorriendo el país, se puede comprobar que hay una diferencia muy grande, sustancial, entre aquella Argentina y la de hoy.” Secretario de Coordinación del Ministerio de De-sarrollo Social, Carlos Castagneto no puede sustraerse de la polémica. Consultado por Página/12, dice no estar de acuerdo con los indicadores divulgados por el obispo de San Isidro, Jorge Casaretto. El titular de Pastoral Social aseguró que la pobreza alcanza al 40 por ciento. La réplica de Castagneto incluye un reconocimiento de que la situación económica se agravó. Su respuesta es coherente con las últimas declaraciones de Néstor Kirchner: el santacruceño llegó a admitir que la crisis produjo un deterioro en los sectores medios. En esta entrevista, el funcionario más cercano a Alicia Kirchner no descarta errores pero sobre todo defiende las políticas impulsadas por la ministra. “Cuando uno habla de cifras tiene que ser respetuoso, porque detrás de cada decimal hay personas”, plantea.
–¿Qué dicen en el Ministerio de Desarrollo Social acerca del debate sobre la pobreza que disparó el mensaje del Papa?
–Escuchamos todas las opiniones. Las cosas que hicimos bien y los errores que hemos podido cometer. El Gobierno ha impuesto las políticas sociales como política de Estado. Se pasó de un presupuesto de 800 millones en 2003 a tener hoy un presupuesto de 10.500 millones de pesos. Y el financiamiento es totalmente del Tesoro nacional. No como en otras épocas, en que a la política social se la financiaba con deuda externa y endeudábamos a la Argentina. Se han implementado cuatro planes: el de Seguridad Alimentaria; el de la Economía Social; el de Niñez, Adolescencia y Familia, y el de Deportes. Sólo en pensiones no contributivas pasamos de 176 mil en el año 2003 a superar hoy las 830 mil, que son para madres de siete hijos, vejez e invalidez. Las pensiones para madres eran de 150 pesos en el año 2003. Hoy son de 770 pesos mensuales.
–El Indec muestra un 15 por ciento de pobres, Kirchner reconoció que podría estar en 23 por ciento. Mientras, la Iglesia habla de un 40 por ciento de pobreza. ¿Cuál es la realidad?
–La pobreza se mide de distintas maneras. Se la puede medir en función de las necesidades básicas insatisfechas, para lo cual hay indicadores: cuánta gente vive en una habitación, si la familia tiene agua, luz. Esos indicadores dan la vulnerabilidad de una familia. También está la Encuesta Permanente de Hogares (EPH), que se trabaja sobre los centros urbanos. Y nosotros trabajamos con la ficha social en todo el país, para la que contamos con las universidades nacionales. Es muy difícil hacer un cálculo de la pobreza a partir de la EPH: no se puede extender a todas las provincias porque las realidades son distintas.
–Kirchner reconoció que la crisis afectó a los sectores medios. Siguiendo esa lógica, también debe haber afectado a los sectores populares. ¿No es momento de reconocer que la pobreza ha crecido?
–Yo no dije que no, yo dije que creció. Pero hay una gran diferencia entre la Argentina de hoy y la del default. El otro día, en medio de la crisis mundial, pagamos los bonos del corralito. El Gobierno debe poner todos sus esfuerzos para luchar contra la pobreza, pero el compromiso debe ser de todos: de los sectores medios, de los sectores altos, de aquellos que tienen trabajadores en negro, trabajo precario. Como dice la ministra Alicia Kirchner, la mejor política social es generar empleo. Y a lo mejor en el 2003 la política social era darle de comer a la gente.
–¿Pero la situación económica no está obligando a volver a la asistencia alimentaria?
–¿Qué pasó en estos días? Ahora le repregunto yo. ¿Por qué no nos preguntaron de la pobreza el año pasado, por qué hace dos meses tampoco nos preguntaron por esto? De pronto hoy se desató el tema de la pobreza en la Argentina. En la década de los ’90, cuando millones de argentinos se quedaron sin trabajo, se habló muy poco de la pobreza. O nada.
–¿Qué evaluación hacen del plan Manos a la Obra, que busca impulsar la economía social? Hay lecturas críticas sobre sus resultados, en especial sobre la capacidad para enfrentar la competencia del sector privado.
–Todo proyecto no necesariamente es exitoso. Pero hay proyectos que hoy están exportando, como un emprendimiento de frutilla en Mendoza y otro de confección de guardapolvos. También se han recuperado fábricas que habían cerrado, como la ex Gatic, que exporta a Italia, y la Brukman, que se volvió a recuperar. El Manos a la Obra se completó con el monotributo social y los microcréditos. Eso es el entramado de la economía social.
–Le cito una frase famosa de Hugo Chávez: “Para terminar con la pobreza hay que darles poder a los pobres”. ¿Qué piensa de esa definición?
–Yo digo que para terminar con la pobreza todo el mundo tiene que tener sensibilidad y mirar en el otro las cosas como si le pasaran a sí mismo.
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