Sábado, 8 de agosto de 2009 | Hoy
EL PAíS › UN EX POLICíA DECLARó EN CORRIENTES CONTRA EL EX COMISARIO DIEGO ULIBARRIE
Diego Ulibarrie es el único imputado del segundo juicio por delitos de lesa humanidad en Corrientes que comenzó esta semana. Un ex subordinado suyo lo identificó y aseguró que era el jefe de la “patota” que secuestró a cuatro desaparecidos.
Por Diego Martínez
“Sí sí, acá está el señor. El daba las directivas, él comandaba el grupo, que en ese momento le decíamos patota”, afirmó Juan Carlos Camino, ex agente de la Policía Federal, en referencia al ex comisario Diego Ulibarrie, único imputado del segundo juicio por delitos de lesa humanidad en Corrientes que comenzó esta semana. Sin pelos en la lengua pese a las amenazas, Camino es el primero de 23 testigos citados por los secuestros de Vicente Ayala, Julio César Barozzi, Jorge Saravia Acuña y Orlando Romero, el 16 de febrero de 1976, y reconoció a Ulibarrie a la cabeza del grupo que ingresó a Ayala, encapuchado, en la delegación correntina de la Policía Federal. Las cuatro víctimas permanecen desaparecidas.
Ulibarrie fue detenido hace tres años por orden del juez federal Carlos Soto Dávila. Llegó a ser jefe de la Brigada de Investigaciones de Corrientes y es dueño de una agencia de seguridad privada, ahora en manos de su hijo homónimo. El comienzo de las audiencias coincide con el primer aniversario de la condena al coronel Rafael Barreiro y al capitán Juan Carlos Demarchi, ex titular de la Sociedad Rural local, quienes admitieron ante un secuestrado haber asesinado a Ayala y a Barozzi: “Demarchi me dijo ‘hijo de puta, te vamos a reventar como a los Cachos’”, declaró Carlos Achar Carlomagno en el juicio a los responsables del Regimiento de Infantería 9. “‘¿Sabés de quién te hablamos?’, preguntó el subteniente Barreiro. Respondí que no y me dijo: ‘del Cacho Ayala y el Cacho Barrozzi. A Ayala lo reventamos en la tortura y a Barozzi de un tiro en la cabeza, después lo tiramos en la laguna, cerquita de la quinta, para que las palometas terminen con ellos’”, recordó. Berreiro, Demarchi y el coronel Horacio Losito pasan sus días en la unidad penitenciaria 34 de Campo de Mayo. El gendarme Rafael Barreiro está en el penal de Marcos Paz.
Según la Comisión de Derechos Humanos de Corrientes, querellante en el juicio, Ayala era abogado, tenía 29 años y militaba en la Juventud Peronista. En 1970 participó de huelgas de hambre junto a sacerdotes tercermundistas excomulgados por la Iglesia oficial. Durante su carrera pasó de la democracia cristiana al peronismo revolucionario. A fines de 1974 fue detenido a disposición del Ejecutivo hasta abril de 1975. Sus compañeros lo recuerdan como “un auténtico cristiano”. Barozzi había llegado a Corrientes para estudiar medicina en la Universidad del Nordeste. Vivía en un pensionado católico, tenía 21 años. Jorge Saravia Acuña, 29 años, era licenciado en economía de la UCA y profesor de la UBA. Militó en las FAR, fundó la JTP en zona sur del Gran Buenos Aires, estuvo detenido desde noviembre de 1974 a disposición del Ejecutivo e hizo uso de la opción para salir hacia Perú en abril de 1975. Volvió en diciembre. El “Negrito” Romero, 27 años, se había formado en un grupo scout en Tucumán, donde estudió arquitectura y comenzó a militar. Abandonó la provincia, perseguido, en febrero de 1975, al mismo tiempo que el general Adel Vilas instalaba el terror como jefe del Operativo Independencia.
Fueron secuestrados al mediodía del 16 de febrero, cuando salían de almorzar en el club San Martín. “Yo estaba de guardia cuando vi que hacían ingresar dos personas encapuchadas. Lo vi a Ayala, estaba muy golpeado y con la espalda quemada. Lo traían en andas”, declaró Camino, que era guardia en la delegación de la Policía Federal, en la costanera correntina, y vecino de Ayala. “El otro debió haber sido Barozzi, porque el tío se apellidaba así y era un policía que quería averiguar el paradero de su sobrino”, agregó. También contó que los llevaron en un Chevrolet azul sin identificación y que el grupo encabezado por Ulibarrie vestía de civil. “Fueron dejados a disposición del servicio de Inteligencia, que eran los que entendían en los asuntos que el gobierno consideraba actividades antidemocráticas”, explicó. Angela Nieves, en segundo turno, contó que fue testigo de un intento de fuga de dos personas, recapturadas en segundos. Cuando Estela Carrazzoni de Ayala le describió a su hijo como alto y corpulento, supo que hablaba de la misma persona. Nieves declaró en pleno 1976 y repitió su relato 33 años después.
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