La convocatoria a una segunda ronda de diálogo realizada por el Gobierno volvió a sacar a la superficie las diferencias que separan a Elisa Carrió del resto de sus socios del Acuerdo Cívico y Social. Ayer, la titular de GEN, Margarita Stolbizer, y el titular de la UCR, Gerardo Morales, se distanciaron nuevamente de Lilita, al afirmar que concurrirían una vez más a la Casa Rosada. Eso sí, sólo lo harán si reciben alguna respuesta a los planteos que le llevaron hace un mes al ministro del Interior, Florencio Randazzo, y de los cuales no han tenido devolución. Aunque dejaron entreabierta la puerta para un nuevo encuentro, en el radicalismo afirmaron que ven pocas posibilidades de que el oficialismo revea su postura. “Están mucho más interesados en el negocio del fútbol con la AFA que en el diálogo con la oposición”, sentenciaron cerca de Morales. En concreto, dejaron la pelota del lado del Gobierno a la espera de un gesto alentador.

Cuando la oposición parecía decidida a hundir el diálogo político lanzado por el oficialismo, los dos referentes del Acuerdo Cívico y Social mostraron una luz de esperanza. Pero al igual que cuando se produjo la primera invitación, el titular de la UCR puso condicionamientos para sentarse a la mesa con Randazzo. Y Stolbizer exigió que haya resultados del primer encuentro.

“El Gobierno tiene que cumplir antes con lo que prometió, porque no puede sacar cada mes una fotografía con la oposición sin dar respuestas a los temas que planteamos”, dijo Stolbizer. Para la titular del GEN, “el diálogo es importante y la oposición tiene que cooperar con el Gobierno para evitar un estallido y una crisis mayor a la que existe”.

Por su parte, Morales reconoció que tiene “una gran diferencia con Lilita” y reveló que “siempre es posible volver a retomar el diálogo, aún en el momento de mayor confrontación”. Sin embargo, en el entorno del senador jujeño revelaron que el contenido de la carta enviada por Randazzo convocándolos nuevamente a la Casa Rosada cayó muy mal en la UCR. “Los términos de la carta son casi graciosos. Otra vez vuelven a citarnos para hablar de la reforma política”, lamentaron.

Lo cierto es que, después de emitir un comunicado advirtiendo que el kirchnerismo “gastó su bala de plata”, calificando la iniciativa oficial como “maniobra perversa”, los radicales exigen que para que se produzca un nuevo encuentro debe haber una agenda abierta y deben mostrarse avances en los pedidos que llevaron hace un mes y que implicaban reformas al Consejo de la Magistratura, el Indec y los superpoderes.

La posibilidad de concurrir al diálogo con el cumplimiento de esas condiciones, refutó la interpretación que hizo Lilita del documento emitido por la UCR. Según la chaqueña, los radicales le habían dado la razón y habían cerrado la puerta de un nuevo encuentro. Lo cierto es que sus socios siguen reivindicando la necesidad del diálogo como “la esencia de la democracia”.

Si bien hace más de un mes la primera convocatoria parecía naufragar, el Gobierno modificó el esquema inicial y accedió a los planteos realizados por los líderes del Acuerdo Cívico y Social. En aquel momento se proponía recibir en la Rosada a diez partidos a la vez, en orden aleatorio y sólo para discutir la reforma política. A pedido de la dirigencia opositora, se jerarquizaron las invitaciones, priorizando al ACyS, y se permitió el planteo de otros temas que no fueran la discusión sobre internas abiertas.

Cuando el oficialismo modificó esas condiciones y flexibilizó otras, los miembros del ACyS –excepto Carrió– concurrieron al diálogo, generando una fisura en la alianza y también en la Coalición Cívica. Ahora, a diferencia de esa oportunidad, desde el espacio panradical casi no tienen expectativas de que los cambios que exigen sean escuchados. “Hoy por hoy la onda es pésima”, sintetizaron en la UCR.

Más allá de que las críticas al gobierno nacional unen a radicales y socialistas con Carrió, la cuestión del diálogo demostró, una vez más, que se mantienen las diferencias en cuanto al rol de la oposición.