EL PAíS › OPINIóN

El proceso golpista del conglomerado opositor

 Por Rubén Dri *

Tres millones y medio de chicos reciben Asignación Universal por Hijo.

Dos millones de ciudadanos que estuvieron obligados a trabajar en todas su vida en negro, pudieron jubilarse. Cien mil mujeres y hombres integran cooperativas de trabajo. Hemos recuperado nuestros aportes jubilatorios al reestatizar las AFJP. Hemos recuperado Aerolíneas Argentinas. Tenemos una ley de medios audiovisuales democráticas, un verdadero modelo. Tenemos asegurada la provisión de leche, carne, trigo, por los acuerdos del gobierno y los verdaderos productores. La desocupación hoy es del 8 por ciento frente al 23 por ciento de 2001. Las reservas del Banco Central pasaron de 8000 millones a 48.000 millones. Los genocidas siguen siendo juzgados y condenados. Los chicos que fueron apropiados siguen encontrando a su familia. Además, el ALCA naufragó en las aguas del Atlántico marplatense. La participación de Argentina a través de su gobierno fue protagonista en los avances de la integración de Latinoamérica. El golpe contra Evo Morales encontró a los presidentes latinoamericanos, con claro protagonismo de nuestra Presidenta, unidos en apoyo al presidente boliviano.

Todo esto se logró después del desastre provocado por las políticas llevadas a cabo en la década del 90 que epilogaron en 2001 con la destrucción del Estado y de la Nación en la que las provincias quedaron desarticuladas, manejando papeles que figuraban como moneda sin ningún tipo de respaldo real, viéndose obligada la población para poder subsistir a volver siglos atrás recurriendo al trueque directo, como se hacía milenios.

De allí venimos. Los principales causantes de tales desastres hoy conforman lo que pomposamente se denomina “oposición”, y la denominación les cabe perfectamente, porque lo único que los une es eso, el oponerse, tarea que conforma una de las formas de “golpe” de Estado que ahora se llevan a cabo. Se han propuesto que el Gobierno no pueda realizar su tarea, es decir, “gobernar”. Para lograrlo han “asaltado” el Congreso, tarea que fue posible por la incalificable colaboración de un tal denominado “centroizquierda” para el cual el acuerdo logrado fue un “hecho histórico”.

La férrea voluntad política de la Presidenta de avanzar, a pesar de los obstáculos, ha vuelto a encrespar al conglomerado opositor tratando de inmovilizar al ejecutivo. La más exaltada en la tarea es Elisa Carrió que, inmediatamente después de la espléndida exposición que hiciera la Presidenta, azuzaba al conglomerado gritando la necesidad de “unificar la estrategia opositora para derrotar al kirchnerismo –es decir, al Gobierno– en el Congreso”.

Maniatar al Gobierno, frenarlo, paralizarlo, o sea, voltearlo. Esa es la estrategia y para eso la necesidad de unir a ese conglomerado al que sólo une el espanto. Pero la inquieta Carrió encuentra un escollo que es necesario remover, o mejor, ablandar, el “centroizquierda” cuyos vaivenes la sulfuran, y las chicanea: “Si no que después expliquen a la sociedad si son o no cómplices del Gobierno”. Como colofón, utilizó la expresión apocalíptica que en su momento hiciera Carlos Menem, “a los tibios los vomita Dios”.

Problema arduo. Desde la izquierda aliarse a la derecha no puede menos de ocasionar “mala conciencia”. La Sociedad Rural no puede menos de estar agradecida, pues nunca se imaginó lograr tales poderes en el Poder Legislativo.

Las cartas están echadas desde hace rato, por lo menos desde el proceso golpista iniciado para hacer retroceder al Gobierno frente a la pretensión de poner límites a las superganancias sojeras, pero ahora es absolutamente imposible no verlo.

La Presidenta puso en claro lo que para muchos todavía no lo estaba, o, en otras palabras, puso en limpio lo que estaba en borrador. Nos habló de dos países, el real y el virtual. No sé si los términos son los más adecuados, pero dicen claramente lo que quieren decir. Los avances logrados desde el 2003 para acá son negados absolutamente y en su lugar se pinta un país catastrófico. Es el clima con el cual, más el amordazamiento al Gobierno que se pretende hacer desde el Congreso, se pretende culminar el golpe en marcha.

* Filósofo. Profesor consulto Facultad de Ciencias Sociales-UBA.

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