Lunes, 12 de julio de 2010 | Hoy
EL PAíS › CóMO TRABAJAN LOS OPERADORES DE DE NARVáEZ EN LA PROVINCIA DE BUENOS AIRES
El diputado y empresario ya tiene un grupo de dirigentes trabajando para posicionarlo en la provincia. Uno de sus principales problemas es que la mayoría responde a Duhalde. El otro, la falta de inserción territorial.
Por Alejandra Dandan
Francisco de Narváez tiene problemas de armado. El empresario que busca construirse como candidato a gobernador bonaerense intenta consolidar una mesa de dirigentes para ganar espacios dentro del peronismo con vistas a las primarias de 2011. Su mesa chica empezó a reunirse rítmicamente los lunes al mediodía con los tiempos de campaña marcados por José “Pepe” Scioli, Gustavo Ferri, Alfredo Atanasof y Emilio Monzó. Por la noche, se activa la mesa ampliada en lugares rotativos donde se sienta una docena de dirigentes: desde Osvaldo Mércuri hasta el petrolero Alberto Roberti. Uno de los primeros problemas del armado es que son más duhaldistas que operadores del espacio de De Narváez. El otro problema es de base. Buena parte de los candidatos a concejales que ganaron el año pasado llegaron con la aprobación del bunker de Las Cañitas, pero sin avales en sus distritos: De Narváez ganó por arriba y traccionó por abajo, pero admiten que eso no fue suficiente. El espacio ganó sólo 14 de los 139 distritos de la provincia.
Desde hace meses, De Narváez repite la misma dinámica. Los lunes a la mañana arranca la semana con una reunión de lo que ahora se llama la “mesa chica” del espacio, un ámbito que analiza las principales estrategias del espacio. Allí están Gustavo Ferri, alter ego de De Narváez; Alfredo Atanasof, diputado y ex ministro de Trabajo de Eduardo Duhalde; Pepe Scioli, el hermano de Daniel Scioli; Daniel Amoroso, legislador porteño, ex socio de Mauricio Macri del gremio de los empleados de juego de azar; Emilio Monzó, ex secretario de Agricultura de Scioli y hoy encargado del armado territorial del empresario; y Natalia Gambaro, diputada por el peronismo federal.
Por la noche, vuelven a verse en una reunión menos ejecutiva y más política, a la que suelen sumarse potenciales aliados. La última reunión se hizo en la sede del partido de La Plata, donde ya se hicieron cuatro o cinco reuniones. Esa es la mesa grande de los dirigentes de De Narváez, casi todo lo que tiene.
A los integrantes de la mesa chica se suman, entre otros, Gonzalo Atanasof hijo de Alfredo y concejal de La Plata; Mércuri; Gustavo Ferri, diputado de la provincia de Buenos Aires y yerno de Duhalde; el petrolero Roberti y su mujer Mónica López, diputada provincial y candidata a intendente de Avellaneda por Unión Celeste y Blanca. También los senadores provinciales Jorge D’Onofrio, Aníbal Assef, Alfredo “Tati” Meckievi; Fernando Rosas, apoderado del partido; Ramiro Gutiérrez, presidente del bloque diputados bonaerenses de Unión PRO; el agrodiputado Jorge Solmi, y Nicolás Ducoté, que viene de la dirección general de la ONG Cippec.
Con alguna excepción, ninguno es un referente territorial. Son dirigentes con anclaje en sus distritos, pero que no tejen armados al interior de la provincia, tarea que le encomendaron a Emilio Monzó, con amigos dentro y fuera del kirchnerismo y a quien la tropa de De Narváez considera como un hombre “muy codiciado” en el terreno de la política.
El diagnóstico más singular que hace uno de los integrantes del espacio es que casi todos se reconocen –antes que nada– como duhaldistas: todos llegaron al espacio tras el primer acuerdo entre Duhalde y De Narváez y se convirtieron con el tiempo en la mesa del Colorado. Eso no significa, dice uno de ellos, que vayan a salir a jugar con Duhalde, porque el ex presidente sigue jugando estratégicamente para ese espacio. Pero sí plantea una cuestión más ligada a la fidelidad.
“Mércuri está con nosotros”, explica esa misma fuente. “¿Pero sabés cuánto puede tardar en responder un llamado de Duhalde?”, recela. Alrededor de Mércuri se hacen cargo. El ex diputado está ahí para garantizarle a De Narváez buen trabajo en la poderosa tercera sección, donde está el 20 por ciento de los votos bonaerenses. Tuvo una crisis con el empresario cuando el año pasado lo bajó de las listas a diputado, pero para explicar que la relación anda por los mejores momentos cuentan en su entorno que la semana pasada, sin ir más lejos, De Narváez cenó en la casa de Mércuri con Atanasof, Pepe Scioli y el binomio Roberti-López. ¿Tarda sólo cinco minutos en responder a Duhalde? Dicen que sí. Y que probablemente sea más bien el propio Duhalde el que lo haya puesto a jugar en ese espacio. Mientras el empresario no intente busque la candidatura a presidente, seguirán siendo aliados.
Por estas horas, hay otros temas en agenda. Por ejemplo, la mesa ampliada acaba de acordar alinear a la tropa de legisladores de la provincia con los de la Ciudad de Buenos Aires y el Congreso Nacional. Intentan impulsar temas comunes de acuerdo al humor popular. En esa línea, tallarán proyectos vinculados a la seguridad, entre otros temas.
El segundo asunto son las primarias. Todavía se discute si el jefe debería o no participar en las internas del PJ. Pese a que él viene diciendo que jugará por dentro del partido, y el kirchnerismo envió señales para alentar esa inclusión, hay quienes aseguran que finalmente no lo hará.
Los que no quieren la interna evalúan que el PJ, en este momento, está ganado por el kirchnerismo; que Néstor Kirchner tiene alineados a los intendentes y al gobernador. Y, además, que el apoyo más numeroso al empresario no está en el aparato, sino en el no peronismo que, dicen, es poco probable que vaya a votar a esa interna. En ese sentido, aseguran que cuanto más “peronista” aparece el empresario más baja en las encuestas. De todos modos, la misma fuente advierte: a De Narváez le conviene ahora seguir diciendo que jugará por adentro porque para correrse siempre hay tiempo. Del otro lado, aparecen posiciones como la de Ferri: “Hoy la voluntad es ser parte de la interna, después se verá”. O Amoroso: “Para mí hay que ir por adentro para revalidar los títulos: ya les ganamos a Kirchner, a Massa y a Scioli”. Pero también agrega sus dudas. Si el PJ ortodoxo ganase, se encontraría con un nuevo problema: “El sistema D’Hont –sigue Amoroso– te obliga a repartir lugares, dos para la mayoría y uno por la minoría, y eso es lo que no queremos hacer”. Tampoco quieren tener que repartir cargos.
Para llegar a los resultados todavía deberán recorrer bastante camino. Las alianzas políticas son uno de los temas que maneja Monzó, diputado de la provincia. Cuando asumió la Secretaria de Agricultura pidió licencia y cuando dejó el cargo volvió a su banca. Hoy integra un monobloque: Buenos Aires Federal, aliado a PRO. A su alrededor están convencidos de que el kirchnerismo está más consolidado no sólo entre los diputados, también a nivel territorial. “Una de las preocupaciones de la mesa –dice ahora– es cómo mejorar el resultado electoral, en especial teniendo en cuenta los resultados del armado a nivel dirigencial.” Los intendentes serán esta vez las personas que traccionarán la boleta. El resultado de las elecciones del año pasado les mostró que deben mejorar la performance de sus dirigentes de base, con candidatos revalidados en sus distritos, y ahora intentan capturarlos.
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