Los cancilleres de la Argentina, Héctor Timerman, y del Uruguay, Luis Almagro, finalmente lograron ayer destrabar las negociaciones sobre el plan de monitoreo conjunto para la pastera UPM (ex Botnia) y para toda la cuenca del río Uruguay. Luego de una semana de infructuosas reuniones que alternaron su sede en Buenos Aires y Montevideo, y tras dos meses sin lograr que el comité científico binacional se pusiera de acuerdo en el protocolo de control, la reunión entre ambos cancilleres puso fin a la controversia. En una breve conferencia de prensa al término del cónclave, que duró diez horas, Timerman destacó el carácter “científico” del nuevo acuerdo binacional, en tanto que Almagro subrayó que las bases del entendimiento al que arribaron “son muy firmes”. Ambos estimaron que el comienzo de las mediciones se dará en forma inmediata.

Según pudo saber Página/12, la delegación argentina quedó “muy conforme” con el acuerdo alcanzado con el Uruguay, pero evitaron mostrarse eufóricos aún, ya que todavía falta que sea discutido en el seno de la Comisión Administradora del Río Uruguay (CARU). La implementación práctica de lo que fue discutido ayer por los cancilleres tendrá lugar a partir de mañana, cuando las delegaciones de ambos países se encuentren en la CARU para discutir la letra chica del documento. Fuentes allegadas al comité confirmaron a este diario que encontraron a los funcionarios orientales “mucho mejor predispuestos” al diálogo que en las reuniones precedentes, donde los uruguayos habían desestimado más del 70 por ciento de la propuesta argentina. En este caso, la Argentina cedió en “un solo punto” de su reclamo, que, aunque no fue precisado, “no era central en el planteo inicial”, sostuvieron.

Al parecer, Uruguay finalmente accedió a la instalación de sensores que monitorearán los lugares clave de emisiones gaseosas y de efluentes de la planta de forma permanente, algo que en un principio había sido resistido desde la otra orilla. También habrían aceptado el uso de organismos vivos que actuarían como centinelas en caso de detectarse contaminación, y de las boyas integradoras, cuya fabricación en nuestro país habría generado controversia. De todas formas, a pesar del avance en la negociación, se anticipa que la discusión puede volver a tensarse cuando se tenga que evaluar la forma concreta de llevar a la práctica la letra del convenio.

El encuentro comenzó pasado el mediodía de ayer en el Palacio Santos, sede del Ministerio de Relaciones Exteriores uruguayo, y culminó minutos después de las 21. Tras el fracaso de las reuniones mantenidas días pasados en Montevideo y en Buenos Aires, por parte de los integrantes del comité científico y los vicecancilleres Alberto D’Alloto y Roberto Conde, Timerman decidió viajar para reunirse con Almagro. Lo decidió apenas arribó al país desde Seúl, donde estuvo acompañando a la Presidenta en la cumbre del G-20. Ambos funcionarios se saludaron de manera distante, en su primer contacto tras la serie de declaraciones cruzadas y de reproches entre las delegaciones, y se enfrascaron en una larga discusión, en medio de un hermetismo total sobre su contenido.

Según coincidieron en señalar ambos cancilleres en una breve conferencia de prensa, ofrecida anoche al término de la larga negociación, algunos trabajos de control en la fábrica de celulosa comenzarán de “forma inmediata”. En tanto, se afirmó que para otros estudios se demorará alrededor de una semana, ya que se aguardará la instalación de equipos especiales para el monitoreo. Otro de los puntos centrales que consensuaron fue la elección en común de un laboratorio de nivel internacional para que se encargue de analizar las muestras que se extraigan de la planta, y que luego se extenderán a todas las industrias establecidas en ambas márgenes del río.

Informe: Gabriel Morini.