Sábado, 18 de diciembre de 2010 | Hoy
EL PAíS › OPINIóN
Por Edgardo Binstock *
Corría diciembre de 2004, Néstor Kirchner acababa de finalizar un acto en el Salón Blanco de la Casa Rosada. Pensé que era una oportunidad para contarle que yo iba a estar presente en la reunión de presidentes del Mercosur en Ouro Preto.
Después de muchos años de trámites y reclamos, solidaridad de militantes y organizaciones de derechos humanos, el gobierno de Brasil había reconocido su responsabilidad en el secuestro y desaparición de Mónica Pinus, mi esposa, y de Horacio Campiglia. La respuesta de Néstor fue instantánea: “Viajás conmigo a la cumbre”, me dijo y siguió su camino.
Recuerdo que me comuniqué con mi amiga Juliana Di Tullio, en esa época representante especial para Temas de la Mujer en el ámbito internacional y le pedí ayuda. ¿Cómo efectivizar esa promesa? ¿Cómo recordarle al presidente su compromiso? Esa incertidumbre se disipó cuando me llamaron de la Secretaría General de la Presidencia para pedirme mis datos. Se sumó a ese viaje mi hijo Miguel, en representación suya y de su hermana Ana, nuestra otra hija con Mónica.
Partimos así hacia Ouro Preto en el avión presidencial, junto a nuestro presidente y el resto de la delegación: Miguel, Juliana y el secretario de Derechos Humanos, Eduardo Luis Duhalde.
Allí estábamos, en una sala contigua a la de la reunión de presidentes, mientras Hugo Chávez hacía uno de sus extensos y apasionados alegatos. Después escuchamos las palabras del secretario de Derechos Humanos de Brasil, reconociendo la responsabilidad de la dictadura de su país ante un grupo de argentinos y brasileños hermanados en una reparación histórica. No recuerdo lo que pasó en ese momento por mi cabeza. Sí tengo presente la imagen de mi hijo, erguido, acompañándome; símbolo del paso de los 24 años transcurridos desde el secuestro de Mónica y Horacio en Río de Janeiro, y su traslado en un avión del Ejército Argentino a nuestro país.
De pronto sentí una mano que tomaba fuerte la mía, que se hermanaba en tanto dolor y emoción contenidos: era la de Néstor, mi presidente.
Seis años después, a más de 30 del secuestro y desaparición de Mónica, a casi tres meses de la partida de Néstor, con los juicios contra el terrorismo de Estado en pleno desarrollo, con el Plan Cóndor denunciado y en proceso de enjuiciamiento, estamos construyendo un país más justo y una Latinoamérica unida contra el golpismo y activa en la integración de sus pueblos. Tantos sueños, tantos sacrificios adquieren sentido. Hoy todos somos Mónica, todos somos Néstor. El recuerdo de su mano solidaria y comprometida me acompaña. Nos acompaña.
* Ex secretario de Derechos Humanos bonaerense. Asesor del gobernador Daniel Scioli. Dirigente del Movimiento Evita.
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