EL PAíS › CARRIO, KIRCHNER Y RODRIGUEZ SAA LEVANTARON LA IRA DEL ESTABLISHMENT
Trenes y petróleo como símbolo del modelo
Cada uno por su lado, los tres candidatos hablaron con Página/12 para explicar los alcances de sus propuestas. Aseguran que no se dejarán amilanar por las presiones del poder económico y también se encargan de diferenciar sus planteos de los de sus competidores. Los trenes y el petróleo resultan claves en sus estrategias.
Por Diego Schurman
Cada uno por su lado, los tres cuestionan las privatizaciones, en especial las de explotación de trenes e hidrocarburos. Por eso proponen vigorizar el papel de los organismos de control y, en algunos casos, no descartan que los servicios enajenados pueden volver en algunos casos a manos del Estado. Pero Adolfo Rodríguez Saá, Elisa Carrió y Néstor Kirchner no se quedan ahí. Cada uno por su lado, en diálogo con Página/12 aseguran que la discusión –que en otros tiempos era tabú en la clase política– debe profundizarse en la campaña porque hay una fuerte demanda de la gente en ese sentido. Cada uno por su lado, también aseguran que no los intimidan las presiones del establishment.
A contrapelo de la mano dura de Carlos Menem, cuando en pleno conflicto gremial creó la muletilla “ramal que para, ramal que cierra”, ahora los candidatos no desdeñan el valor estratégico del servicio ferroviario en las políticas nacionales ni en los planes de seducción del electorado.
Rodríguez Saá lo piensa desde una concepción de territorialidad. “Tenemos que recuperar las 400 poblaciones que vivían a la vera del ferrocarril”, resalta. No son pocas las ciudades y pueblos que en los ‘90 –acompañados por la desaparición de las industrias o plantas fabriles– se volvieron fantasmas.
“En el imaginario de mucha gente, y con razón, está la asociación tren = desarrollo. Pero el tren sin un proyecto de desarrollo previo se vuelve una enorme frustración”, señala Carrió. En el ARI, el servicio ferroviario es apenas una parte de un plan integral. “Tenemos que recolonizar el país. Repensarlo territorialmente. Creemos que un país con un cuerpo pequeño y una cabeza gigante (por la Capital) es un país que no se desarrolla con equilibrio”, agrega el diputado Mario Cafiero.
Tanto Menem como Fernando de la Rúa consideraban a los trenes como un “servicio esencial”. Lo hacían para garantizar la circulación de los convoyes en tiempos de huelga. Pero no mostraron la misma rigurosidad a la hora de controlar la calidad de la prestación.
En la vía
Los tres candidatos creen que la concesión del servicio de trenes tiene poco y nada de servicio y mucho de interés rentista. “Es una verdadera vergüenza. Todo fue pensado como negocio. La concesión del mantenimiento de vías es distinta a las del transporte de pasajeros. Hay trenes que no pueden andar a más de 20 kilómetros por hora porque descarrilan. Y esto tiene que cambiar”, esboza Kirchner.
De todos modos, aclara que nunca pregonó por una reestatización del servicio, simplemente porque los trenes son del Estado y éste los entregó en concesión. “Lo que nosotros queremos hacer es una revisión de los contratos, de los pliegos. Cuando hablo de recuperar los ferrocarriles digo que hay que ponerlos al servicio de la gente y del país y no de quienes los explotan. Estos tienen que cumplir con las inversiones. Los entes reguladores de los servicios públicos tienen que actuar”, señala el santacruceño.
En este punto coincide con Rodríguez Saá. “Lo que aquí se hizo es separar el servicio de carga, que siempre es rentable, con el de pasajeros, que no siempre lo es, y entonces muchas veces no se cumple como lo indica el contrato”, señala Jorge Rachid, uno de lo hombres de confianza del puntano en su Movimiento Nacional y Popular.
“Los ferrocarriles se privatizaron porque daban una pérdida de 3 millones por día. Y hoy para que anden como andan, o sea que la gente se traslade como ganado, el Estado paga un subsidio de 300 millones anuales. Esta claro que hay que cambiar la política”, agrega.
Haciendo eje en un “modelo productivo”, Rodríguez Saá insiste también una presencia más importante del Estado, tanto para controlar elcumplimiento de lo contratos, como a la hora de fijar una política aérea, terrestre y fluvial. “No es reestatizar sino controlarlos”, aclara.
Carrió no se queda atrás. “Control estricto no hay dudas”, dice. Pero avanza más que sus competidores: “Y si persisten los incumplimientos, caducidad del contrato. ¿Quién se hace cargo ante una caducidad? Puede ser otro concesionario privado, el Estado, o alguna mutual”, señala la titular del ARI. Y Cafiero remata, para aventar fantasmas: “Hay que recordar que en Estados Unidos, cuna del capitalismo, los trenes son estatales”.
Oro negro
Los tres candidatos ofrecen mayores matices a la hora de hablar de la situación de las petroleras. Por ejemplo, Kirchner no habla de estatizar sino de tener participación en ella a través de la denominada “acción de oro”.
“Con YPF, Santa Cruz tenía una acción de oro de un promedio del 4 por ciento del paquete total. Pero cuando la compra Repsol y se queda con más del 51 por ciento de las acciones no tenía sentido quedarse, ya que no podíamos participar del directorio”, dice Kirchner.
“Ahora –agrega el sureño– necesitamos recuperar una acción de oro que nos permite intervenir fehacientemente en las decisiones y también poder intervenir en la confección de una verdadera ley de hidrocarburos.”
Para Rodríguez Saá en ninguna estrategia nacional puede estar ausente el petróleo. “Si tiene algo que ver en la posibilidad de guerra con Irak, si puede tener que ver con el conflicto en Venezuela, entonces alguna importancia tiene ¿no?”, señala el puntano. De todos modos, eso no significa revisar las privatizaciones sino promover la creación de una empresa nacional de hidrocarburos.
–¿Qué haría esa empresa de bandera? ¿Qué hay por explotar que no esté en manos de las privatizadas? –preguntó este diario a Rachid.
–Repsol prácticamente no tiene pozos en España. En este caso queremos una empresa nueva para constituir negocios que tengan que ver con el petróleo y recuperar el rol del Estado para preservar un recurso estratégico. Además, podemos participar de alguna licitación para explotar pozos en otro país.
Para Carrió, la presencia del Estado es trascendental. “Es como en los trenes. Primer paso revisión de los contratos. Y si hay caducidad se puede avanzar en una nueva concesión, que puede ser privada, quedar en manos de cooperativas sociales, o en manos del Estado. No descarto nada”, asegura. Aunque aclara: “Salvo que haya incumplimiento del contrato, no va a haber mecanismos expropiatorios”.
Eso sí, ninguna medida se tomará fuera de una política general. “No podemos considerar al petróleo por separado. Y ya lo dijimos en noviembre pasado: tenemos que crear un ente regulador de toda la energía.”
“La idea –se suma Cafiero– es revisar contratos como el de Loma de la Lata. Se supone que es un yacimiento del que van a salir 40 mil millones de dólares y se negoció por 300 millones de dólares. Eso no puede ser. Queremos terminar con la patria petrolera, revisar las regalías en las provincias y lograr que haya balances en las destilerías.”
“Con YPF concedo que había un exceso de personal. Pero generaba empleo y la plata quedaba en el país. Tenía, al menos, un sentido social. Ojo, que con esto no quiero decir que hay que volver a la empresa estatal donde hay corrupción. Pero el sentido de eficiencia tiene que ir de la mano con el sentido social”, agrega el diputado.
No me peguen,
soy establishment
Con el argumento de la inseguridad jurídica muchas veces se intentó justificar la represión a las protestas sociales. Ahora, frente a los planteos de los candidatos de vigorizar el Estado, se blande la posibilidad de que los inversores y el FMI se asusten. “Quieren mostrar como anacrónica la presencia del Estado. A mí también me pegaron cuando analicé el sistema financiero. Y yo le digo a todos que la política nacional no depende de los titulares ni de las presiones del establishment que habla a través de ellos. Nosotros tenemos que ser claros: no hay capitalismo sin Estado”, señala Carrió.
“Yo quiero un establishment capaz, honesto y al servicio de la Argentina –señala Kirchner cuando se lo confronta con las quejas y amenazas del poder económico–. Aquel que en vez de preguntar por qué preservé los 530 millones de reserva de Santa Cruz, depositándolos en Suiza, quiera saber dónde están los 30 mil millones de pesos de las privatizaciones que hizo Menem.”
Rodríguez Saá tampoco se priva del dedo acusador. “Desde el punto de vista político en la argentina neoliberal de los últimos 25 años hubo dos genocidios: el que produjo la dictadura, con la fragmentación, y el de Menem, con la exclusión. Y de esto fue cómplice el establishment”, explica Rachid. “No nos importa lo que diga el establishment, que es responsable de la decadencia”, ratifica Rodríguez Saá. Y destaca, buscando mostrarse pionero de la batalla contra el neoliberalismo, que cuando anunció la suspensión de los pagos de la deuda externa, ni Lula era presidente de Brasil ni Lucio Gutiérrez de Ecuador.
Cada uno por su lado plantea el debate. Cada uno por su lado se dice dispuesto a sostenerlo. Los voceros del establishment se manifiestan sorprendidos por que se pongan en disputa los dogmas indiscutibles del neoliberalismo. La única sorpresa, visto el desastre al que arrastraron al país, es cómo el debate no surgió antes.