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Martin Schorr *.

La pregunta primera es en qué condiciones se reprivatiza o renacionaliza. El Estado argentino actuó en el pasado absorbiendo las pérdidas del sector privado. En otras palabras, reestatizar empresas altamente endeudadas puede ser absolutamente funcional a los intereses de esas empresas. El razonamiento sería: como tenemos problemas para asegurar la continuidad del negocio, se lo devolvemos al Estado. Así planteado, el debate es tramposo. Distinto es el caso si las firmas se hacen cargo de sus pasivos y de las obligaciones contractuales caídas. Por lo tanto, es posible reprivatizar, pero no de cualquier forma. Hay que recordar que las privatizadas son responsables de gran parte de la crisis que padecemos. El riesgo de la reestatización es cerrar el círculo de acumulación privilegiada de los ‘90. Esto podría darse claramente en el área de ferrocarriles. También hay sectores donde los incumplimientos registrados o los dineros adeudados al Estado son tan altos, por ejemplo en correos y aeropuertos, donde se vislumbra que la apuesta es seguir consiguiendo concesiones, renegociaciones o perdones del sector público.
La privatización del petróleo es claramente la más ilógica. El precio de los hidrocarburos no solamente es importante per se sino por su poder de regulación sobre el resto de los precios de la economía. Aquí reside la utilidad y la necesidad de que exista una petrolera estatal.

* Investigador del área de Economía
y Tecnología de Flacso.