EL PAíS › OPINION

El homenaje de una nueva militancia

 Por Luis Bruschtein

En el homenaje que le hicieron los movimientos juveniles kirchneristas del peronismo, la izquierda y el centroizquierda a Néstor Kirchner a los seis meses de su muerte, no hubo grandes aparatos ni ómnibus fletados ni vino ni choripán. Tampoco hubo veteranos, salvo alguna patrulla perdida y dispersa de canosos setentistas que más que en actitud protagónica estaban en ademán de pasar la posta. Al revés que los ochentistas con sus temores y sus dos demonios, esta generación los respeta.

No fue un homenaje de grandes fastos, ni de aparatos, ni solemne, ni manijero, porque todas las agrupaciones se pusieron de acuerdo para que el acto fuera amplio. No hubo oradores políticos, solamente una mesa de colaboradores de Kirchner que contaron anécdotas y un documental con retazos de discursos y entrevistas del ex presidente.

Para los que participaron en el hemiciclo del Parque Lezama, que representan a gran parte de una generación que se incorporó con el kirchnerismo a la política, no importaba tanto lo que sucediera en el acto en sí, sino estar allí, como una especie de homenaje a quien les abriera las puertas de una militancia que muchos de ellos ni se hubieran imaginado.

Hubo una generación que se incorporó a la política en los ‘70, después otra que lo hizo con todas las expectativas del retorno a la democracia en el ‘83. Y ésta es la tercera generación que llega a la militancia. Durante todo el tiempo hubo jóvenes que se incorporaron a la política en forma individual, pero como generación, ésta es la tercera que lo hace desde los años ’70. Lo que les pasó a las dos anteriores está mostrado por la historia, y sus derivaciones plantean enfoques muy polémicos y complejos, pero en todo caso fueron la herramienta que utilizó la sociedad para destrabar y abrir caminos, rebeldes en un caso o superpragmáticos en el otro. Lo que pase con ésta está por verse, porque recién empieza, pero tiene ante sí una senda mucho más despejada que las dos anteriores.

El lugar estaba lleno, pero no fue una gran movilización de cientos de miles. Sin embargo, los colores, temperaturas y tonos reproducían muchos de los que se vieron en las exequias de Kirchner, dándole a aquel fenómeno novedoso un carácter de permanencia. Algo que llegó para quedarse como la marca política central de una nueva generación. Como pasa en las militancias juveniles, a los pibes les gusta identificarse y entonces esas marcas que los identifican son a su vez convocantes.

Es obvio que el ex presidente tuvo mucho que ver, no solamente con esa afluencia generacional, sino también con las características y sus contenidos. Por eso el homenaje real que pudo tener un político de raza, como Kirchner, estuvo en las tribunas y en esa nueva militancia.

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