EL PAíS › VILMA IBARRA LLAMA A EXPULSAR AL SINDICALISTA DEL CONGRESO DE LA NACION
“Es indigno un Barrionuevo en el Senado”
La legisladora del Frepaso aseguró que el polémico dirigente “quebró” las normas democráticas. “Un senador que dicta leyes que todos los ciudadanos deben cumplir, no puede violarlas”. Criticó la defensa que el Gobierno ejerce de “Luisito”.
Por Eduardo Tagliaferro
Fue la primera en reclamar la expulsión de Luis Barrionuevo del Senado. Al día siguiente de que se quemaran urnas en Catamarca y que se suspendieran las elecciones, la senadora porteña Vilma Ibarra no dudó en reclamarle al cuerpo una sanción ejemplificadora. A días de la sesión en la que se decidirá la suerte del ex líder del gremio de los gastronómicos y mientras el peronismo, antes de definirse, calcula los posibles costos electorales que podría reportarle una medida como esa, en diálogo con Página/12, la frepasista no duda en afirmar que Barrionuevo “es indigno de estar en el Senado”. Cuando los justicialistas dicen que la embestida contra “Luisito”, como lo llaman sus más cercanos compañeros de bancada, es una movida electoral de la oposición que pretende hacer el mayor daño posible al PJ, Ibarra lo refuta diciendo: “Yo ni siquiera tengo un candidato”. Se entiende, claro, que habla de las elecciones presidenciales del próximo 27 de abril.
–¿Considera que Barrionuevo es indigno de estar en el Senado?
–Eso lo consideré desde un primer momento. Creo que su exclusión hace a recuperar las reglas de juego, que la ley nos alcance a todos y tener previsibilidad. Barrionuevo quebró las normas y llamó a quebrar las normas. Que el Senado convalide esas actitudes sería una pésima señal. Tanto para las futuras elecciones, como para el escenario que le sobrevendrá. En los últimos tiempos, en el país tuvimos: diputruchos, senadores a los que se les convalidó títulos cuestionados, diputados que frenaron juicios políticos bajo la sospecha de que a último momento recibieron algún favor. Le parece poco.
–Ninguno de esos hechos hubiera sido posible sin la aquiescencia de las fuerzas políticas que fueron mayoría parlamentaria.
–Cuando las mayorías convalidan estas prácticas empieza a generarse en la sociedad la sensación de que cualquier cosa es válida y vale cualquier regla de juego. Es decir, ya no hay reglas de juego. Cuando la mayoría acepta el peso de la patota, cuando la ley no rige para quienes la dictan o para los gobernantes, al ciudadano común lo persigue la idea de que no tiene sentido cumplir con la ley.
–Uno de los argumentos más repetidos por el peronismo fue una especie de teoría de los dos demonios en la que lo que denominan “proscripción” del PJ justificaría o explicaría la violencia del día de las elecciones. ¿Qué opina de esas definiciones?
–Salvo intervención federal por las causales constitucionales, la Nación no se mete en ese tema. Igualmente desde la política hay que preguntarse si era pensable realizar elecciones sin que estuviera presente para ninguno de los cargos electivos una de las dos fuerzas políticas más importantes de la provincia. Lo cierto es que hubo sentencias y decisiones. Desde la Corte Suprema de la Nación hasta los tribunales inferiores, todos coinciden en que el proceso electoral catamarqueño es autónomo. De lo que estoy segura es de que un senador que a su vez es candidato lo que nunca puede hacer es llamar a quebrar la ley, a robar urnas, decir cosas como: “Vamos a salir a la calle a pelear cuerpo a cuerpo; no nos vamos a quedar de brazos cruzados, voy a defender aunque sea con mi vida”. O festejar que se suspendieron las elecciones y generar un proceso de violencia callejero. Si hubo o no proscripción, eso no cambia a la hora de analizar la conducta de Barrionuevo.
–Precisamente si algo debe igualar es la Justicia.
–Desde el indulto a los genocidas hasta hoy en día, a muchos argentinos algunas decisiones judiciales no nos han gustado. El día que Menem firmó el indulto sentí vergüenza de ser argentina. Pero nuestra reacción fue ir a la Comisión Interamericana de Derechos Humanos, convocar a manifestaciones, pedir la derogación y la nulidad de las leyes de Obediencia Debida y Punto Final, pero nadie llamó a hacer justicia pormano propia. Aun en la peor de las iniquidades, aunque Barrionuevo pensara que estaba proscripto, no debía reaccionar como lo hizo. Vamos, es un senador de la Nación, qué le queda a un ciudadano sin fueros. Qué le queda entonces por hacer a la mamá de Walter Bulacio, con el dolor de tener el cadáver de su hijo, haber pasado por 36 jueces y no tener justicia. Lo mismo vale para la madre de Miguel Bru o tantos familiares víctimas de injusticias. Por un cargo, un senador nacional ¿puede salir a violar la ley? Pongamos leyes y reglas de juego.
–Este Senado que ya arrastra las sospechas de los presuntos sobornos denunciados por el Financial Times, ¿puede asimilar otro escándalo como salvar a Barrionuevo?
–Va a depender de las instituciones y de los que las integramos dar señales de cambio. El Senado por sí solo no podría cambiar si no lo hacen los partidos políticos y la Justicia. Los organismos de control y reguladores de los servicios públicos tienen una muy mala imagen. Hay un deterioro alto de la democracia. Ahora, si los hombres que ocupamos los espacios institucionales no percibimos que tenemos que dar señales distintas y predomina el espíritu corporativo y la defensa de un compañero, estamos perdidos.
–¿Qué opina del paso del ministro del Interior Jorge Matzkin por la comisión?
–Yo me había opuesto a que viniera el ministro porque consideré que sobre la conducta de Barrionuevo no podría aportarme nada. Me retiré precisamente porque no quería participar del debate de la interna justicialista. Tengo la impresión de que gran parte del Gobierno ha decidido defender a Barrionuevo como si fuera uno de los suyos.
–¿Puede haber una sanción intermedia que no fuera la exclusión?
–Me parece que es impensable. Nosotros vimos un video en el que aparece Barrionuevo diciendo: “Si no están nuestras boletas nos vamos a llevar las urnas y vamos a votar en las unidades básicas”; o “si no votamos nosotros acá no hay elecciones, acá no vota nadie o esto puede terminar mal”. Eso finalmente pasó. Barrionuevo había reconocido: “Yo conduzco al PJ”. De hecho cuando él dijo “nos retiramos en paz”, no hubo disturbios, no pasó nada. A esto nosotros lo llamamos la teoría del actor mediato. Es decir, quien tiene el dominio del hecho y que tiene interés de que las cosas ocurran de una determinada manera. Esto solo amerita la expulsión. Un senador que dicta leyes que todos los ciudadanos deben cumplir no puede violarlas. Esto lo convierte en indigno de estar en el Senado, tiene un desorden grave de conducta.
–¿La falta de imparcialidad del Gobierno frente a lo sucedido en Catamarca puede poner en dudas las próximas elecciones presidenciales?
–No tengo la impresión de que los futuros comicios puedan aparecer comprometidos. Igualmente creo que es muy malo que el Gobierno haya permitido crecer esa sensación de protección a Barrionuevo. Celebro que Felipe Solá haya dicho que habría que expulsarlo. Celebro que la presidenta de asuntos constitucionales, Cristina Kirchner, haya tenido una posición muy enfática de que si se aprueban estos hechos es muy indigno estar en el Senado y de que Barrionuevo debe ser excluido. Si hay protección es una muy mala señal, como también es malo que el ministro Matzkin minimice los hechos.