Domingo, 26 de febrero de 2012 | Hoy
EL PAíS › OPINION
Por Adrián De Benedictis
El fútbol no sólo suele ser el disparador de múltiples expresiones sociales vinculadas con ese deporte, sino que además es capaz de provocar una disyuntiva sobre el hombre más apto para desarrollarlo. El caso de Lionel Messi sigue sorprendiendo a diario. El jugador del Barcelona español vuelve a estar en el centro de las polémicas a partir de una encuesta. Y lo que se percibe en el ambiente futbolístico se potencia aún más. El rosarino es considerado el mejor del mundo, pero al mismo tiempo se lo sigue mirando con recelo. Seguramente, que haya desarrollado toda su carrera en el exterior hizo que los argentinos no tuvieran un contacto directo con él desde sus inicios, y de esa manera la aceptación no es tan simple.
Pero sin duda, esto se genera por el valor que los argentinos le dan al fútbol y que lo convierte en el más democrático de los deportes. En el caso de que Messi se hubiera destacado en otra disciplina, no provocaría ningún tipo de discusión. El ejemplo más claro es Emanuel Ginóbili, el basquetbolista de San Antonio Spurs no ofrece oposición en el país, y ya se metió entre los más grandes de la historia. El básquet despierta interés en muchos sectores, pero inmediatamente no da espacio para muchos cuestionamientos de sus protagonistas.
El pensamiento de los futboleros es tan particular que, aun saliendo campeón del mundo con el seleccionado argentino, lo que puede suceder en Brasil 2014, no se podría afirmar que a Messi lo ubiquen en la cima. Esa a la que Diego Maradona llegó, más allá de sus condiciones, también por su rebeldía para posicionarse ante los dueños de la pelota. Una de las diferencias principales con éste es que Maradona fue consagrado antes de continuar su carrera en Europa, es decir, se fue del país con la aureola de los elegidos, pero no sólo para los hinchas de Argentinos y Boca, los clubes en los que jugó antes de partir, sino también para los seguidores del resto de las instituciones.
Lo que se le reclama a Messi es que no puede exhibir en la Selección todo lo que sí logra en el Barcelona, y a partir de ahí aparecen múltiples explicaciones de motivos que ni siquiera él ha podido asimilar. Lo que sucede con Messi es un fenómeno, en el sentido literal, que muy pocos hombres han conseguido. Para los brasileños, portugueses, españoles, italianos, y de muchos otros países, él es el espejo de cómo se deben hacer las cosas adentro de una cancha, mientras que de este lado del mundo todavía nos deja algunas dudas. Si Messi hubiera nacido en algunos de esos países, quizás estaría gozando ahora de un reconocimiento todavía más grande. El propio Maradona se hizo el desentendido la semana pasada, cuando lo consultaron respecto de si Messi ya estaba a su altura, con todos los títulos, goles y premios que logró en su corta carrera. Y la expresión de Diego también es una medida de lo que provoca Messi en todos los argentinos.
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