EL PAíS › TERMINó DE DECLARAR EL EX PRESIDENTE FERNANDO DE LA RúA POR LAS COIMAS EN EL SENADO

Dicen que soy solamente una víctima

El ex presidente criticó al arrepentido Mario Pontaquarto, al ex senador peronista Antonio Cafiero, al ex jefe de Gabinete Rodolfo Terragno y al ex vicepresidente Carlos “Chacho” Alvarez. “Mi procesamiento significó el avasallamiento de la institución presidencial”, dijo.

 Por Ailín Bullentini

Flaqueado por familiares y viejos amigos que festejaron algunas sutiles ironías que se animó a deslizar durante su segunda y última jornada de declaración indagatoria, el ex presidente Fernando de la Rúa volvió a ubicarse como la víctima de una “causa inventada”. “Mi procesamiento significó el avasallamiento de la institución presidencial. Sentí la causa direccionada, la defensa limitada en su control y los hechos, absurdos”, se lamentó como corolario de un testimonio en el que, sin perder el decoro, prendió el ventilador y criticó a los “testigos de sospechas”, cuyos testimonios evaluó clave para la requisitoria del fiscal que lo procesó. Además de apuntar al “arrepentido” Mario Pontaquarto –quien sólo escuchó la primera parte de la exposición–, quien le atribuyó el papel fundamental de dar el aval para el pago de los sobornos, De la Rúa apuntó hacia el ex senador peronista Antonio Cafiero, su ex jefe de Gabinete Rodolfo Terragno y su ex vicepresidente, Carlos “Chacho” Alvarez, a quien acusó de elucubrar con el ex jefe de Gabinete de Cristina Fernández de Kirchner Alberto Fernández un plan en su contra. Los cuatro integran la enorme lista de personas que serán citadas a declarar ante el Tribunal Oral federal Número 3.

De la Rúa utilizó la audiencia de ayer –en el juicio que se les sigue a él y a otros siete acusados de haber pagado y recibido sobornos en el marco de la aprobación de la ley de Reforma Laboral en abril de 2000– para “ir al hueso de la cuestión”. De la misma manera que lo hizo la semana pasada, se ubicó como una víctima de “traiciones y mentiras” en una “causa que está fundada en testigos que hablan desde la sospecha y que son los creadores de la creencia colectiva de que los hechos verdaderamente ocurrieron”. Les reclamó al fiscal de la causa en etapa de instrucción, Federico Delgado, y al juez de esa instancia, Daniel Rafecas, basar su requisitoria en “pruebas de poca sustancia”: “El soborno es un delito y la malversación es delito, pero también lo es el atribuirlos sin responsabilidad”, sentenció.

En ese marco, se quejó de que los testigos citados en su procesamiento “hablan de las coimas, pero no participaron de ellas; dicen saber de los sobornos, pero no pueden indicar cuándo ni cómo” y, a la vez, se encargó de denostar por completo la historia del único testigo en la causa que confesó haber participado en ella. El, Pontaquarto, es quien revela “el hueso de la cuestión” que De la Rúa intentó desmentir ayer: la reunión en su despacho en la que le respondió al jefe provisional del Senado, el radical José Genoud, que “eso arréglenlo con (el ex titular de la SIDE, Fernando) De Santibañes, en referencia a una virtual orden del pago de coimas a un grupo de senadores justicialistas.

De la Rúa basó su ataque contra el testimonio de Pontaquarto en una “multitud de contradicciones” que le atribuyó al testigo y acusado y en los “errores” que aseguró tener su descripción del despacho presidencial. En ese tren volvió a mostrar las imágenes de esa oficina de la Casa de Gobierno con la misma suerte trunca que corrió esa estrategia la semana pasada. Se entendió poco y nada.

El intento de desmentida también incluyó una planilla con los datos del clima correspondientes al día en que el “arrepentido” se habría llevado el dinero de la SIDE: “No llovía a las 18, como dijo este señor. A las 19 lloviznaba y recién a las 2 de la madrugada del día siguiente llovió fuerte en Buenos Aires”, detalló minuciosamente. Su mención al artículo del convenio colectivo para trabajadores portuarios que asegura que “un hombre puede cargar hasta 35 kilos y por no más de 25 metros” con el solo objetivo de negar que Pontaquarto hubiera cargado los bultos con el dinero espurio solo desde su auto hasta el departamento del ex legislador Emilio Cantarero provocó la risa del público –incluida la de su hijo Aíto–. “Eso demuestra que el vago estaba fuera de convenio”, reflexionó, sagaz y en voz alta, el ex senador acusado Alberto Tell.

Pontaquarto no fue el único descalificado por De la Rúa. A Cafiero, quien pidió en la Cámara alta que “se investiguen” los sobornos, lo acusó de ser quien “llevó confusión a los tribunales” y de actuar para “conseguir su reelección”. “Su fuente fue (Hugo) Moyano, quien agitó el avispero de la existencia de sobornos. Desde febrero estaba diciendo que la ley no se aprobaba sin prebendas. Pero Moyano también actuó en base a intereses propios, porque quería ser titular de la CGT”, denunció el ex presidente. A Terragno y a Alvarez los acusó de “falsificar los hechos, por temor o por ventaja” y remarcó efusivamente que tanto uno como otro “fueron excluidos de las sospechas pese a sus cargos institucionales en el gobierno”.

A Chacho Alvarez también lo acusó de haber planificado una “conspiración” con Alberto Fernández, basado en las exposiciones públicas que hicieron ambos “el mismo día y a la misma hora” en que confesó Pontaquarto, a quien esta cuasidenuncia roza de cerca. “Chacho primero se aleja del hecho (de las coimas), pero después se hace militante de la causa en un plan que armó con Alberto Fernández para levantar su imagen y ubicar a ese gobierno (al de Kirchner) como el verdadero luchador contra la corrupción”, deslizó. El tema, no obstante, pasó sin pena ni gloria por los abogados querellantes y defensores, ya que ninguno lo consultó para que profundizara al respecto (ver aparte).

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Fernando de la Rúa también criticó al fiscal Federico Delgado y al juez federal Daniel Rafecas.
Imagen: DyN
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