EL PAíS › EL PRESIDENTE ELECTO CON DUHALDE EN OLIVOS
Hay que agrandar la banda
“Siempre me gustó la quinta de Olivos”, reconoció con una sonrisa Néstor Kirchner en su primera visita a la residencia presidencial como presidente electo. Se lo dijo a los periodistas en la puerta del chalet que, a partir del domingo, usará como vivienda para él y su familia. “Voy a estar mucho tiempo, porque me parece bastante difícil seguir viviendo en mi casa porque estoy molestando a mis vecinos”, aseguró Kirchner mientras, a su lado y unos cuantos centímetros más abajo, lo flanqueaba Eduardo Duhalde con una sonrisa. Porque el buen humor fue lo que abundó ayer en la entrevista de dos viejos conocidos, flamantes socios.
Además de anunciar que se alojará en Olivos, Kirchner recordó que en esa quinta fue muchas veces recibido con mala cara y tratado con cierta indiferencia. Se refería a la gestión de Carlos Menem, durante la cual –aseguró– sufrió “en varios momentos” la frialdad del ex presidente que terminó siendo su adversario. Kirchner ingresó a la quinta de Olivos por la entrada que pasa por debajo de las vías del ferrocarril Mitre, pasadas las cinco de la tarde. Veinte minutos antes de la seis, el patagónico se encontró con Duhalde, quien lo recibió de buen humor.
Campechano, el anfitrión le dijo a Kirchner que lo siguiera porque tenía que medirle el talle para confeccionarle la banda presidencial. “Me llevó arriba diciéndome que teníamos que hacer una tarea. ¿Qué tarea?, pregunté. Es para tomar las medidas de la banda, me dijo. La de él no me entraba”, relató jocosamente Kirchner ante los periodistas. Después del toque humorístico, el santacruceño comentó los resultados de la reunión con Duhalde: “Hemos mantenido una larga y fructífera reunión con el Presidente. Hablamos mucho de política y de la situación institucional del país”, relató.