EL PAíS › EL SECRETARIO DE ESTADO DE ESTADOS UNIDOS VENDRA A LA ARGENTINA EL 10 DE JUNIO
Colin Powell en vuelo de reconocimiento
Sin relaciones carnales, la Argentina y los Estados Unidos empiezan a definir sus nuevos lugares frente a frente. Funcionarios de Washington se comunicaron con el Gobierno de Kirchner para concertar un encuentro aquí con el jefe de la diplomacia norteamericana. Cómo están los vínculos.
Por Martín Granovsky
Si George W. Bush no se lo lleva a Medio Oriente en su avión Air Force One, el 10 de junio Colin Powell estará en Buenos Aires y se entrevistará con el Presidente Néstor Kirchner. La movida es parte de un lento proceso de ajuste de relaciones entre la Argentina y los Estados Unidos, más allá de la histeria del establishment.
Dos funcionarios del gobierno nacional informaron ayer a Página/12 que el encuentro está concertado en firme. Solo podría cambiar o anularse si Bush viaja y si el secretario de Estado de los Estados Unidos es de la partida. En ese caso no podrá acercarse a Santiago de Chile para la reunión de la Organización de los Estados Americanos ni hacer escala en Buenos Aires.
Según los funcionarios, el Departamento de Estado preguntó si Kirchner recibiría a Powell. La respuesta fue afirmativa. El hecho se suma a la conversación entre Kirchner y Bush del martes último y el encuentro de Kirchner con Mel Martínez, el ministro de Vivienda que Bush envió al traspaso del mando para marcar que su entusiasmo por los últimos gobiernos argentinos es más bien pobretón.
El canciller Rafael Bielsa no firmará ningún acuerdo con Powell. Ellos dos y Kirchner se dirán frases de circunstancias, como midiéndose, con la convicción mutua de que nada es como era entonces, y buscarán un nuevo tipo de relación. Más allá de la histeria del establishment, la realidad cambió.
La Argentina no proclama ya, cuando habla de cómo vincularse a los Estados Unidos, su devoción por las relaciones intensas de Fernando de la Rúa y por las relaciones carnales de Carlos Menem. Bielsa llamó a la nueva etapa “cooperación sin cohabitación”.
Y los Estados Unidos no usan frases como “liderazgo argentino en todo el continente” o “presidente amigo”, destinadas alguna vez a Menem y De la Rúa.
No hay calidez. Pero, ¿hay hostilidad?
Del lado norteamericano en los últimos tiempos solo puede registrarse un estado de frialdad y, sobre todo, de espera.
Del lado argentino, en cambio, hay gestos concretos:
- Después de la primera vuelta, Kirchner viajó a Brasil y Chile. No a los Estados Unidos.
- En Brasilia admitió, ante la pregunta de Folha de Sao Paulo, que no tiene interés especial en que se desarrolle el Area de Libre Comercio de las Américas.
- Bielsa dijo que Brasil ejercía un liderazgo natural del Mercosur, con lo cual desdeñó una Argentina supeditada a Washington.
- El canciller también declaró al diario ABC de Madrid que no se atrevía “a decir abiertamente que se violan los derechos humanos en Cuba”. Dijo que no tenía “autoridad moral ni el cargo que me permita decir una cosa con tanta ligereza”.
- La primera visita oficial de Kirchner como Presidente será a Brasil, tal como lo acordaron el propio Bielsa y su colega Celso Amorim.
- El Gobierno no hizo ningún gesto de desagrado frente a Cuba ante el acto de Fidel Castro en la explanada de la Facultad de Derecho, ni intentó disuadir al presidente cubano.
La Casa Blanca podría sacar dos conclusiones.
Una, que la Argentina no se reconoce más como aliada estratégico-militar de los Estados Unidos.
Otra, que reforzó la apuesta y no solo proyecta un Mercosur consolidado sino que planea concertar políticas con Brasil. En términos de AmorimBielsa, que Brasil represente a la Argentina y la Argentina a Brasil ante terceros países (ver más información en la página 16).
Más allá de cualquier histeria, estos son los hechos más importantes. Voceros del establishment se escandalizaron ante las declaraciones deBielsa sobre Cuba y los derechos humanos. En rigor, la frase del canciller sobre que no se atreve a hablar del tema coincide con el voto de Eduardo Duhalde, que fue de abstención y no abiertamente favorable a la posición cubana. Si a Bielsa le conviene o no este tipo de afirmaciones públicas es un tema distinto, que según pudo saber Página/12 el gobierno estaba empezando a debatir ayer.