EL PAíS › RADICALES Y PERONISTAS COMPITEN EN EL MERCADO DE LA CERVEZA ARTESANAL

A tomar partido

La Hipólita, en versión rubia, roja y negra, la fabrica un grupo de militantes del radicalismo en un comité de Caballito. De la peronista, hecha por pequeños productores en Mataderos y comercializada en un bar de Palermo, hay cuatro variedades.

 Por Sebastian Abrevaya

A fines de 2011 apareció la primera, en versión peronista. Ahora, recién lanzada, llegó el turno de su competidora, la radical. Se trata entonces de la primera batalla política de cervezas artesanales. En el bar Perón Perón se venden desde hace casi dos años las variedades rubia Evita, colorada Montonera, la 17 de Octubre y una negra extra fuerte llamada Doble K. En las ollas de un comité del barrio de Caballito, en cambio, nació hace poco más de un mes la cerveza Hipólita, acuñada así en honor al primer presidente radical, Hipólito Yrigoyen. A diferencia de otras cervezas artesanales, tanto peronistas como radicales coinciden en que no buscan ganar dinero y que la bebida se transforma en excusa y se esconde detrás una forma de concebir la política, ya sea en la forma de producir y distribuir la cerveza. “La idea surgió igual que la de hacer el bar Perón Perón: extender los actos militantes a otro tipo de expresiones y poner a producir a un pequeño productor”, explicó a Página/12 Daniel Narezo, dueño del bar palermitano.

Pocas cosas mejores que compartir una cerveza fría en el caluroso verano porteño. Pero más aún para los correligionarios radicales y los compañeros peronistas si se trata de una Hipólita o una de las cuatro variedades que se venden en Perón Perón, ya sea en botella o tirada. Ambas experiencias tienen el antecedente de otras bebidas alcohólicas como el vino El Justicialista, del bodeguero Helmut Ditsch, o botellas con etiquetas de la UCR que hace tiempo podían verse en algunos encuentros nacionales del centenario partido.

La agrupación radical Los Irrompibles empezó su proyecto hace poco, en el comité de Rojas y Aranguren, en el barrio porteño de Caballito. Se formó a partir de un grupo de seis militantes que compartían su gusto por la cerveza. Leandro Villani, de Trenque Lauquen, empezó a averiguar cómo producir cerveza artesanal y de a poco la idea comenzó a tomar cuerpo. “Tratamos de conjugar distintas cosas. La parte de la cerveza, más recreativa, con la política y con una movida cultural. En la presentación lo que hicimos fue una primera parte más formal sobre la cerveza, con un video de la campaña de Yrigoyen del ’28 y una muestra fotográfica. Y después de que se fue la familia, se quedaron los amigos de siempre”, contó a este diario Leandro Giacobone, otro de los integrantes de Los Irrompibles, que hasta la muerte de Raúl Alfonsín militaban en el histórico local de Formosa 114, posteriormente vendido.

Hipólita viene en tres variedades: rubia, roja y negra. Pensada originalmente como un pequeño emprendimiento, entre la dirigencia partidaria sólo pudieron degustarla el diputado nacional Manuel Garrido y el senador Eugenio “Nito” Artaza. “Nuestra idea es ir haciéndola conocida, más allá de la cuestión partidaria y de recrear esa cosa bohemia, nosotros queremos usarla como una excusa para juntar gente y poder charlar. Muchas veces el alcohol está asociado con la violencia, te estigmatizan desde ese lado, pero para nosotros sirve para juntarnos y hablar de política, debatir, incluso con militantes de otros partidos”, explica Giacobone. En un primer momento se habían barajado otros nombres, como 1890 en referencia a la Revolución del Parque, pero cuando la marca Quilmes sacó una línea con ese nombre quedó descartada. Otro fue Carrido Lura, en referencia al seudónimo utilizado por Raúl Alfonsín para escribir notas durante la dictadura de Juan Carlos Onganía. “No es lo mismo ponerle Hipólita que ponerle Chupete o Alvear. Tiene que ver también con el radicalismo que queremos reivindicar”, concluye Giacobone, que anticipa la intención de hacer presentaciones cada dos meses y de sacar algunas “ediciones especiales” más adelante.

La cerveza peronista surgió de otra manera, no desde una unidad básica, sino desde el bar ubicado en Angel Carranza y Guatemala, en Palermo. “En un momento me cansé de lidiar con las exigencias y los incumplimientos de las multinacionales entonces dije: ‘No quiero depender de ustedes y hago mi propia cerveza’. Nosotros teníamos la idea y la posibilidad de venderla. Contacté a unos amigos de Mataderos que tenían un microemprendimiento... y decí que no se puede fabricar Coca-Cola para hacer fernet peronista”, bromeó Narezo, que no da abasto para satisfacer su demanda. El dueño del bar asegura que sería mucho más rentable vender cerveza industrial, pero se desvirtuaría la “esencia” de la idea, que implica generar puestos de trabajo argentinos desde la producción primaria hasta la boca de venta. Los pedidos para exportar a Italia, entonces, deberán esperar indefinidamente. “Yo prefiero que la puedan tomar los compañeros acá”, aseguró y agregó que sí, que la Doble K, en honor a Néstor y Cristina Kirchner, podría continuar produciéndose, aun después de 2015. “Han hecho suficiente mérito para quedar en la historia argentina y bien parados”, remató.

Cada uno con su proceso particular y como en otros tiempos de la política, volvió el bipartidismo a la Argentina. En este caso, a la cerveza.

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