EL PAíS › KIRCHNER EN EUROPA POR PRIMERA VEZ EN SU VIDA

Bronca con Baltasar Garzón

Los derechos humanos serán un tema central de la visita del Presidente a Europa. Kirchner está incómodo porque estima que Garzón quiere marcarle los tiempos. Lo que piensa hablar con Blair.

 Por Fernando Cibeira

Página/12
en Inglaterra
Desde Londres

El presidente Néstor Kirchner pisó ayer por primera vez en su vida Europa. Técnicamente, el hecho se produjo en la escala que el Tango 01 realizó en las islas Canarias para cargar combustible, pero oficialmente se produjo en Londres, donde lo estaban esperando las autoridades diplomáticas y donde a partir de mañana participará en la Cumbre de Gobiernos Progresistas. Cerca del Presidente insisten en que el espíritu “malvinero” que proclama Kirchner estará presente en su encuentro con Tony Blair, pero que también hay interés en tocar temas económicos. Es que la impronta de esta gira sería eminentemente económica hasta que empezaron a crecer otras cuestiones, a priori laterales, como los pedidos de extradición de los represores juzgados en el exterior. Para disgusto del Presidente, el juez Baltasar Garzón reiteró el martes la orden de detención contra 46 represores procesados en España y dio pie para que el debate se convierta en la vedette del tour.
Luego de la escala en Canarias, Kirchner se sentó a la mesa ovalada del Tango 01 para leer los diarios extranjeros comprados en el aeropuerto.
Ahí vio con alegría que el madrileño El País traía en la página 3 su foto junto al basquetbolista Ginóbili, ambos sonrientes y mostrando las camisetas con sus nombres. Sin embargo, la nota, más que anticipar su visita, estaba casi íntegramente referida a la cuestión de los derechos humanos: daba por hecho que el Presidente anularía el decreto de De la Rúa que impide extraditar a los militares que sean juzgados en el exterior, lo que permitiría que muchos de ellos sigan los pasos del represor Ricardo Cavallo, detenido en México y hoy preso en España.
Menem decoró la poltrona presidencial del avión como la de alguien que realmente disfruta de ser presidente. Tiene el escudo argentino en el cabezal, otro en cuadrito un poco más arriba y una banderita argentina al lado del apoyabrazo. Así que Kirchner recostó su cabeza sobre el escudo nacional y pensó en el problema del decreto. El artículo lo daba por hecho cuando en realidad no lo es: la decisión está tomada, es cierto, pero falta la firma del Presidente.
Y al Presidente, ya lo dejó en claro, no le gusta que lo corran con las decisiones. Por eso, aseguran cerca suyo, no le gustó nada el apresuramiento de Garzón, quien reiteró el pedido de captura que le rechazó De la Rúa, apenas un día después de que Kirchner le dijera en una cena a la cúpula de las Fuerzas Armadas que “el reencuentro no debe venir del silencio y la complicidad”. Ahora debe resolver cómo seguir adelante con su propósito –en este caso, dejar que la Justicia, sin intromisiones, sea quien resuelva sobre las extradiciones– y no quedar como un Presidente que actuó porque lo presionaron.
“Nosotros queremos hacer las cosas prolijas. Hay algunas cuestiones alrededor del decreto que todavía faltan arreglar, si lo hacemos mal puede ser peor. Por eso nos parece que Garzón se apuró”, explicaba uno de los pasajeros del avión presidencial.
De esas cuestiones conversó Kirchner durante horas de vuelo junto al gobernador de Santa Cruz, Héctor Icazuriaga, y el candidato a sucederlo y actual jefe de la SIDE, Sergio Acevedo. Dos de los miembros de la reducida comitiva que acompañó al Presidente que componen además su esposa, la senadora Cristina Fernández de Kirchner, el vocero Miguel Núñez y el secretario privado Daniel Muñoz. Los integrantes del Gabinete que participarán del viaje, el canciller Rafael Bielsa y el ministro Roberto Lavagna, se sumarán entre el lunes y el martes.
Fiel a su estilo informal, Kirchner bajó del avión en el aeropuerto de Heathrow, en las afueras de Londres, sin corbata, con saco azul y camisa amarillo claro. Junto a Cristina saludó al embajador Vicente Berasategui y a su mujer, Teresita Mazza. Lo llevaron a saludar al personal de la embajada y lo subieron en un impactante Jaguar negro que lo llevó hasta la sede diplomática. En el trayecto, los miembros de la comitiva se fueron poniendo a tono con la realidad europea. Por ejemplo, el chofer del auto les contó que su sueldo –pasado de libras a moneda argentina– redondeaba unos 21 mil pesos. Con los ingresos de su mujer, que es niñera, llegaban a los 35 mil. “Pero la vida en Londres es carísima”, les advirtió el chofer, al ver las caras de asombro.
Ese dato lo pudieron corroborar muy pronto, en cuanto salieron a dar una vuelta por el sofisticado barrio de Belgravia, en los alrededores de la embajada. Pese a que les habían preparado una cena, los Kirchner prefirieron en su primera noche europea salir a comer algo por ahí, aprovechando lo templado de la noche, similar a una primavera porteña. Hoy será el último día en el que todavía les quede algún rato libre antes de meterse de lleno en la Cumbre y encarar el resto de la gira, en la que no habrá más espacios en blanco.
Mientras elabora la mejor forma de reaccionar ante el pedido de Garzón, Kirchner piensa en un diálogo de igual a igual ante Blair. Se encontrarán a solas el lunes, en la jornada de trabajo de los 13 presidentes que asistirán a la Cumbre Progresista. Cada uno de ellos llevará un asistente, que en el caso de Kirchner será su mujer Cristina. Blair probablemente no tenga todos los sentidos puestos en la Cumbre: justo este fin de semana el premier israelí, Ariel Sharon, le hará una visita de Estado.

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Kirchner leyendo diarios europeos en un tramo de su viaje. Ayer llegó a Londres, con Cristina.
“El País” da por hecho que firmará el decreto que limita las extradiciones. Eso lo fastidió.
 
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