EL PAíS › GATILLO FACIL EN LA MEMORIA DEL COMISARIO DETENIDO POR LA MASACRE
Oliverio, un hombre consecuente
El policía identificado como el asesino de Alberto Márquez, el pasado 20 de diciembre, está investigado por una muerte dudosa.
Por Adriana Meyer
No es la primera vez que los policías involucrados en la masacre de Plaza de Mayo tienen problemas con la Justicia. El comisario inspector Orlando Juan Oliverio, preso por el homicidio del manifestante Alberto Márquez, habría estado implicado en el caso de gatillo fácil en el que murió Christian Gabriel Robles, hijo de un sargento de la Policía Federal. El Tribunal Oral 26, que condenó a nueve años al autor material del asesinato de Robles, ordenó al juzgado de instrucción 47 ampliar la investigación. Uno de los puntos que falta esclarecer es la razón de la presencia del comisario Orlando Juan Oliverio en la escena del crimen. La jueza María Servini de Cubría, a cargo de la investigación por la represión del 20 de diciembre, ordenó la liberación de tres policías que estaban detenidos por la muerte de Márquez, pero Oliverio sigue tras las rejas. Y pidió la captura de otro uniformado.
Era casi la medianoche del 3 de diciembre de 1997. Christian Robles, de 26 años, volvía de la casa de su abuela en Parque Patricios. Ocho policías de la brigada de la División Robos y Hurtos de la Federal, de civil y con vehículos sin identificación al igual que en el caso Márquez, emboscaron a dos ladrones que habían robado 170 pesos de una pizzería y fusilaron a uno de ellos y a Robles, que justo pasaba por allí. Otro ladrón escapó, junto a un cómplice que lo esperaba en un auto con el motor en marcha. Los policías dejaron que el robo se consumara, se escondieron en una heladería y cuando los ladrones pasaron frente a ellos abrieron fuego. Fueron 42 disparos, de los cuales 12 mataron al ladrón Andrés Daniel Duarte. Robles recibió 10 en la zona inguinal y 7 en el resto del cuerpo. Tras 36 horas de agonía falleció en el Hospital Churruca.
“Le puse la pistola martillada en la cabeza y le grité: ‘Hijo de puta, de dónde me conocés’”, le confesó el sargento Hugo Gorosito al sargento Carlos Alberto Robles, padre de Christian. Gorosito casi remata al joven herido en el piso, luego del tiroteo, porque lo había llamado por su apellido dado que lo conocía del Círculo de Suboficiales de la Federal al que acudía. Allí, Robles padre y Gorosito practicaban juntos full-contact. Por errores cometidos durante la instrucción del caso –a cargo de la jueza Mónica Berdión de Crudo asistida por la misma División Robos y Hurtos a la que pertenecían los imputados– no fueron secuestradas todas las armas utilizadas en ese operativo, por lo cual no fue posible establecer quiénes dispararon, además de Augusto Nino Arena. Este policía fue el único condenado porque se comprobó que dos de las balas que mataron a Christian partieron de su 9 milímetros reglamentaria.
Según publicó Página/12 en julio pasado, Gorosito y otro sargento que participó del procedimiento estaban asignados a la división Custodia Presidencial, que tiene su sede en Balcarce 24. El Tribunal Oral 26 devolvió el expediente de este caso al juzgado de Berdión de Crudo para que amplíe la investigación, pero nunca llegó porque están pendientes planteos en la Cámara de Casación. Uno de los interrogantes que persisten es la razón de la presencia de un noveno policía en el lugar de los hechos, el comisario Oliverio, quien en 1997 estaba en la División Estadística de Antecedentes Personales. La familia de Robles sabe que este policía acudió al lugar con intenciones aún no esclarecidas.
La Liga Argentina por los Derechos del Hombre y la Correpi, querellantes, presentarán estos datos en la causa sobre la masacre de Plaza de Mayo. Mientras tanto, la jueza Servini de Cubría decidió ayer liberar a los policías Guillermo Galdame, José Bercovich y Horacio Barrios.