Miércoles, 22 de enero de 2014 | Hoy
EL PAíS › OPINIóN
A partir de la republicación en este diario, el 14 de enero pasado, del artículo de Juan Gelman “Elogio de la culpa”, los autores indagan en la pregunta que plantea el poeta: ¿Hubo que ser “inocente” para tener acceso a la categoría de víctima de la dictadura militar?
Por Gisela Cardozo * y Alejandro Michalewicz **
Familiares de Detenidos Desaparecidos por razones políticas planteaba en el 2008: “Nos preguntamos qué efectos tiene para los Ex Detenidos Desaparecidos el haber tenido que omitir en sus primeras declaraciones su identidad de militantes políticos así como el sentido en el cual se inscribieron sus acciones: la disputa política entre dos modelos opuestos de país”.
El extracto de este artículo es producto de una investigación sobre el Plan Nacional de Acompañamiento y Asistencia a los Querellantes y Testigos Víctimas del Terrorismo de Estado, implementado por la Secretaría de Derechos Humanos de la Nación en el marco de la reapertura de los juicios contra el terrorismo de Estado en Argentina a finales del año 2006. Dicha investigación es producto de un convenio entre la Universidad Nacional de Lanús y el Centro de Asistencia a Víctimas de Violaciones de Derechos Humanos Dr. Fernando Ulloa de la mencionada Secretaría.
Las entrevistas realizadas se basaron en aportes de testigos de los actuales juicios contra el terrorismo de Estado, como también abogados querellantes, fiscales y operadores del Plan Nacional de Acompañamiento (hoy dependiente del Centro Ulloa), y se realizaron tanto en el ámbito de la Ciudad de Buenos Aires, como de las provincias de Buenos Aires, Chaco, Córdoba, Tucumán y Entre Ríos durante el año 2010.
Intentaremos abordar un planteo recurrente por parte de muchos testigos entrevistados en relación con una cierta incomodidad que les provoca el ser nombrados como “víctimas”.
A pesar del fuerte cuestionamiento que muchos ex detenidos-desaparecidos (ex DD) entrevistados han mostrado por este término, la necesidad de su utilización –incluso en el nombre del Plan que fue objeto de la investigación– remite a cuestiones legales y operativas. El término “víctima” cumple con la función de diferenciación en relación con otro grupo de testigos, por ejemplo los de la defensa (además de delimitar un campo de intervención en la práctica del acompañamiento y asistencia que el Estado ejerce sobre las personas que fueron víctimas de delitos de lesa humanidad).
Un testigo ex DD nos dijo: “No sé si asumir el papel, pero sí asumir el nombre víctimas, pero sin que nosotros nos sintamos víctimas. Porque fundamentalmente la asistencia y contención que recibimos es por esa condición de víctimas”.
¿Qué connotaciones invoca la palabra “víctima” para muchos ex DD en la actualidad? Según un abogado de la querella: “Creo que recién hoy nos podemos asumir como víctimas. O sea, nosotros somos luchadores y eso no tiene nada que ver con que seas o no víctima. Lo que pasa es que socialmente la palabra víctima tiene una carga peyorativa. Pensás que víctima es aquel que inocentemente no hizo nada y, por lo tanto, fue victimizado; es un error. En realidad, víctima es un sujeto al que se le prohibió injustamente de sus derechos por parte de un victimario”.
Nos preguntamos ¿cuál es la relación que se establece entre ser víctima, ser inocente y “no haber hecho nada”, la cual introduciría una carga peyorativa en la palabra víctima?
La pretendida “teoría de los dos demonios” afirma que existió una guerra entre la “guerrilla” y las Fuerzas Armadas, cuya violencia análoga recayó injustamente sobre una sociedad que en su conjunto ignoraba lo que sucedía y que, por lo tanto, fue víctima inocente de la barbarie.
(Levin, 2011: 5)
Desde esta perspectiva sólo se considerarían “víctimas” a quienes no pudieran incluirse como parte de alguno de los “demonios”.
En las declaraciones ante el Juicio a las Juntas, se impulsó a los testigos a asumir el lugar de “víctimas inocentes” ya que asumirse como militante político implicaba la definición misma de culpable.
Según dos ex DD entrevistados: “Cuando declarabas en el ’85, ante esos jueces, parecías vos la culpable y no la víctima” ; “... de alguna manera vos eras acusada todavía de subversiva, terrorista, por algo habrá sido”. En ese marco, lograr ser considerados “víctimas” constituía una eximición de su supuesta culpabilidad, así como la posibilidad de librarse del “algo habrán hecho”.
La supuesta equivalencia entre ser víctima y “no haber hecho nada” es un punto central de la cuestión. Durante las entrevistas, la respuesta más habitual ante la pregunta de por qué el cuestionamiento a la denominación “víctima” fue que este término daría cuenta de una pasividad que resulta contraria a la reivindicación de la militancia política de muchos ex DD. Por ejemplo, un entrevistado –al hablar de su hermano detenido-desaparecido– nos dijo: “A mí no me gustaba la palabra víctima, y a muchos no nos gustaba, porque víctimas más bien eran los bebés, los pasivos, qué sé yo. Ellos eran militantes que tenían una ideología y habían asumido prácticas concretas”.
Sin embargo, en el contexto de los procesos judiciales llevados a cabo en los ’80, intentando que no se pierda la credibilidad en sus declaraciones, los ex DD se vieron forzados a no mencionar ni una palabra de su militancia política. Así lo explica Lila Pastoriza (testigo de la causa ESMA): “En el juicio a las Juntas uno sentía que lo fundamental era dejar constancia, probar eso que había ocurrido. Había que dar un primer paso y lo fundamental era decir que se habían cometido esos delitos, qué había pasado en la ESMA, quiénes habían estado implicados. Y contar: los sobrevivientes sentíamos la necesidad de contar lo que nos había ocurrido, los nombres, pero dominado por la prueba en una situación donde no se podía hablar de militancia política, había que disimularla, había una zozobra grande y una situación de cierto temor porque temías que los abogados de las defensas te impugnaran por la presencia de la teoría de los dos demonios” (“Al fin, justicia”, Página/12, 23 de octubre de 2011).
¿Es ser “víctima” sinónimo de haber sido pasivo? ¿O es que la actividad de las víctimas fue un punto silenciado a través de todos estos años en que –teoría de los dos demonios de por medio– reconocerse como militante era sinónimo de ser culpable?
En la provincia de Chaco, el equipo de acompañamiento produjo un profundo debate acerca de este tema:
“¿Qué es un compañero que pasó por un Centro Clandestino de Detención y sobrevivió? (...) Es un sujeto activo y colectivo del intento más serio de transformación de la historia argentina, sujeto pasivo del genocidio argentino. Esa es la noción de víctima que resultó contenedora para los compañeros. Justamente son víctimas porque ellos militaron activamente, y no por haber cruzado la calle.”
Desde la reapertura de las causas contra el terrorismo de Estado en Argentina se da una nueva situación para los ex DD a la hora de brindar su testimonio en el marco de los juicios. Se trata de la posibilidad para los testigos de salir del lugar de “víctima inocente pasiva” para poder ocupar el lugar de “víctima a causa de la actividad política” sin dejar por ello de ser inocentes ante la Justicia.
De esta manera, los testigos han tenido la posibilidad de hablar de su militancia política y también de ubicarse desde una posición política, ya sea en relación con el desarrollo de los juicios en sí mismos o en referencia a las razones por las cuales continúan brindando, aún hoy, su testimonio.
Esto ha producido dos tipos de reacciones por parte de la defensa de los acusados: o bien han intentado evitarlo, sosteniendo que los discursos políticos no deberían permitirse en el desarrollo de un juicio, o bien han procurado utilizar a la militancia política de los testigos para dar cuenta de su “no inocencia”, poniendo en práctica así nuevamente la teoría de los dos demonios.
¿Qué dicen hoy las víctimas-testigos?
“(en mi declaración dije) que seguía pensando en ese mundo que habíamos buscado porque, si no, no tenía sentido estar ahí haciendo un juicio y diciendo a mí me metieron la picana acá o acá (...) sigo pensando que un mundo más justo es posible y que aquello que pensé en aquel tiempo de un país sin pobreza, con justicia, sigue siendo posible y lo quiero y lo busco porque si no ¿para qué tanta cosa?”
Poner en su justo lugar de victimario al Estado terrorista y a quienes llevaron adelante sus acciones es también luchar contra la impunidad y la clandestinidad que la dictadura cívico-militar impulsó. Eso es lo que empieza a destacarse en las audiencias de los juicios, donde cada uno se ubica en el lugar que le corresponde: las víctimas que no tienen por qué ocultar su militancia ni su ideología al brindar su testimonio y los victimarios que son acusados por lo cometido, en el marco de un proceso judicial y con las garantías propias de un Estado de Derecho.
* Lic. en Ciencia Política (UBA). Secretaria de Prensa de la Asamblea Permanente por los Derechos Humanos.
** Lic. en Psicología (UBA). Investigador de la Cátedra II de Salud Pública de la Facultad de Psicología, UBA.
© 2000-2022 www.pagina12.com.ar | República Argentina | Política de privacidad | Todos los Derechos Reservados
Sitio desarrollado con software libre GNU/Linux.