Martes, 1 de abril de 2014 | Hoy
EL PAíS › OPINIóN
Por Jorge E. Taiana *
Mañana recordamos el inicio de la guerra de Malvinas y, una vez más, creo que es una buena ocasión para repasar qué es lo que estamos reclamando cuando hablamos de la defensa de nuestra soberanía nacional con respecto a las Islas Malvinas, Georgias del Sur, Sandwich del Sur y los espacios marítimos circundantes. Esa disputa no comienza ni concluye con el conflicto de 1982 y, sin embargo, creo que a 32 años de aquel conflicto bélico es necesario detenernos a reflexionar respecto de lo ocurrido y hacer un repaso por los principales hechos de la historia, que no hacen más que ratificar la validez y la justicia que existen en nuestro reclamo.
Sin interrupciones, desde la usurpación en 1833, la Argentina ha reclamado por la restitución de sus islas, en todas las instancias internacionales y bilaterales. Con el nacimiento de las Naciones Unidas, a mediados del siglo XX, las ideas de emancipación e independencia de las potencias imperialistas motivaron el desarrollo de procesos de descolonización en el “tercer mundo”. Esta coyuntura permitió que en 1965 la Asamblea General de la ONU adoptara la Resolución 2065, que reconoce la existencia de una disputa de soberanía sobre las Islas Malvinas, Georgias del Sur, Sandwich del Sur y los espacios marítimos circundantes, a la que denominó “Cuestión de las Islas Malvinas”.
Desde el Comité Especial de Descolonización también se ha señalado el mismo planteo. Asimismo, a partir de 1966, en cumplimiento del mandato de la comunidad internacional, se desarrollaron negociaciones bilaterales que se plasmaron en propuestas de resolución, que incluían el reconocimiento británico de la soberanía argentina en las islas. A pesar de estos esfuerzos, la obstinación que caracterizó el accionar de los británicos impidió que se llegara a un acuerdo.
Es necesario aclarar que, aunque el Reino Unido actualmente no quiera sentarse a negociar sobre el tema Malvinas, con la excusa de que los habitantes de las islas (ciudadanos británicos) no tienen intención de hacerlo, sí han tenido voluntad de diálogo en otros momentos históricos, pero sin llegar a resolver la disputa reconocida por la comunidad internacional. Hay que señalar que la postura británica se fue endureciendo a medida que crecían las expectativas por la explotación de hidrocarburos en la zona.
En 1982, la dictadura cívico-militar que gobernaba la Argentina desde 1976 ya empezaba a dar señales de agotamiento y, en un claro intento por oxigenarse, tomó la histórica reivindicación nacional para dar comienzo a una guerra que sólo nos alejaba de la búsqueda de una solución pacífica, que había sido la política adoptada por el país para disputar la soberanía de las islas desde su usurpación. El inicio del conflicto armado dio por terminada una larga historia de gestiones diplomáticas pacíficas que llevaron adelante figuras tan distintas como Juan Manual de Rosas, Bartolomé Mitre, Julio A. Roca, Hipólito Yrigoyen y Juan Domingo Perón.
Actualmente debemos reconocer que en esta última década, bajo los mandatos de Néstor Kirchner y Cristina Fernández de Kirchner, la posición de nuestro país frente al reclamo histórico se mantiene con firmeza, y ha conseguido ampliar apoyos y respaldos a nivel regional y multilateral.
Además del llamado de las Naciones Unidas y la OEA, en estos años, gracias a una intensa tarea diplomática y una firme persistencia en el reclamo, la Argentina sumó el reconocimiento de sus legítimos derechos soberanos en espacios como el Mercosur, la Unasur, la Celac, entre otros. Así como otros foros multilaterales como el ASPA, el Movimiento de Países No Alineados, el G-77, la Cumbre de Países Arabes y de América del Sur, la Cumbre de América del Sur y Africa y las Cumbres Iberoamericanas, que han reiterado llamados a ambos gobiernos para que reanuden las negociaciones y solucionar la disputa de soberanía.
Habiendo sido canciller del país entre 2005 y 2010, he sido uno de los testigos y protagonistas privilegiados de la estrategia de firmeza y coherencia, así como del creciente respaldo latinoamericano a nuestros legítimos derechos soberanos, y esa experiencia no hace más que reafirmar mi convicción de que el reclamo soberano argentino ha cosechado importantes apoyos y ha consolidado una relevancia regional.
La Presidenta ha denunciado en todos los ámbitos en los que ha podido alzar su voz el doble estándar que rige la conducta de las grandes potencias. La Argentina ha denunciado al Reino Unido por resistirse a cumplir su obligación internacional de resolver la disputa a través del diálogo, a pesar de los llamados permanentes de la comunidad internacional. La actitud del Reino Unido no obedece a los preceptos que deberían regir para un miembro permanente del Consejo de Seguridad de la ONU, con responsabilidades en materia de paz y seguridad internacionales.
En este nuevo 2 de abril, la Argentina debe honrar a sus caídos y a su historia, manteniendo el objetivo permanente e irrenunciable de la República Argentina consagrado en su Constitución Nacional: la recuperación del ejercicio pleno de nuestra soberanía sobre las Islas Malvinas, Georgias del Sur, Sandwich del Sur y los espacios marítimos circundantes, respetando el modo de vida de sus habitantes y conforme a los principios del Derecho internacional. Este objetivo sólo será alcanzado si los argentinos mantenemos la unidad detrás de esta política de Estado y avanzamos juntos en el camino de la integración regional para darle mayor fortaleza a este reclamo.
* Legislador porteño - Ex canciller.
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