EL PAíS › ALFREDO DI STEFANO, UN CRACK SIN IGUAL, Y LOS RECUERDOS DE UNA GLORIOSA CAMPAÑA

“Nunca me he creído el mejor jugador del mundo”

Uno de los mejores periodistas deportivos españoles, Santiago Segurola, reporteó al ídolo nacido en Barracas y, junto a Maradona, Pelé y Cruyff, uno de los cuatro grandes de la historia, aunque él no lo reconozca...

Por Santiago Segurola*

–¿Cómo vivió su debut en el Madrid?
–Todo fue eléctrico. Llegar en el tren de Barcelona a las diez y media de la mañana, llevar a mi señora y mis dos hijas al hotel, con dos o tres periodistas que me vinieron a esperar, y algunos directivos del Madrid... Del hotel me fui a la revisión médica. De ahí, a comer un bife. Y del bife, al partido. Estaba a 200 por hora. El problema es que venía sin entrenarme, dos meses sin entrenarme, y había que debutar. Y cómo es este club: había que hacer dinero.
–Jugó con un equipo suplente.
–Era un partido de presentación, porque después jugué el domingo siguiente, de locales, frente al Santander. Ganamos 4-1.
–¿Qué sintió en su llegada a Madrid?
–Me sentí más tranquilo. Había una incertidumbre impresionante conmigo, con todo el asunto del Madrid y el Barcelona. Llegó un momento en el que le dije al presidente del Barça: “Yo así no puedo estar. Me vuelvo para Buenos Aires”. Parece ser que allí trataron de conectarse los dos clubes y se hizo la cesión.
–Esa historia todavía es objeto de debate en el fútbol español.
–Esto es como lo de Figo. Yo ni me daba cuenta de este follón porque, al final, en Barcelona yo no leía los papeles.
–El asunto se ha convertido en un clásico, con interpretaciones de todo tipo, incluidas las políticas.
–Hace un par de años fui a Barcelona a una entrevista. No sabe la gente que había... Cincuenta que hablaban y sacando papeles, cosas de aquel tiempo. Había gente en contra y a favor, como en las tribunas, y dije: “Atención, que vengo en son de paz”. Vinieron jugadores del Barcelona que se habían entrenado conmigo aquel verano antes de que se resolviera el dilema. Se comportaron muy bien. La muchachada de Barcelona, extraordinaria. El problema es que había tomado el tema como algo político y resulta que, cuando llegué aquí, pregunté quién era el presidente de la República. No sabía nada de lo que pasaba en España.
–Si tuviera que cerrar el asunto de su contratación para el Madrid, ¿qué diría para resumirlo?
–Cuando me vinieron a buscar a Buenos Aires, yo estaba pintando el entretecho de mi casa. Vinieron dos emisarios del Barcelona, gente que trabajaba en el tema textil. “Usted tiene que ir allá”, me dijeron. “¿Pero cómo voy a ir si llevo casi dos meses en mi casa?”. Yo no quería volver a Colombia. Les dije que hablaran con Millonarios, porque yo les pertenecía hasta 1954. Después yo volvía a River. Ellos llegaron a un acuerdo con River, pero River no tenía ninguna opción hasta el ‘54. El presidente del Millonarios vio que me perdía, agarró y se gestionó al Madrid, que consiguió mi pase. Ni me enteré de cuánto costó. Ante la FIFA, tenía poder el Madrid. Para mí, el Barcelona se equivocó de trayectoria. En ese lío yo no tenía nada que ver.
–Siempre ha hablado especialmente bien del Barcelona y de los jugadores del Barcelona, entre los que cuenta con grandes amigos.
–Sí, porque siempre ha sido un gran equipo. Lo mismo que ahora, que están diciendo que no vale nada. Yo considero que tiene un excelente equipo. Y juega bien al fútbol. Yo no voy a hablar mal de la gente, aparte de que tengo dos hijos allí, y muchas amistades. Primero, he sido apolítico toda la vida. No me ha interesado nada de eso. Yo sé lo que pienso internamente. Eso es para mí.
–¿Qué le pareció ese Madrid?
–Estaba en formación. El equipo llevaba muchos años sin salir campeón. Yo me acuerdo cuando inauguraron el campo. Acababa de salir campeón con River, año 1947. Salió en los periódicos de Buenos Aires: “Inaugurado el campo de Chamartín”. Pensé que se habían equivocado: “Será San Martín”, medije. Ya me quedó grabado lo del Madrid. Pero el Barcelona venía de ganar la Liga y la Copa Latina. Era muy fuerte. Tenía a Cesar, Basora, Moreno, Manchón y, claro, Kubala.
–El Madrid se transformó inmediatamente con usted. Ganó la Liga por primera vez después de la guerra civil.
–Se juntaron muchísimas cosas: una buena gestión directiva y una buena gestión del cuerpo técnico, que colocó a los jugadores donde tenía que colocarlos. Y a trabajar. Entré yo y el equipo se quedó normalizado. Era un equipo bastante aguerrido, sereno, que tuvo una trayectoria fenomenal, con sus problemas, porque era un equipo a base de pelea y lucha. Como fue siempre el Madrid, vamos.
–¿Ese espíritu lo encontró o lo aportó usted?
–Había muchos jugadores con espíritu. El primer año salimos campeones y la directiva contrató a Rial, y luego a otro, y fuimos mejorando. Vino Gento también, recién comenzada su carrera, y aquí la cristalizó. También subieron muchos jugadores de las categorías inferiores. Después comenzó la Copa de Europa, que parecía un chiste y fíjese lo que es.
–Siempre se ha puesto en un plano de igualdad con el resto de los jugadores de su época. Ellos lo ponen por encima.
–Yo siempre me he contado como la doceava parte del equipo, porque el entrenador tiene que intervenir. Pero he sido un jugador de equipo, un luchador. Tenía mis filigranas, mis cosas, pero aportaba todo para potenciar al equipo. Como yo luchaba y corría, exigía lo mismo de mis compañeros.
–Esa idea de que ha sido el mejor jugador del mundo...
–No la he aceptado jamás. Los elogios me han gustado poco. Se aceptan, es agradable escucharlos. Pero nunca he querido ser abanderado de nada, en el sentido de figurar como número uno. Ni quería ganar un concurso ni ser el máximo goleador. Si hacía goles era para el equipo.
–Pero el Madrid no fue el mismo después. Se convirtió en el mejor equipo del mundo.
–Bueno, trajeron un francés o dos, un uruguayo, un brasileño, un húngaro. Han traído jugadores de gran valía. Un equipo es bueno cuando tiene buenos jugadores. Con jugadores regulares es difícil hacer un gran equipo. Pero el Madrid ha tenido grandes jugadores individuales que aportaron ese bagaje al equipo. Eso era lo bueno del Madrid. Teníamos un arquero, Juanito Alonso, del que se dudaba, y para nosotros era un arquerazo. El caso de Casillas.
–Si tuviera que explicarle a un chico de 15 años cómo era usted, ¿cómo se definiría?
–Primero, la velocidad. Luego el abc de la técnica, que hay que tenerlo a los 15 años. Con 15 años hay que tener unos buenos instructores que te vayan conduciendo para que aprendas la letra m, la k y la z. Porque a los jugadores, cuando tienen 15 o 17 años, hay que conducirlos como a un arbolito y enderezarlos. Eso es lo fundamental de un técnico para llevar un joven. Cuando tienes una piedra preciosa, si no la pules bien se tuerce. Lo mismo pasa con el arbolito. De la Quinta del Buitre (Emilio Butragueño, el Real Madrid de 1989-1992) dicen: “Los han sacado”. Y no. Han salido. Como dice Mercedes Sosa: “La semilla planta quiere ser”. Cuando es planta, quiere ser planta.
–¿Vio usted el talento en la Quinta?
–Hay que tener ojo. Pero no me voy a mandar la parte yo, ¿eh? Hay que tener ojo clínico para conocer a los jugadores. No es cuestión de ver las condiciones que tienen sino las condiciones que pueden llegar a tener. Y las condiciones que hay mejorarlas. Por eso un entrenador tiene que estar en el campo para indicar. Y el entrenador que no corre en el campo, para mí, no va. El fútbol entra por los ojos y enseñando. No entra por el oído. Me puedes contar la historia que quieras, pero no entra por el oído. A los chicos jóvenes hay que trabajarlos y explotarlos.
–¿Cuál ha sido el Madrid más completo que ha conocido? –Yo pienso que cuando estaban Camacho, Gordillo, que tiraba los centros, y Hugo Sánchez. Fue una época muy buena.
–La Copa de Europa se asocia a usted.
–Ultimamente, el Madrid está brindando un juego, especialmente en casa, que es un espectáculo que en el mundo entero no se ve. Hay jugadas y hay cosas que son verdaderamente de dibujo. Pero tenemos también nuestros fallas.
–¿Le gusta este Madrid?
–Sí; por lo menos, apunta a ganar con el ataque. Nosotros siempre decíamos: “Si nos meten dos, hay que meter cuatro”. Hay que jugar al ataque, sin descuidarse defensivamente, porque un equipo se empieza armando desde atrás. Sabíamos muy bien, con los números que teníamos antiguamente, del 1 al 11, que el 11 era el primer defensor, y el 1 el primer atacante. Y nosotros decíamos: “Muchachos, el cero en el arco nuestro, que nosotros haremos algo”. En mi equipo los medios eran medios y los delanteros delanteros. Pero había un momento en que los delanteros eran medios y los del medio, delanteros. En la delantera teníamos a Kopa, Del Sol o Rial, yo, Puskas y Gento. Había un momento en que los cinco estábamos trabajando atrás. ¡Y hacíamos el 5-5! Y ahora están hablando del 5-1-3-2... ¡Había un momento en que eso era el 5-5!
–¿Trabaja este Madrid como el de ustedes?
–Tiene una potencia bárbara de clase y sabiduría.
–¿Hay algún jugador que le fascine?
–Sin desmerecer a nadie, el que es una figura indiscutible mundial es Zidane. Es efectivo y conglomera a todos sus compañeros. Es un jugador de organización. Ha dado un resultado fabuloso.
–¿Qué le ha parecido el ingreso de Beckham en la Liga?
–Está equivocado todo el mundo con Beckham. Es un peón de brega. A pesar de la pegada que tiene, es el primero que hace el pressing. Es lo que veíamos en Inglaterra cuando jugaba ahí, ¿no? Este muchacho no se destacó vendiendo ropa. Se destacó jugando a la pelota.
–A los ingleses les ha costado triunfar fuera de Inglaterra, pero aquí parece que puede haber una buena conexión.
–Este muchacho está prestando incondicionalmente un esfuerzo terrible. La gente está extrañada de lo que está pasando. Es una gran satisfacción para el club y el presidente que lo contrató... Ha sido una maniobra extraordinaria para nosotros.
–Hay algo de la política de zidanes y pavones que predica Florentino Pérez que se parece en algo a la de los años ‘50...
–De la política... yo me acuerdo de River. Una de las mejores canteras del mundo ha sido la de River. Siempre tuvo grandes maestros dirigiendo las divisiones inferiores y han sacado jugadores a montones. Con una característica: no gambeteador sino juego de toque. Parar-toque, parartoque. Todo, a base de pases, que es lo más difícil. No discuto al individuo que supera a uno, dos y tres dentro del área. Pero, desde el medio del campo, eso es de una lentitud espantosa a pesar de la brillantez del que gambetea. Sin embargo, con cuatro pases, se deshace uno de 30 metros de campo.
–¿Le parece bien la política de contratar grandes figuras y promocionar juveniles?
–Grandes figuras que rindan. El problema sería contratar a grandes figuras que no se adapten al sistema o al ambiente.
–¿Y la llegada de los chicos de la cantera?
–Los están promocionando fenomenal, máxime si son defensores, que ya buscar un atacante es bastante complicado. Pero si son defensores, enseñándoles la colocación e instruyéndoles en el ataque, a desdoblarse en el campo y todo eso, pienso que el Madrid está haciendo una labor fenomenal porque puede sacar jugadores de las categorías inferiores y siempre interesa tener españoles en el equipo.
–¿Es usted consciente de la trascendencia que tiene el fútbol?
–Me acuerdo de que toda la vida han dicho: “Se va a acabar”. Esto no se acaba jamás. Y ahora, con los medios de comunicación que hay, está Asia, que ya está floreciendo, y Africa da jugadores de gran categoría. Falta Estados Unidos, porque doblegar a los norteamericanos es bastante complicado, pero el fútbol va a más. Esto es una bola que se va agrandando y para todos los que practicamos y vivimos de este asunto yo siempre repito que se lo debemos a la industria británica. Si no fuera por ellos, muchos estaríamos trabajando en los tablones.
–¿Cómo ve el club?
–¡Está muy, bien hombre! Hay alegría, lucidez, futuro. Se ve que se está regando el campo.
–¿Qué le debe el Madrid?
–He sido de los jugadores que están tantos años que marcan una época. Una época fructífera. Superior a todas las demás. Yo que veo mucho fútbol, el canal digital, películas no veo casi ninguna..., se ve la diferencia de jugadores que hay. Aparte de los extranjeros, los nacionales. Ves un partido entre el Betis y el Villarreal y hay jugadores de gran categoría y hacen jugadas fenomenales. Y ves, por ejemplo, el Southampton con el West Bronwich y van al choque. Son técnicamente flojos. La Liga alemana es buena, pero, comparada con la española, la relación calidad-precio... Y la italiana es la más difícil para los delanteros. Hacen maniobras defensivas como hace 50 años. Nacen con la táctica metida en la cabeza. Se defienden admirablemente. La prueba: el otro día vi el partido del Arsenal contra el Inter... ¡Había que ver el bloque defensivo del Inter! ¡No bajaban de siete!

*De El País de Madrid. Especial para Página/12.

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