Sábado, 3 de enero de 2015 | Hoy
EL PAíS › OPINION
Por Edgardo Esteban *
El 3 de enero del 2013, bajo el intenso sol de verano, caminamos por las calles de Buenos Aires ex combatientes, referentes sociales, sindicales, culturales, políticos y jóvenes portando una pancarta que decía “Volveremos a Malvinas de la mano de América latina”. Se recordaban los 180 años de la usurpación de nuestras islas por parte del Reino Unido. El objetivo era llegar hasta la puerta de la embajada británica en Argentina para reclamarle una vez más al primer ministro David Cameron que cumpla las resoluciones de Naciones Unidas que piden expresamente a Gran Bretaña que se siente a dialogar con el gobierno argentino por la soberanía en las islas Malvinas. Ese mismo es el emblema que resalta en la Casa Patria Grande Néstor Kirchner, y el que se utilizó cuando se inauguró el Foro Latinoamericano sobre Malvinas como parte de una de las actividades del encuentro de Jóvenes Dirigentes Políticos que vinieron de toda la América latina.
Recuerdo que vivimos un momento muy especial cuando representantes procedentes de Bolivia, Venezuela, Ecuador, Brasil, Uruguay, Chile, Perú, Colombia y Paraguay se comprometían a llevar adelante actividades por la causa Malvinas en su lugar de origen, como parte de esta pertenencia que se siente cada día más en toda la región.
Reafirmando este compromiso de la región y respaldando al gobierno argentino en su reclamo, años tras año referentes regionales del Mercosur, Unasur y la Celac, acompañan y respaldan al Estado argentino cuando se presenta ante el Comité de Descolonización de Naciones Unidas. Es necesario destacar este compromiso que tienen las tres agrupaciones territoriales con la cuestión Malvinas, asumiéndola como propia y brindando permanentemente el respaldo en el reclamo en los organismos internacionales. Una y otra vez se denuncia la militarización por parte del Reino Unido de la zona de Malvinas, ubicadas en una zona de paz donde está prohibida la provisión de armas nucleares. Hay un pueblo afectado, el argentino, que no puede ejercer la soberanía en la totalidad de su territorio, pero esta amenaza armamentista también inquieta a Latinoamérica. Queda claro que el gobierno británico, con la excusa del presunto objetivo de tener en Malvinas una base militar con alta tecnología para defenderse de una supuesta invasión militar de Argentina, lo que hace es controlar de cerca todo lo que pasa en la Antártida, el mar austral y el paso entre el océano Atlántico y el océano Pacífico. Es por eso permanente el interés de los países de la región en que el Reino Unido se digne reanudar las negociaciones a fin de encontrar una solución pacífica y definitiva de conformidad con los pronunciamientos de Naciones Unidas.
El gobierno británico no dudó en el pasado en realizar negocios con la dictadura argentina y lo que ocurre en la zona de las islas Malvinas es disfuncional a la pacificación del Atlántico Sur, por lo que volver a la mesa de negociación es fundamental. Debemos tener en claro que el Reino Unido permite sin ningún tipo de control la depredación de nuestros recursos naturales, ictícolas y marítimos, y la búsqueda indiscriminada de petróleo, sin medir las consecuencias ecológicas que puedan causar en un territorio de tres millones de kilómetros cuadrados.
El ejercicio de la memoria y la defensa de los derechos humanos deben estar siempre presentes, nos fortalece como sociedad para no volver a permitir que el autoritarismo y el terror se impongan frente a los intereses de la voluntad popular. Es por eso que el camino de verdad y justicia debe continuar también en relación con lo que nos pasó durante aquellos años.
Me sorprende en cada acto, en cada marcha, ver a tantos jóvenes con estandartes, remeras y banderas que los identifican con Malvinas. Las nuevas generaciones sienten como propia esta causa y militan por esa parte de nuestro territorio con el mismo entusiasmo, pertenencia y compromiso que tienen con la historia reciente. Sin dudas que los ex combatientes que creemos en la defensa de los derechos humanos, cada vez nos sentimos más integrados y acompañados en esta lucha por la memoria.
En este presente que nos permite revisar la historia con verdad y justicia nos proponemos hablar y evocar lo pasado con la mirada puesta en el futuro. El reclamo de soberanía sobre las islas Malvinas que tiene nuestro país desde 1833, avasallado por la posesión colonial de Gran Bretaña, que por historia y derecho nos pertenecen, es constante y legítimo. Pero eso nada tiene que ver con el análisis descarnado de lo ocurrido en 1982. Buscar la verdad sobre lo vivido en la guerra nos ayuda a ir reconstruyendo, a pensar y reflexionar sobre los errores y los aciertos de nuestra propia historia, la que nos conforma como argentinos.
La memoria histórica es la recuperación de la verdad desde las experiencias vividas y en este sentido seguimos en la lucha por la memoria de Malvinas. Revisar las vivencias de la guerra padecida por soldados y por toda la sociedad durante la dictadura militar sirve para realizar aportes en la reconstrucción de nuestra identidad.
Hace pocos días, el historiador Felipe Pigna reproducía una carta de Tomás Guido, enviada pocos tiempo después de producirse la invasión británica de 1833. Guido, protagonista de la gesta patriótica de 1810, quien participó de la campaña libertadora de Chile y fuera más tarde edecán de San Martín, no sólo se refiere en esta carta a los derechos de soberanía de la Argentina sobre las islas Malvinas; también señala los motivos que impulsaron a Gran Bretaña a usurpar nuestro territorio: “... apoderarse de un punto de observación importante sobre el segundo canal para el comercio del mundo con los establecimientos de la India y con la Gran China” y “tomar las llaves de los mares del Sur para hacerse señora del comercio del Pacífico”.
Tomas Guido acierta en su pronóstico del lugar que ocuparía el comercio de Gran Bretaña en esta región cincuenta años después de los sucesos de 1833 y que lamentablemente aún perdura el tiempo.
A 182 años de la usurpación británica, es claro que no debemos olvidar y levantar una vez más la voz en el reclamo y la pertenencia que tenemos sobre nuestras islas Malvinas y que ya es de toda América latina. El desafío es seguir trabajando para lograr que el respaldo internacional siga avanzando ante la actual impunidad que tiene el gobierno británico. No debemos claudicar y seguir luchando por el único camino posible, el de la paz.
* Periodista y soldado ex combatiente de Malvinas.
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