Miércoles, 4 de febrero de 2015 | Hoy
EL PAíS › FINALMENTE LA FISCAL RECONOCIó LA EXISTENCIA DE UN BORRADOR DE LA DENUNCIA
Luego de negarlo en un comunicado, la fiscal Fein se corrigió y aceptó que en la casa de Nisman habían encontrado un borrador de su denuncia donde pedía la detención de la Presidenta y del canciller por un delito menor como encubrimiento.
Por Raúl Kollmann
“Ese borrador no me quita ni me agrega nada a la investigación”, sostuvo ayer la fiscal Viviana Fein cuando salió de su oficina para aclarar personalmente que el día anterior hubo un error cuando, comunicado mediante, sostuvo que no se encontró nada en el cesto de la basura del departamento de Alberto Nisman. En lo formal, es cierto: las ideas del borrador las sacó el propio Nisman de la denuncia que entregó. O sea no tienen ninguna validez. Pero el texto, extrañamente tirado a la basura seis meses después de redactado, permite una mirada sobre algo todavía más llamativo: Nisman tuvo la intención de pedir la detención de la Presidenta por un delito menor. El encubrimiento tiene una pena de uno a seis años de prisión y a lo sumo termina en una probation.
En su edición del domingo, el diario Clarín publicó dos datos de la causa:
- Que el fiscal Alberto Nisman había tachado casi dos páginas de la denuncia entregada al juez Ariel Lijo porque allí pedía la detención de la Presidenta, el canciller y otros a quienes señaló en el texto.
- Que un esbozo del escrito se encontró en el tacho de basura.
El mismo domingo, Lijo aclaró que Nisman no había tachado nada y que las tachaduras las hizo él para mantener la confidencialidad sobre las medidas que pedía el fiscal. Entre esas medidas no figuraba ninguna referida a detenciones de los imputados por Nisman.
Respecto del borrador, la fiscalía hizo trascender ese día que en la basura no se encontró nada y lo mismo fue ratificado en un comunicado oficial emitido en el mediodía del lunes. Sin embargo, ayer Clarín publicó un facsímil de unas páginas de ese borrador en el que se pedía la detención de la Presidenta, el canciller y los demás imputados. Por la mañana, la fiscal tuvo que admitir su error en una entrevista radial y a la tarde ratificó esa admisión. “Hubo una mala interpretación en un llamado por teléfono con la oficina de prensa. Asumo la responsabilidad. No hubo ninguna mala intención. No tengo presiones de ningún tipo. Nunca las tuve ni las tengo ahora”, dijo Fein en la puerta del edificio del Ministerio Público.
Más allá de la gaffe, la fiscal remarcó que “la documentación, los borradores, no me agregan ni me quitan nada, en cuanto a mi postura, por el momento no cambian nada de mi investigación. Que no se manipule mi trabajo para ningún sector político, ni a favor ni en contra del Gobierno, lo vuelvo a reiterar”.
El borrador, que Nisman supuestamente pensó como corolario de la denuncia, fue escrito a mitad de 2014. Así como la totalidad del texto fue demolido por casi todos los juristas reconocidos del país, el pedido de detención ya había sido descartado hasta por él mismo.
El encubrimiento tiene una pena que va de seis meses a tres años de prisión y cuando se trata de encubrimiento de un hecho grave, la escala es de uno a seis años. En la gran mayoría de los casos, los expedientes terminan en una probation. Pedir la detención de la Presidenta y el canciller por un delito de esta naturaleza, exhibe una intencionalidad política inusual.
El propio Nisman estuvo a cargo de la llamada causa encubrimiento de AMIA, que irá a juicio oral después de mitad de año. Es un expediente que tiene que ver con el desvío de la causa desde los primeros días. Están imputados el ex presidente Carlos Menem; el ex juez Juan José Galeano, los ex fiscales Eamon Mullen y José Barbaccia, el ex jefe de la SIDE Hugo Anzorreguy, el ex jefe de la Unidad Antiterrorista Jorge “El Fino” Palacios; varios secretarios del juez, el ex titular de la DAIA Rubén Beraja, y otros protagonistas. De todo ese largo listado, Nisman no pidió la detención preventiva de ninguno, pese a que el delito es el mismo: encubrimiento agravado. Beraja estuvo detenido, pero en relación con la quiebra del Banco Mayo, no por la causa AMIA.
La intención de Nisman de promover la detención de la Presidenta sólo se explica por la ruptura que significó la decisión de la mandataria de avanzar hacia la indagatoria de los sospechosos iraníes. Al principio se buscó un tercer país –se habló de Marruecos– y luego de que se les tome declaración en Teherán. Nada era sencillo, en especial por la desconfianza de los iraníes y las condiciones difíciles de la negociación. Pero la iniciativa que CFK explicó insistiendo en que “no permitiremos que la causa AMIA sea utilizada en la geopolítica mundial”, significó que Washington, Jerusalén, la ex SIDE, Jaime Stiuso y el propio Nisman se pusieran decididamente en contra. Y de ese alineamiento salió la denuncia judicial y el más insólito pedido de detención, luego descartado porque era demasiado.
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