Lunes, 27 de julio de 2015 | Hoy
EL PAíS › LAS NUEVAS SORPRESAS EN LAS INVESTIGACIONES VINCULADAS CON LA MUERTE DEL FISCAL DE LA CAUSA AMIA
La fotocopia de un cheque de 200.000 dólares, que exhibe aquí Página/12, revela sus vínculos con un empresario acusado de estar relacionado con la CIA. Un depósito de 150.000 dólares realizado por Stefanini, el empresario desaparecido en 2014. Los 600.000 dólares de saldo.
Por Raúl Kollmann
Las investigaciones relacionadas con la muerte del fiscal Alberto Nisman siguen produciendo enormes sorpresas: en la caja de seguridad del departamento del edificio Le Park apareció una fotocopia de un cheque de 200.000 dólares, librados desde una cuenta en el Bank of America de Miami y que se habrían depositado en la cuenta secreta de Nisman en el banco Merrill Lynch de Nueva York. La existencia de la fotocopia trascendió en los días posteriores a la muerte del fiscal, pero Página/12 exhibe hoy la copia en forma plena. El dueño de la cuenta desde la cual se emitió el cheque es Claudio Alejandro Picón, también titular de la lujosa camioneta Audi que manejaba el fiscal y que quedó en el estacionamiento de Le Parc desde la noche en que Nisman fue encontrado en el baño. Picón aparece vinculado con empresas norteamericanas que, en el mundo de la seguridad, son consideradas contratistas de los servicios de Inteligencia de Estados Unidos. Sin embargo, las sorpresas no se detienen allí. Fuentes del entorno del fiscal aseguran que en el tercer trimestre de 2013 aparecería en la cuenta de Nisman un depósito de 150.000 dólares realizado por Damián Carlos Stefanini, el misterioso empresario que desapareció –y no volvió a aparecer– el 17 de octubre de 2014. Stefanini fue a supervisar la construcción de tres yates en San Fernando y hasta hoy no se sabe qué ocurrió con él (ver aparte). Nadie conoce cuál es el vínculo entre Stefanini y Nisman: si se trató de una mesa de dinero, una cueva para sacar dólares del país o un negocio oculto. Lo cierto es que los 150.000 dólares plantean una relación inexplicada entre el fiscal muerto y el empresario desaparecido. Por último, en Tribunales ya habría un dato sobre el saldo de la cuenta de Nisman en el Merryll Lynch: algo más de 600.000 dólares, otra cifra descomunal que, en principio, no tiene explicación si se relaciona semejante cantidad de dinero con los ingresos del sueldo del fiscal, los únicos declarados por él en su declaración jurada. Se espera el informe oficial del banco sobre ese saldo y los movimientos de fondos del fiscal. Desde el punto de vista del caso del atentado contra la AMIA, la investigación de estos dineros es de interés no sólo económico, sino que podría tener que ver con los vínculos del fiscal y su alineamiento con sectores de la derecha republicana.
La fotocopia del cheque de 200.000 dólares fue encontrada junto a cuatro pasaportes en la caja de seguridad del departamento de Le Parc en la misma noche en que apareció el cuerpo del fiscal. Según las primeras investigaciones, el cheque se depositó en la cuenta del Merrill Lynch en 2013, aunque no existen precisiones de la fecha ni tampoco el motivo. Es una suma altísima, sobre la que por ahora no hay ninguna explicación. La cuenta del Merrill Lynch estaba a nombre de la madre de Nisman, Sara Garfunkel, la hermana del fiscal, Sandra Nisman, y el informático Diego Lagomarsino. La clave estaba en que el fiscal era el apoderado, es decir que era quien manejaba todo. Hasta ahora el único que dio alguna explicación de por qué figura en la cuenta es Lagomarsino, pero parece cantada la respuesta que darán tanto Garfunkel como Sandra Nisman (ver aparte).
Como se aprecia en la fotocopia, el cheque fue librado por Claudio Alejandro Picón, que ya declaró ante la fiscal Viviana Fein porque, junto a su hermano Fabián, es el dueño de Palermopack S. A., la empresa propietaria de la lujosa camioneta Audi Q5, dominio MPC 641, que manejaba Nisman. Picón dio una versión poco convincente: dijo que le prestaban el vehículo a Nisman y que solían comprar autos de lujo para prestarles a amigos. Nada explica por qué el fiscal federal andaba, sin papeles, con una camioneta que no estaba a su nombre.
El juez Rodolfo Canicoba Corral y el fiscal Juan Pedro Zoni investigan operaciones de lavado de dinero y, en ese marco, estudian a varias empresas en las que figura la madre de Nisman, Sara Garfunkel. Una de ellas es Monroe Plaza SRL, una constructora, y además hay un emprendimiento en un lujoso edificio en el que Nisman tenía dos departamentos con cochera sobre la avenida Dorrego, en Palermo Hollywood. En este último fideicomiso también aparece Picón.
En el margen superior de la fotocopia del cheque del Bank of America aparece el nombre de quien lo libra: textualmente dice Claudio A Picon. Figura la dirección en Miami en la que está registrado Picón y domiciliada la cuenta: en el 2600 South del Bayshore Drive, en Coconut Grove. No está claro si Picón tiene un departamento allí o es una dirección prestada.
Como es obvio, este movimiento de dinero oculto también está siendo investigado por Canicoba Corral y Zoni. El delito sería el de lavado de dinero y, por supuesto, no está imputado Nisman porque falleció, pero sí los otros titulares de la cuenta en la que se depositaron los 200.000 dólares.
El cheque, la camioneta y el fideicomiso son coincidencias que requieren una explicación. Los hermanos Picón aparecen en sociedad con Eugenio Pipo Ecke, que a su vez estuvo –o está– relacionado con Frank Holder. Ambos estuvieron a cargo de la seguridad del grupo empresario Exxel, como describe con puntillosidad el libro sobre la vida de Rodolfo Galimberti que escribieron Roberto Caballero y Marcelo Larraquy. Tanto en aquel trabajo como en otros se los vinculó con los servicios de Inteligencia norteamericanos. Marcelo Sain, ex titular de la Policía de Seguridad Aeroportuaria y hoy a cargo de la Escuela de Inteligencia, dijo hace unos meses: “La conclusión es que Nisman andaba en una camioneta de contratistas de la CIA. Me impresiona, aunque siempre sostuve que Nisman reportaba a la ex SIDE. Y la ex SIDE, bajo el mando de Jaime Stiuso, reportaba a la CIA. Muchas veces se dice que la CIA está alineada con los intereses norteamericanos, pero eso es relativo. La CIA tiene sus propios intereses y más bien está alineada con la derecha republicana”.
La aparición del cheque firmado por Picón y el hecho de que Nisman usara una camioneta también propiedad de Picón, plantea una alternativa inquietante:
- Puede ser que el dinero se haya movido por un vínculo económico originado en negocios no declarados o en operaciones financieras y cambiarias que terminaban con un envío de los fondos a Estados Unidos. A esta altura de la investigación, parece claro que Nisman tenía cuentas en el exterior, propiedades en Punta del Este, fideicomisos en Palermo, aunque nada a su nombre.
- No se puede descartar que el dinero tenga que ver con el alineamiento internacional de Nisman. El ex director ejecutivo de la DAIA, Jorge Elbaum, testimonió que el fiscal ofreció dinero de Paul Singer, cabeza de los fondos buitre a través de NML Capital, para solventar una campaña contra el Memorándum de Entendimiento con Irán. Además, es público y notorio que Nisman aparecía vinculado al think tank republicano Fundación de Defensa de la Democracia.
De manera que Canicoba Corral y Zoni tendrán que bucear en el punto clave: el origen de los fondos.
A la existencia del cheque por 200.000 dólares se suma otro dato que apareció en el entorno de Nisman: un depósito de 150.000 dólares realizado, también en el Merrill Lynch, a nombre de Damián Stefanini, el empresario desaparecido (ver aparte).
Y aquí aparecen una serie de coincidencias sórdidas en este aspecto del caso Nisman:
- Quien denunció la existencia de la cuenta secreta en Nueva York fue la ex esposa del fiscal, la jueza federal Sandra Arroyo Salgado. Fue ella la que contó que los titulares de esa cuenta son Garfunkel, Sandra Nisman y el informático Diego Lagomarsino, con el propio fiscal como apoderado. Arroyo Salgado hasta dijo que ponía en conocimiento de la fiscal Viviana Fein la existencia de esa cuenta porque la muerte del fiscal podría tener que ver con una disputa económica.
- La jueza Sandra Arroyo Salgado es la magistrada a cargo de la causa por la desaparición de Damián Stefanini, el hombre que habría depositado los 150.000 dólares en la cuenta del Merrill Lynch de Nisman. El expediente está en la Justicia federal de San Isidro con la calificación de secuestro extorsivo, dada la existencia de llamadas de falsos secuestradores que quisieron cobrar un rescate aprovechándose de la situación. Esos oportunistas fueron detenidos y hoy en día parece claro que la desaparición de Stefanini no obedece a un secuestro extorsivo. La instrucción de la causa está a cargo del fiscal federal Fernando Domínguez, pero la jueza es Arroyo Salgado.
Con ese cuadro de situación, la realidad es que hoy Arroyo Salgado investiga la desaparición de un hombre que tenía algún vínculo con su ex marido. Esto significa inevitablemente que tendrá bajo estudio entrecruzamientos de llamadas que podrían explicar el supuesto depósito del tercer trimestre de 2013, o sea entrecruzamientos de llamadas donde aparecerá su ex marido en forma directa o indirecta.
Para redondear el cuadro de sospechas, hay datos que indican que el saldo de la cuenta que manejaba Nisman en Nueva York era de 600.000 dólares. Todo deberá ser confirmado por el banco ya que Canicoba le pidió información a través de un exhorto y no sólo deberían aportar el dato del saldo sino de los movimientos que se produjeron en la cuenta en los últimos años.
Uno de los grandes problemas en esta causa y en otras es la escasa colaboración de los bancos y la justicia norteamericana con los investigaciones de los magistrados argentinos. Hay expedientes en los que no contestaron nunca y otros en los que tardaron años en responder. La causa Nisman tiene, sin embargo, dos costados más que delicados: se trata del fiscal que investigaba el atentado más importante de la historia argentina y, además, uno de los movimientos involucra a una persona –Stefanini– que está desaparecida de forma más que misteriosa.
La existencia de dinero oculto plantea enormes interrogantes sobre el origen de los fondos, ya sea que provengan de transferencias no oficiales, negocios ocultos, o que provengan de dinero que Nisman recibió para financiar –y perfilar– de forma extraoficial la investigación en el caso AMIA.
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