Martes, 11 de agosto de 2015 | Hoy
EL PAíS › LAS ENCUESTAS ELECTORALES DIAGNOSTICARON EL RESULTADO DEL DOMINGO
No hubo guerra de consultores ni grandes oscilaciones. Los estudios adelantaron el 38,4 por ciento que obtuvo Daniel Scioli, los 24 puntos de Mauricio Macri y la suma de Cambiemos en 30. Incluso estaba previsto el 20 de UNA.
Por Raúl Kollmann
Las encuestas adelantaron el 38,4 por ciento que obtuvo Daniel Scioli, los 24 puntos que consiguió Mauricio Macri y la suma de Cambiemos en 30 puntos. Incluso estaba previsto el 20 por ciento de Sergio Massa y José Manuel de la Sota, por lo cual no se puede decir que el frente UNA tuvo una explosión sorpresiva: el porcentaje ya figuraba en las encuestas publicadas por Página/12. La realidad es que se trató de instalar la idea de una guerra de encuestas que no existió y tampoco hubo oscilaciones importantes: los números de unos y otros candidatos se movieron con cierta estabilidad desde fines del año pasado. El pronóstico respecto de la carrera por la gobernación bonaerense –Aníbal Fernández vs. Julián Domínguez– fue impreciso, pero los propios encuestadores habían alertado sobre las dificultades para medir las PASO del Frente para la Victoria.
Este diario publicó el viernes dos sondeos, uno del Centro de Estudios de Opinión Pública (CEOP), que lidera Roberto Bacman, y el otro de Hugo Haime y Asociados, a cargo de Haime. Pese a las denuncias mediáticas que afectaron al FpV, ambos estudios pronosticaron que Daniel Scioli se ubicaría en un rango entre el 38 y el 40 por ciento, que el total de Cambiemos estaría en el 30 y que Macri conseguiría entre el 24 y el 26 por ciento. Todo se cumplió con precisión.
Al mismo tiempo, tanto Bacman como Haime diagnosticaron que la alianza UNA había abandonado la franja de los 15 a 17 puntos y que obtendría entre 20 y 22, algo que también se comprobó el domingo.
El domingo anterior, es decir una semana antes de las PASO, este diario publicó la opinión de ocho consultores. A Bacman y Haime se sumaron:
n Federico Aurelio, de Aresco, quien adelantó que “Scioli va a estar entre 38 y 40, frente a Cambiemos que se ubicará en 31”.
Enrique Zuleta Puceiro, que habló de una diferencia de siete puntos.
Analía Del Franco estimó una ventaja de Scioli sobre Cambiemos de “entre ocho y diez puntos”.
Ricardo Rouvier también señaló que la diferencia podría estar en los diez puntos.
Y Artemio López analizó que, en base a un piso del kirchnerismo del 33 por ciento, la ventaja para Scioli sería clara.
En otros medios, Poliarquía señaló que el FpV conseguiría entre el 38 y el 41 por ciento y Cambiemos entre el 30 y el 32. Management & Fit, que en febrero ubicó a Macri en el primer lugar, diagnosticó una ventaja de Scioli de 5,2 puntos, aunque esbozó hipótesis superiores y se mantuvo dentro de los errores muestrales. Otras consultoras como Ipsos, Ibarómetro o Raúl Aragón adelantaron pronósticos en línea con los anteriores.
Un estudio de Aresco, que encabeza Federico Aurelio, muestra que el FpV venía liderando la intención de voto desde marzo de 2014, cuando superó a quien punteaba hasta ahí, Sergio Massa. Ya en agosto de 2014, hace un año, el oficialismo rondaba el 30 por ciento de los votos. En abril de 2015 –demuestra Aurelio–, el FpV ya estaba arriba del 36 por ciento, tal cual lo que sacó el domingo. Es decir que registró una tendencia estable en los últimos cuatro meses y los movimientos fueron suaves desde hace 18 meses.
Lo mismo sucede por el lado de Mauricio Macri. Desde diciembre de 2014, hace ocho meses, se ubica en alrededor del 24 por ciento, el porcentaje que terminó sacando el domingo. Massa, en cambio, recién se estabilizó en el 14 por ciento en junio de este año.
“No hubo dramatismos, movimientos bruscos”, indica el estudio de Aurelio.
Toda esta secuencia constata que no hubo una guerra de encuestas sino más bien cierta unanimidad. Conceptualmente, todas coincidieron en que Scioli sería el más votado; que Macri quedaría a una distancia de 12 o 14 puntos; que el total de Cambiemos estaría en el orden del 30 por ciento, entre siete y nueve puntos detrás de Daniel Scioli-Carlos Zannini; que Massa le ganaría a De la Sota y que entre los dos conseguirían alrededor del 20 por ciento.
Pero, además, los consultores diagnosticaron correctamente la mala elección de Ernesto Sanz y Elisa Carrió, además de la débil performance de Margarita Stolbizer.
En forma casi unánime se pronosticó que Progresistas, de Stolbizer, el Frente de Izquierda y Compromiso Federal, de Adolfo Rodríguez Saá, superarían el 1,5 por ciento de los votos positivos, todo lo cual se concretó el domingo. Es cierto que no hubo consultor que advirtiera que Nicolás Del Caño le podía ganar a Jorge Altamira en las PASO del FIT.
A lo largo del último mes hubo numerosas encuestas sobre la interna entre Aníbal Fernández-Martín Sabbatella, por un lado, y Julián Domínguez-Fernando Espinoza por el otro. La gran mayoría daba ganador al jefe de Gabinete, pero todas advertían que eran unas PASO de difícil pronóstico por cuanto era posible que el ciudadano entrara al cuarto oscuro y terminara eligiendo boleta guiándose por el candidato a presidente, sin prestarle atención a la pelea por la gobernación. Hubo estudios de campo en que se demostró que cerca del 50 por ciento de los votantes estaban atentos al voto a presidente e incluso al de intendente, antes que al de gobernador. Finalmente, Fernández y Sabbatella se impusieron por cinco puntos, menos de lo que preveían la mayoría de las encuestas, pero estaba claro que era una interna muy difícil de diagnosticar porque el voto a gobernador estaba en el quinto tramo de la boleta.
Está claro que para quienes no vienen muy bien en una elección, las encuestas son incómodas. Es así en la Argentina y en el resto del mundo. Un serio error en la interpretación –como el que hubo en el ballottage de la Capital Federal– produce un vendaval de críticas e incluso las amenazas de prohibir las encuestas y hasta de meter preso a algún consultor.
La realidad es que los estudios de opinión acertaron con bastante precisión lo ocurrido este año: entre otros diagnósticos estuvieron la paridad en Santa Fe, la victoria del delasotismo en Córdoba, el triunfo del PRO en la Capital, las ventajas del FPV en Salta, Tierra del Fuego, Chaco y La Rioja, la victoria del Movimiento Popular Neuquino y el triunfo del radicalismo en Mendoza y Corrientes. No es que todos los consultores hicieron análisis correctos en todos esos distritos. Existieron movidas poco claras, sobre todo en ciertas bocas de urna. Pero en las encuestas publicadas en los días previos en esos distritos y ahora en las PASO, la mayoría diagnosticó con corrección –dentro de los errores muestrales– la fuerza ganadora y las diferencias. Tampoco se le debe pedir a una herramienta social como es la encuesta que prescinda del error muestral que le es propia.
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