EL PAíS › DENUNCIA DEL DEFENSOR ADJUNTO PORTEÑO
Para buscar al policía
Gustavo Lesbegueris confirmó ante la Justicia una denuncia de Página/12 contra un policía que todavía no fue identificado y que participó en la feroz represión del 20 de diciembre.
Por Miguel Bonasso
Gustavo Lesbegueris, defensor del Pueblo Adjunto de la Ciudad de Buenos Aires, confirmó ante la fiscalía federal número 5 aspectos claves de la nota publicada por este cronista en Página/12 el 23 de diciembre pasado, donde se denunciaba al policía identificado con la placa LP6816 como uno de los que comandaba la “salvaje represión” en Plaza de Mayo el 20 de diciembre. Este diario denunció que el policía participó de manera protagónica en el secuestro y las torturas que se infligieron esa mañana al joven Eduardo de Pedro, empleado del sindicato de judiciales e hijo de dos desaparecidos durante la última dictadura militar. El defensor Lesbegueris, al ver su foto en Página/12, lo reconoció como el policía de la Comisaría 2ª que lo había detenido a él “y a otros 28 ciudadanos” el día de la caída de Fernando de la Rúa. Ninguna autoridad judicial o policial ha informado hasta ahora acerca de la identidad y situación de revista de este individuo que portaba la identificación LP (Legajo Personal) 6816.
Antes de presentarse a declarar ante los fiscales Luis Comparatore y Patricio Evers –que investigan la masacre del 20 de diciembre–, el defensor Lesbegueris le escribió al autor de esta nota: “Además de narrar los actos de barbarie y criminalidad vistos y vividos ese día, cometidos por las fuerzas de seguridad del Estado, propiciaré la ocasión que me brindan los fiscales Comparatore y Evers para ratificar lo expresado en su nota del 23/12/01 publicada en Página/12 con relación al bolso de Eduardo de Pedro (Wado) y, lo que considero más relevante, identificar al agente LP6816, ya que gracias a las fotos de Damián Neustadt que acompañan dicha nota, pude anoticiarme que el mencionado agente fue la misma persona que me detuvo en Plaza de Mayo esa mañana y a quien observé desde el carro de asalto donde nos trasladaron a la Comisaría 2ª comandando la represión en ese sector de la Plaza de Mayo”.
El detalle del bolso de De Pedro al que alude Lesbegueris tiene especial importancia: la abogada del gremio de Judiciales, Silvina Güerri, acudió a la Comisaría 2ª en busca de “Wado” y se lo negaron, pero en una celda lo vio a Lesbegueris y el defensor adjunto le confirmó que el bolso del muchacho –arrebatado por un policía– estaba en el patio de la Seccional. Hasta ahora el joven no lo ha recuperado, ni tampoco la cédula de identidad que le sacaron en el momento de la captura.
Por otra parte, las excelentes fotos de Damián Neustadt que le permitieron a Lesbegueris reconocer a quien lo había detenido no fueron obtenidas sin pagar una cuota de terror: un policía le apoyó a Damián el caño de la Itaka en la mejilla sugiriéndole que se alejara. Después de publicarse la nota en Página/12 recibió amenazas.
La confirmación del defensor adjunto en sede judicial demuestra que el testimonio del joven militante de HIJOS ante este cronista era exacto y debería comprometer la situación de quienes ese día asesinaron, secuestraron y torturaron como en las peores jornadas de la dictadura militar. También sugiere que no todos deben irse, que hay algunos funcionarios como Lesbegueris que no vacilan en arriesgar su propia integridad física para cumplir con la tarea que la sociedad les ha encomendado. Frente a tanta podredumbre, es bueno destacarlo.
La odisea de un defensor
Gustavo Tirso Lesbegueris, casado, docente, nacido en la ciudad de Buenos Aires el 6 de mayo de 1964, acompaña a la defensora del Pueblo de la Ciudad, Alicia Oliveira, como defensor adjunto y se ha tomado su función muy en serio. El 19 de diciembre “como cualquier ciudadano” siguió “muy de cerca los acontecimientos de público conocimiento”, especialmente en lo referido al discurso del presidente Fernando de la Rúa decretando el estado de sitio y la singular reacción que produjo en la ciudadanía que,en vez de amilanarse, salió a la calle a llenar, espontáneamente, la plaza del no. El 20 por la mañana concurrió a las oficinas de la Defensoría y en la sala de prensa “donde estaban los televisores prendidos” comenzó a ver “el inicio de la represión policial en Plaza de Mayo”. De inmediato, “en uso de las funciones que desempeña el declarante como funcionario e integrante de la Defensoría del Pueblo, decidió concurrir personalmente a la Plaza de Mayo a efectos de intentar interceder ante las fuerzas de seguridad del Estado que reprimían absurdamente a los manifestantes que estaban ejerciendo sus derechos en forma pacífica”.
Allí se encontró con otra persona decente: el Defensor de la Tercera Edad, Eugenio Semino, que manifestaba junto a unos 60 o 70 jubilados y se quedó junto a él, hasta que alrededor de las 11 u 11 y media de la mañana (“no recuerda la hora con precisión”) “comenzó la represión en forma indiscriminada, concordante con el momento en que irrumpe la guardia de infantería y la policía montada a caballo. En ese momento agreden a todas las personas que estaban ahí, principalmente a las Madres de Plaza de Mayo que estaban adelante, cosa que fue lo que más le indignó”.
Al intentar interceder para frenar la agresión contra las Madres y los jubilados, Lesbegueris fue detenido y trasladado a un carro de asalto donde había cerca de quince manifestantes.
“En este acto –dice su testimonio ante la Fiscalía– agrega el declarante una copia de la página 17 del matutino Página/12 de fecha 23 de diciembre de 2001, donde se observa la detención de De Pedro, identificando el declarante al policía con ropas de civil como la persona que lo detuviera en la Plaza de Mayo, el cual posee una camisa a cuadros”. Más adelante agrega que el policía reconocido en la foto publicada por Página/12 “es quien dirigía en ese sector el operativo de represión en Plaza de Mayo, en la boca del subte A en Hipólito Yrigoyen y Defensa”.
Lesbegueris permaneció unos cuarenta minutos dentro del carro de asalto hasta que ya no pudieron entrar más detenidos. Había unos veinte, apretujados, sufriendo un calor sofocante. Uno de ellos tuvo un acceso de asma. Luego fueron trasladados a la Comisaría 2ª de la Policía Federal Argentina donde fueron identificados y alojados en dos celdas. Tanto mayores de edad como menores, en contra de lo que establecen las disposiciones legales. Aunque rija el estado de sitio y los detenidos se encuentren, como se encontraba Lesbegueris, “a disposición del Poder Ejecutivo Nacional”.
Horas más tarde recibieron la visita solidaria de los abogados de la Defensoría, de Judiciales y del CELS, y de diversos legisladores como María América González, Graciela Ocaña, Oscar González, Patricio Echegaray y Héctor Constanzo. Para ese entonces los trabajadores de la Defensoría del Pueblo de la Ciudad ya habían salido a la calle para cortarla en protesta por la represión y la detención del defensor adjunto. También se hizo presente en la comisaría la jueza Servini de Cubría, “a efectos de interiorizarse sobre todos los detenidos y disponer la libertad del declarante, hecho que ocurrió aproximadamente a las 16 horas”.
Sin embargo, el defensor adjunto se quedó en la comisaría hasta que salió “el último de los detenidos”. Después le tocó intervenir en otros gravísimos episodios de aquellas jornadas, como el del joven Martín Galli, herido de bala en la nuca, que sobrevivió de manera milagrosa. O en el episodio del brutal ataque a los motoqueros. Luego completó su tarea presentando el testimonio que aquí se reproduce y que lo convierte en la contracara de quienes ordenaron y ejecutaron la represión y siguen jugando al Gran Bonete.