Sábado, 7 de mayo de 2016 | Hoy
EL PAíS › PANORAMA POLITICO
Por Luis Bruschtein
“El sinceramiento es doloroso” dijo Macri cuando le preguntaron por la pobreza. En ese contexto, el verbo sincerar es tramposo; se usa como contraposición a la “mentira” con que se descalificaban los logros sociales del gobierno anterior. Y hay un sustrato de cinismo cada vez que este gobierno conservador tiene que hablar de los problemas que están generando sus políticas en la gente común, como el desempleo o la pobreza. Si se habla de sinceridad, se supone que se está hablando de algo bueno. Solamente es doloroso si el sujeto que se sincera es un sádico que empieza a los latigazos. Sincerar en el diccionario de este gobierno macri-radical está relacionado con la idea del neoliberalismo sobre el rigor necesario en una economía donde la parte dolorosa la ponen los pobres para que los ricos aumenten su rentabilidad.
Son pocos meses y todos los índices son dolorosos. Como peregrinos sedientos, las provincias piden fondos que les prometieron pero que nunca vieron. El distrito bonaerense está al borde del colapso. Los intendentes reclaman que recomiencen las obras públicas que se detuvieron cuando llegó el gobierno pro-radical. Las universidades avisan que llegan hasta agosto y después tienen que cerrar. Sobre todo las universidades más nuevas, del conurbano, están agonizando.
Es un misterio. La plata no aparece. En los primeros cuatro meses de este gobierno el Banco Central ha girado al Tesoro 42 mil millones de pesos –allí también hay emisión–, cinco veces más que en los cuatro primeros meses del año pasado durante el kirchnerismo y este gobierno no paga nada, ni los subsidios. Pero lo plata no aparece. Hasta el último día del gobierno saliente, todo eso funcionaba, no puede ser que lo hicieran sólo a fuerza de emisión porque la inflación del 1,5 o 1,8 por ciento de los últimos meses del kirchnerismo era muchísimo menor que el 7 por ciento de este abril macrista. Se atravesó por la peor epidemia de dengue en la historia del país, tapada por los medios oficialistas, sin que se hiciera ni siquiera una campaña pública de información y prevención. En la CABA hubo más de cinco mil infectados reconocidos con lo cual habría que multiplicar por tres para tener una estimación aproximada de los enfermos que no fueron detectados. Hubo una movilización masiva en La Plata para pedir que se ejecute el boleto estudiantil establecido por la legislatura como existe en otras provincias, pero la gobernadora María Eugenia Vidal dijo que no está entre sus prioridades. Las universidades no tienen para pagar los servicios con las nuevas tarifas y con una inflación que no estaba prevista en sus presupuestos. Macri les concedió el uno por ciento de aumento.
Los únicos índices buenos son los que marcan las ganancias del sector financiero. A pesar de que se mantiene la fuga de divisas, en contrapartida aumentaron las comisiones para bajar fondos del exterior atraídos por las altas tasas de interés. Vienen capitales a la timba financiera. Pero cuando se trata de inversiones la provincia de Neuquén, que fue la primera en tomar deuda después del pago a los buitres, pese al respaldo de su riqueza petrolera debió tomarla con más de 8,60 puntos de interés, más cara de lo que había conseguido YPF durante el kirchnerismo.
Los índices son malísimos si están referidos a la capacidad adquisitiva del salario y al trabajo. La venta de insumos para la construcción bajó el 22 por ciento y el consumo minorista bajó el 6,6 por ciento. Son cifras reveladoras de caídas de la economía cercanas a las de la crisis de 2001, pero en esa época se notaron más porque se venía de un largo camino de descomposición y empobrecimiento. En este caso es un golpe de furca y no la culminación de un proceso, como fue en 2001, sino su comienzo.
No parece doloroso para ellos, pero ha sido un sinceramiento el rechazo del oficialismo a una ley que busca frenar los despidos masivos que se están produciendo en la administración pública y en el ámbito privado. Por el motivo que sea, al asumir esa posición, los radicales y el PRO se muestran a favor de los despidos, lo cual es una forma de sincerarse. Es obvio que una prohibición legal por sí sola no impedirá los despidos, pero puede funcionar como paraguas o como obstáculo. El problema de fondo son las políticas del gobierno que están achicando la actividad económica, lo cual lleva a la destrucción de fuentes de trabajo.
Como bomberos que llegan a apagar el fuego, ya circulan índices para mayo y encuestas de imagen. Después del espantoso 7 por ciento de inflación mensual en abril, se calcula que será del 3 por ciento para mayo, lo cual es menos de la mitad, un alivio relativo, porque es una inflación altísima en un país en recesión. De todos modos el 7 por ciento de abril ha sido un histórico acto de sinceramiento.
Después de la masiva concentración convocada por las cinco centrales obreras contra los despidos masivos aparecieron encuestas donde Macri, a pesar de haber bajado, seguiría alrededor del 50 por ciento de imagen positiva. Se supone que se trata de personas que alegremente aprueban la inflación y los aumentos de tarifas. En la calle se percibe un humor diferente. Hasta los taxistas porteños con el cerebro perforado por las 24 horas por día de escuchar las radios y los periodistas oficialistas, ya no defienden al gobierno. Vista al frente y en silencio.
Pero es real que un sector importante de la sociedad todavía no reacciona frente a un cuadro de situación que en otros momentos hubiera producido una fuerte conmoción. Hay muchos que todavía no sintieron el impacto de las nuevas tarifas y otros que acumularon en el colchón para pasar el mal tiempo y piensan que con eso les alcanzará.
El movimiento obrero ya mostró su inquietud con la concentración masiva en Paseo Colón. El movimiento estudiantil, que en otros momentos se movilizó por el presupuesto universitario, no ha tomado conciencia del riesgo que corren las casas de altos estudios, muchos de cuyos rectores son radicales y parte del oficialismo que las está asfixiando.
El deterioro de la economía y el desgaste del gobierno van más rápido que los movimientos en la política. La inercia de la derrota electoral del Frente para la Victoria llevaba a las demás fuerzas a coaligarse para terminar de destruirlo. Queda un remanente de esa inercia, muy ligada al retintín de los medios oficialistas con las causas judiciales y el show mediático que han montado alrededor del caso de Lázaro Báez. Un gobierno de radicales y conservadores con el presidente y la mitad del gabinete a la cabeza de empresas fantasmas offshore denunciadas a nivel internacional, y la otra mitad involucrada en la especulación con el dólar, no tiene demasiada autoridad moral para hablar de corrupción.
No terminaron de acomodarse los cambios que produjo el resultado electoral cuando empezaron los reacomodos que genera una crisis económica provocada de manera vertiginosa por las medidas del gobierno. Se visualizaron nuevas ecuaciones en la movilización de los trabajadores y en puntos concretos de la labor parlamentaria. A nivel institucional, la crisis acompaña a la economía y al desgaste del gobierno. La persecución contra Milagro Sala por parte del gobernador radical Gerardo Morales llevó ayer al intento de suicidio de la diputada provincial Mabel Balconte que el oficialismo radical había extorsionado para que traicione a su movimiento, según denunciaron los propios colaboradores y amigos de la legisladora. En la CABA, patoteros del PRO que fueron identificados y fotografiados, y uno de ellos resultó empleado del gobierno de la ciudad, atacaron el jueves una reunión de vecinos que estaban discutiendo el destino de los terrenos de Casa Amarilla en La Boca. Hay un acuchillado y resultó herido Fernando Abal Medina, hermano del senador Juan Manuel Abal Medina. Son síntomas fuertes de descomposición institucional que no se veían desde hace muchos años.
Es improbable que todo mejore ni siquiera en el inexistente tercer semestre del año. Lo más que puede pasar en el segundo semestre es que la inflación baje y estabilice la situación en una normalidad con mayor desempleo y salarios de menor poder adquisitivo, destrucción de las economías regionales y de la mediana y pequeña industria. Cuando Macri y sus aliados del radicalismo dicen que el sinceramiento es doloroso, están diciendo que, en el mundo real, los pobres no tienen los derechos que les hicieron creer con las mentiritas del populismo. Es doloroso pero es así. Aunque no reparten la riqueza, son generosos y reparten los sentidos: la sinceridad es para los ricos y lo doloroso para los demás.
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