EL PAíS › INFORME DE LOS EX DETENIDOS DESAPARECIDOS DE LA ESMA

Todo era un campo clandestino

Los sobrevivientes de la ESMA consultados por Página/12 señalan que las instalaciones en general funcionaban como parte del campo clandestino y no solamente el Casino de Oficiales.

 Por Victoria Ginzberg

O un sector, o las 17 hectáreas, o sólo el Casino de Oficiales. Distintas versiones sobre el espacio que ocupará el Museo de la Memoria en el terreno de la Escuela de Mecánica de la Armada (ESMA) circularon en estos días. Los miembros de los organismos de derechos humanos que se reunieron el lunes con el presidente Néstor Kirchner anunciaron que la voluntad oficial es que todo el predio sea dedicado a recordar los crímenes de la última dictadura. Un documento entregado al Presidente por la Asociación de Ex Detenidos Desaparecidos pone en evidencia que el funcionamiento del centro clandestino de detención no se limitó a un solo edificio, sino que varias dependencias eran engranajes en el mecanismo represivo de la ESMA.
El trabajo de la Asociación de Ex Detenidos Desaparecidos señala que en la ESMA tuvieron su sede operativa el grupo de tareas 3.3.1, el grupo de tareas 3.3.2 y el Servicio de Inteligencia Naval (SIN). La entrada y salida de vehículos que iban a o volvían de secuestrar se hacía por tres lugares: Avenida del Libertador al 8200, una salida próxima a la avenida Comodoro Martín Rivadavia y un camino de tierra que recorría las calles La Cachila y Santiago Calzadilla, por detrás de la escuela Raggio.
Los prisioneros estaban “alojados” en el Casino de Oficiales, edificio que consta de tres pisos, un sótano y un altillo. Por lo general, el sótano era el primer sitio al que eran llevados porque allí se encontraban las salas de torturas. Una persona secuestrada el 19 de abril de 1976 describió el lugar como pequeños cuartos delimitados por tabiques en cuyo interior había camastros a los que eran atados los detenidos para ser atormentados. Allí también funcionó una oficina donde se confeccionaba documentación, la enfermería, el dormitorio de los guardias, un baño y un laboratorio fotográfico. El lugar fue reformado en octubre de 1977 y a principios de 1979. El último cambio fue para disfrazar el sitio ante los miembros de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos de la OEA que visitaron el país para recoger denuncias sobre la represión.
En el tercer piso del Casino de Oficiales estaba “Capucha”, que contaba, por un lado, con nueve celdas pequeñas que los marinos llamaban camarotes. Otro sector estaba compartimentado con tabiques de madera cada 60 o 70 centímetros. Eran las “cuchas” donde los detenidos debían permanecer engrillados, esposados y con la cabeza cubierta o los ojos tapados. En ese piso estaba la habitación en la que se acumulaban los objetos robados (Pañol Grande) y la Pecera, donde algunos detenidos fueron obligados a trabajar. El altillo o “Capuchita” también se destinó a albergar a desaparecidos. En ese sitio había además otra sala de interrogatorios y torturas.
Tal como relataron los tres sobrevivientes de la ESMA entrevistados por Página/12 el domingo, el centro clandestino de detención de la Marina no se limitó sólo al Casino de Oficiales. Algunos detenidos estuvieron en consultorios médicos, odontológicos y una enfermería ubicados en una calle interna perpendicular a la avenida del Libertador. El documento que tiene el Presidente narra que “una prisionera fue llevada (al dentista) con grilletes en las piernas y custodiada por marinos con armas largas”.
Los desaparecidos también “trabajaron” en la Imprenta, que estaba ubicada en un edificio antiguo casi en diagonal a la Casa de Oficiales. Contaba con maquinarias de tecnología avanzada que habrían sido robadas a imprenteros de la zona norte del Gran Buenos Aires secuestrados en septiembre de 1978. Los detenidos, que eran conducidos al lugar en auto, fueron obligados a imprimir publicaciones y documentación falsa, como boletas de comercio para justificar gastos, autorizaciones para portar armas, credenciales de migraciones y de periodistas.
El trabajo de los Ex Detenidos Desaparecidos señala también que el departamento de Ingeniería, el taller de automotores, la Escuela de Guerra Naval, el Comando de Operaciones y el Pabellón “Coy” estuvieron involucrados en prácticas ligadas al campo de concentración. A este último edificio se mudó en 1981 el grupo de tareas de la ESMA que pasó a llamarse Grupo de Operaciones Especiales de la Armada (GOEA). Además, en la Plaza de Armas –según la reconstrucción de los sobrevivientes y ex conscriptos y alumnos de la ESMA– aterrizaban helicópteros desde los que se vieron bajar al dictador Emilio Eduardo Massera y a hombres y mujeres encapuchados que fueron llevados en auto hacia el Casino de Oficiales. En el campo de deportes, se sospecha, se quemaron cuerpos.
Luego del discurso de autocrítica del almirante Jorge Godoy, los marinos aspiraban a reducir el Museo de la Memoria al Casino de Oficiales. El ministro de Defensa, José Pampuro, aseguró que las distintas escuelas militares que funcionan en el predio permanecerían allí. Pero el lunes el Presidente dijo ante siete organismos de derechos humanos que su voluntad era otra. Un funcionario del Ejecutivo señaló que “por ahora lo único que está definido es que allí habrá un espacio destinado a la memoria y los derechos humanos”. Todavía no está claro cómo se implementará ni qué características tendrá. Kirchner aún debe llegar a un acuerdo con el Gobierno de la Ciudad, que hace tiempo inició un juicio reclamando el lugar. ¿Ocupará el museo todo el predio? El problema, más que de espacio parece ser de tiempo. “Seguramente será algo más bien gradual, que se irá consensuando”, señaló el funcionario.

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La discusión sobre las características del Museo de la Memoria en la ESMA recién comenzó.
 
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