EL PAíS › LOS ARGENTINOS QUE EMIGRARON A MIAMI, ENTRE LA MISERIA Y EL PANICO A LA DEPORTACION
El sueño americano se transforma en pesadilla
Una nueva ley que entró en vigencia esta semana permite que la policía pida documentos y detenga a los inmigrantes ilegales. La psicosis se expandió entre los argentinos. Muchos de ellos son los nuevos “homeless”: viven de la caridad, debajo de los puentes.
Por Mariana Carbajal
Miami se volvió una pesadilla para muchos argentinos. El endurecimiento de la política migratoria cambió bruscamente el horizonte de los que se fueron en busca de mejores oportunidades. El temor a ser deportados se convirtió en moneda corriente, desde que esta semana la policía local tiene la facultad para detener a los inmigrantes indocumentados. Así está la mayoría. Se calcula que entre 100 mil y 140 mil argentinos tienen vencidas sus estadías. “Vivimos con miedo”, contó a Página/12 Eladio Méndez, ex chofer de colectivo, de Berazategui, afincado hace dos años en la Florida. Sin documentos, no consiguen trabajo o se subemplean. “Mi hija es instrumentadora quirúrgica y ahora está limpiando baños”, se lamentó, al borde del llanto, Valeria Valda, de 67 años (ver aparte). Centenares de argentinos están viviendo al límite de la subsistencia y muchos, literalmente, quedaron en la calle. “La situación es bien crítica, desesperante. Encontré homeless sanjuaninos, mendocinos y del sur del país viviendo debajo de puentes y muchas familias están recibiendo comida en iglesias”, describió el pastor argentino Gabriel Kost. En busca de una solución, se acaba de conformar CAUSA (Comisión Argentina en USA) que está recolectando firmas para elevar un petitorio al Congreso norteamericano. En tres semanas, juntaron 15.000. El movimiento tiene tal fuerza que a cada reunión concurren cerca de un millar de argentinos sin sus papeles en regla.
Un fallo de la Corte Suprema empeoró el panorama: el máximo tribunal dictaminó el miércoles pasado que los inmigrantes ilegales no tienen derecho a reclamar una indemnización cuando son despedidos injustamente (ver aparte). “Las empresas no se quieren comprometer a tomar ilegales porque las multan. Y a muchos argentinos los han echado sin pagarles sueldos que les debían y ahora no pueden reclamar nada”, precisó Kost, del Centro Evangelístico Latinoamericano. El pastor, de 35 años, llegó a Miami con su esposa hace 9 meses, desde Córdoba. “Comenzamos esta obra por un llamado de Dios para ayudar a nuestros compatriotas”, contó a este diario, vía telefónica. Su templo está ubicado en la zona de Miami conocida como Pequeña Habana, donde se han asentado gran cantidad de familias argentinas. Allí, en el 2101 South West de la calle 8, sábado por medio, se realizan las asambleas de CAUSA (ver aparte).
Sin techo
Todos los domingos, el pastor y su esposa entregan unas doscientas cajas con alimentos a familias argentinas. “He visto muchas lágrimas en los ojos de la gente que recibe la caja. Muchos, si vieran un poquito de luz en la Argentina, se volverían. Otros ya están pensando en rumbear para otros estados, Carolina del Norte, Carolina del Sur, Georgia, Atlanta, porque acá la situación es muy difícil”, detalló el religioso. Otras iglesias evangélicas cristianas también están desarrollando tareas de ayuda directa a los argentinos ilegales. El pastor Rubén López, de la Iglesia Evangélica Pentecostal Asambleas Misioneras Elim, lleva todos los sábados a la tarde, desde diciembre, un camión cargado con cajas con comida a la esquina de la avenida Collins y la calle 83, en el área de Miami Beach bautizada como “Pequeña Argentina”. “Empezamos ayudando a cuatro familias y ahora son trescientas. Les llevamos verduras, fideos, frutas, leche, arroz, puré de papás, pañales, comida para bebés. Todos están tremendamente desesperados. Muchos están ilegales y otros no, pero no tienen empleo porque después de los atentados del 11 de setiembre la industria hotelera quedó muy golpeada y está trabajando a menos de media máquina”, señaló el pastor López, en diálogo con este diario (ver aparte).
Los sábado por la noche, el pastor Kost y su mujer recorren los puentes de Miami, donde duermen decenas de inmigrantes latinos. “Entre haitianos, colombianos y de otras nacionalidades, estamos encontrando argentinos: sanjuaninos, mendocinos, del sur del país. Muchos son padres de familia,que cuentan llorando que sus esposas están en Argentina pasando hambre y ellos acá no pueden conseguir trabajo. Se encuentran entre la espada y la pared, pero prefieren pelearla como puedan. Están esperando un milagro que les solucione su status inmigratorio. Pero se sienten frustrados y están deprimidos”, contó Kost.
Con miedo
Aun los que no pasan tantas estrecheces viven con miedo. Como parte del endurecimiento de la política migratoria después de los atentados del 11 de setiembre, desde el lunes la policía local puede detener a un inmigrante por el hecho de ser ilegal, algo que era facultad exclusiva de la autoridad migratoria. “Antes, si un policía le hacía una multa a un automovilista por cometer una infracción de tránsito, no se metía con su status inmigratorio. Ahora, puede consultar el archivo migratorio de esa persona, detenerla si está en falta e le inician el proceso de deportación”, explicó a Página/12 Alejandro Nieto, vicecónsul argentino en Miami.
“Muchos argentinos ven un patrullero y sienten pánico”, describió el pastor Kost. No exagera. Rumores de razzias en lugares de trabajo y noticias de detenciones callejeras de ilegales publicadas en diarios hispanos desataron en los últimos días una verdadera psicosis. Dimas Pettineroli, vicepresidente de CAUSA, está tratando de llevar tranquilidad a la comunidad argentina. “El viernes me llamó por teléfono el jefe de la policía de Miami, Raúl Martínez, y me aseguró que no va haber persecuciones contra inmigrantes ni detenciones en los trabajos, que lo que buscan son gente vinculada al terrorismo y al narcotráfico. El mismo día nos reunimos con Mario Díaz Balar, el senador republicano más importante del estado y mano derecha del gobernador (Jeb) Bush, y él nos dio su apoyo a nuestra lucha y ratificó que no van a detener a personas sin papeles”, afirmó a este diario Pettineroli. El vicecónsul confirmó la versión. “No tenemos conocimiento de deportaciones masivas. La semana pasada nos hemos enterado de dos y la anterior, de una. En general, las últimas deportaciones de argentinos fueron de gente que cometió algún ilícito o se encontraba en un lugar sospechoso”, agregó Nieto.
Pero el pánico entre los argentinos persiste. “Estamos atemorizados. Hay mucho miedo en la gente. Hasta que mis hijos no llegan a casa no estoy tranquila. La verdad, la estamos pasando un poco triste”, reconoció a este diario Elizabeth Damico, que llegó a Miami desde Ramos Mejía en febrero de 2000 con su esposo y tres hijos y acaba de tener el cuarto en suelo norteamericano.
“Tenemos mucho temor, por eso tenemos la urgencia de tratar de solucionar nuestra situación inmigratoria. Andamos con mucho cuidado. Se dice que por Miami Beach hay muchos controles y estamos evitando ir para allá”, contó, vía telefónica, Eladio Méndez, de 39 años, de Berazategui, donde trabajaba como chofer de colectivo.
Aislados
La falta de documentación, además, les impide visitar a sus familiares que quedaron en la Argentina. Como el plazo de estadía lo tienen vencido -generalmente son tres meses– y la Argentina fue excluida del programa norteamericano de exención de visas, si salen de Estados Unidos no pueden volver a ingresar porque quedan registrados en infracción. Es el problema que tiene Paula, de 24, profesora de gimnasia, de Mar del Plata. Desembarcó en Miami once meses atrás y a diferencia de otros argentinos, encontró oportunidades laborales. “Acá me regalaron el curso para sacar la habilitación como profesora de aerobics y personal trainer. Estoy trabajando en tres lugares y puedo mantenerme a mí y a mi papá que no está teniendo las mismas posibilidades. El trabajaba en la construcción, después en una fábrica de telas y se quedó sin trabajo y todavía no consiguió. El problema es que estoy ilegal, y quiero salir del país paraver a mi familia, pero no puedo”. Elizabeth, Eladio y Paula ya estamparon su firma en el petitorio. Tienen la esperanza de que un milagro en el Congreso norteamericano les devuelva la sonrisa.