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Raúl Alfonsín “quiere ver sangre y represión en las calles argentinas”, afirmó el subsecretario general de la Presidencia, Carlos Kunkel. El funcionario salió al cruce del ex presidente, quien desde Madrid dijo al diario La Nación que “hay que responderle a la violencia del palo”, que encarnarían, según él, los piqueteros.
Kunkel acusó a Alfonsín de oponerse “a la política del Gobierno de la tolerancia y la persuasión” y lo ubicó entre “aquellos dirigentes que están pidiendo permanentemente represión y mano dura”. También estimó que “él debe haberle aconsejado lo mismo al hombre que designó como candidato a presidente, al doctor Fernando de la Rúa. Eso provocó dos muertos a la semana de haber asumido, en el puente de Corrientes, y más de 20 muertos el 19 y 20 de diciembre”.
En el reportaje, Alfonsín pidió al Gobierno que “actúe” frente a las manifestaciones piqueteras a través de la “acción policial”. Kunkel consideró en cambio que en las manifestaciones piqueteras “hay cosas que corregir, pero sin violencia” y recriminó a Alfonsín por no haber protestado en su momento cuando “durante el último año de gobierno de su partido (en 1999), desaparecieron 35 mil millones de dólares de las reservas del Banco Central”.
“En ese momento –precisó–, no recuerdo que Alfonsín pidiera que actuara la Justicia, ni que el Estado busque a los responsables.” Los senadores radicales pidieron desagraviar al ex presidente por estos dichos a cambio de su voto en el Senado (ver pág. 6).
El funcionario juzgó además que existe “una desmesura absoluta” entre los hechos que “evidentemente deben ser corregidos y la actuación de dirigentes minoritarios de movimientos sociales concentrados en acciones cada vez más espectaculares, buscando gente que los acompañe”.
Por otra parte, Kunkel se refirió al columnista Mariano Grondona, a quien le recomendó que asuma “su responsabilidad de dirigente político”.
“Ahora que no tiene militares que den golpes para hacer los programas de gobiernos que él esboza, el doctor Grondona tiene que asumir su responsabilidad de dirigente político y armar un partido donde sea el mentor ideológico o el candidato”, planteó.
Con ironía, el funcionario le propuso que “deje de distorsionar” su imagen y actividad, “si actúa como comunicador social debe hacerlo pero si actúa como ideólogo, lo más honesto es que lo haga como dirigente político”.