EL PAíS › EMPRESARIOS EN LA ISLA MARGARITA
Vinos y negocios
Por Claudio Zlotnik
Los principales restaurantes de isla Margarita ofrecen a sus comensales una lista de buenos vinos extranjeros, además de algunas marcas locales. Se puede elegir entre una botella de vino francés, chileno, estadounidense y hasta de Portugal. Pero la oferta no incluye a los argentinos. A pesar de que en la Argentina existen varias bodegas importantes, la mayoría en manos de grupos extranjeros, y también muchas de pequeño porte, la calidad de sus vinos son poco conocidos en el exterior. Lo mismo ocurre con otros productos, como las carnes y los lácteos. La Macro Rueda de Negocios organizada en esta isla durante la última semana promete ir cambiando el escenario. Así al menos lo creen no sólo los organizadores del evento sino también los empresarios que participaron.
Lo ocurrido en la isla Margarita, en pleno Caribe venezolano, durante la última semana fue un hecho novedoso para la Argentina. Después de una década de uno a uno entre el peso y el dólar y las relaciones carnales con los Estados Unidos, los vínculos políticos y comerciales con los países de América latina extra Mercosur habían quedado deshilachados. Sin competitividad económica y una industria destrozada, la mirada argentina hacia el exterior se había reducido notablemente.
Ahora las cosas cambiaron. Y a pesar de que Venezuela soporta niveles de pobreza record, superiores al 70 por ciento de la población, las empresas argentinas que viajaron se volvieron con negocios abrochados y promesas de más acuerdos.
La oportunidad llegó de la mano de la crisis energética. La compra de fuel oil venezolano por 240 millones de dólares puede ser el inicio de un cambio profundo. Hugo Chávez prometió reemplazar compras que habitualmente se realizaban en los Estados Unidos con productos argentinos y de otros países de la región. En pocas semanas habrá una ronda de negocios con empresarios colombianos. Este era el principal motivo de alegría en la comitiva de empresarios argentinos. De pronto, un nuevo mercado aparece en el horizonte. Que no sólo atañe a los servicios petroleros, que la industria argentina puede satisfacer, sino también a lo sectores alimenticios.
Uno de los principales demandantes de alimentos es CASA, la corporación estatal venezolana que distribuye sus compras entre los más necesitados. Mediante licitaciones, las compañías argentinas apuestan a venderle directamente al gobierno. No es mala la ocasión, analizaban en la delegación: el hecho de que se le venda a la corporación reduce al mínimo las chances de impagos.
También resultó productiva la visita de los pequeños productores del campo, que estuvieron representados por la Federación Agraria. En vez de venderles los cereales a las multinacionales, los productores colocarán parte de su cosecha en Venezuela, sin pagarles a intermediarios.
Después de las dudas generadas por el Mercosur, cuya normativa incluye gestos a las grandes corporaciones en detrimento de las pymes, que una vez más quedaron en la superficie con las últimas peleas entre distintos sectores de Brasil y de la Argentina, para los más chicos fue importante que esta vez un gobierno los tuviera en cuenta al momento de establecer prioridades.
Esa intención quedó sellada en la declaración conjunta firmada por Kirchner y Chávez. El primer punto del memorándum incluye la posible creación de un “Banco Sudamericano de Desarrollo Económico y Social”, con el objetivo de financiar las operaciones de las empresas más chicas. Mientras tanto hubo dos bancos que ofrecieron líneas de prefinanciación de exportaciones: el Banco BICE y el Credicoop. La cuestión financiera es un aspecto decisivo, más todavía cuando la Argentina adolece de un sistema financiero dinámico en el otorgamiento de créditos a las pymes.La apuesta de ambos gobiernos es importante: alcanzar un intercambio comercial de 1000 millones de dólares en los próximos 12 meses. Implicaría multiplicar por seis los negocios cerrados durante el año pasado. Tanto es el entusiasmo que en el Gobierno ya evalúan una segunda ronda de negocios para antes de que termine el año.
En un país donde el debate central sobre la economía debería ser la manera de sostener el actual crecimiento y mejorar la redistribución de la riqueza, la apuesta para que las pymes exporten aparece como un buen canal para lograr aquellos objetivos. La imagen de un empresario argentino mostrándole a un colega de otro país la calidad de sus productos, como ocurrió en la ronda de negocios que acaba de terminar, podría ser una buena manera de conseguir un país en serio, afianzado en un proceso productivo. Tal vez, la necesidad de superar la crisis energética haya dado espacio a estrategias más sanas. Todo un cambio para una Argentina acostumbrada a bandearse entre una crisis y otra.