EL PAíS
La flamante CGT unificada tuvo su primer problema de alcoba
Susana Rueda acusó a Hugo Moyano de “personalismo” por haber armado un encuentro con el piquetero Raúl Castells sin consultar a los otros integrantes de la conducción de la CGT unificada.
Habrá que imaginarlo. Mordiéndose el puño o gritando a las paredes de un cuarto solitario. Y si no es así, probablemente en una acción muy parecida. Lo seguro es que, a pesar de su forzada prudencia, a Hugo Moyano no le gustó nada que Susana Rueda lo haya salido a cruzar. O mejor dicho, que esta cara nueva de la conducción tripartita de la CGT lo cuestionara públicamente a él, que es otro integrante de esa cúpula, por armar una reunión inconsulta con el piquetero Raúl Castells.
A menos de un mes de la unidad lograda entre las dos fracciones de la CGT –la rebelde de Moyano y la CGT oficial, a la que reporta Rueda–, el contrapunto no pasó inadvertido, sobre todo por los notorios esfuerzos que venían haciendo de uno y otro sector por pasar a un segundo plano las diferencias.
Rueda se quejó abiertamente del camionero. Y negó rotundamente que la central obrera tuviera en agenda una reunión con Castells. “Hay que terminar con los personalismos. Eso cuesta mucho trabajo, sobre todo a quienes han sido personalistas durante muchos años en la ejecución de políticas sindicales.”
“Y –agregó para recordarle las jerarquías– como secretario general somos los tres (por ella, Moyano y José Luis Lingeri), lo que estableció el consenso es que los tres tenemos que actuar por la política de consenso y la política de consenso es que los tres tenemos que estar de acuerdo.”
Al asumir, Moyano había hablado muy bien de Castells, como una forma de descartar que la unificación cegetista tuviera como objetivo eclipsar a los piqueteros. “Con él compartimos movilizaciones. Y me llamó por teléfono para felicitarme. Le tengo un profundo respeto. Cuando estuvo preso le llevé comida”, recordó.
–¿Pueden llegar a hacer medidas conjuntas? –le preguntó entonces este diario.
–¿Por qué no? Con Castells yo no voy a competir. Ya hablaremos.
Ayer, el camionero se salía de la vaina por contestarle a Rueda. Pero se contuvo luego de una conversación con su compañera de conducción. No es estratégico –habrían coincidido– subir la tensión cuando la CGT unificada no cumplió ni un mes de vida. Eso sí, hubo una respuesta de rigor. “Son trabajadores sin trabajo y a Castells lo vamos a escuchar para ver qué quiere decir, ¿cómo no lo vamos a recibir?”, señaló al término de un encuentro con representantes de la Iglesia Católica –en la que Rueda estuvo presente y en donde se coincidió en reflotar la mesa del diálogo argentino.
Lo mismo habían dicho horas antes la esposa del dirigente piquetero, Nina Peloso, y el colectivero Juan Manuel Palacios. “Sí, Castells será recibido el miércoles sin problemas. Queremos tener la posibilidad de escuchar y hablar con todos. Las puertas de la CGT están abiertas”, ratificó el sindicalista.
Como si eso no alcanzara, el propio Castells confirmó que mañana marchará a la sede de la central obrera, en Azopardo e Independencia, para entregar un petitorio reclamando un aumento en el número de beneficiarios del Plan Jefas y Jefes de Hogar, además de elevar en 50 pesos el monto del beneficio.
Probablemente, para no quedar pagando ante un hecho que parece inevitable, Rueda abrió el paraguas, señalando que si la Cumbre Moyano-Castells se produce será por la “amistad” que los une y no como resultado de un hecho institucional. Más aún: para que no quedaran dudas de la distancia que la separan del titular del Movimiento Independiente de Jubilados y Pensionados, abundó en críticas. “Nosotros estamos tratando de sumar a todos los sectores que quieren reconstruir el país, estamos trabajando con ideas y propuestas no con destrucción, ni con caras encapuchadas, ni con la destrucción de la propiedad de los argentinos”, manifestó.
“Castells –concluyó– ha dicho por todos los medios que va a marchar a la CGT para que lo reciban, y eso es una imposición y nosotros no deberíamos aceptar una imposición.”