EL PAíS › OPINION

Ni tanto, ni tan poco

 Por Mario Wainfeld

Nada es igual a la primera vez. La movilización inaugural de Juan Carlos Blumberg fue un sorpresazo, un terremoto que cambió el mapa. La de ayer encontró a todos sobre aviso. La magnitud numérica de la primera no dejó espacio al debate. La de ayer autoriza discutir cuánto mermó la capacidad de convocatoria de Blumberg. Una discusión peliaguda pues se redujo seguramente a la tercera parte de las personas que hubo en abril, pero se sigue midiendo en decenas de miles de personas. Las propuestas del padre de Axel, sus modos oratorios, hasta sus muletillas son mucho más conocidas que hace casi cinco meses, cuando se lo escuchaba también para conocerlo.
Ayer, con liturgia y acompañamiento musical ya acostumbrados, Blumberg fue fiel a sí mismo. Repitió sus propuestas. Fue duro con la corporación política, pero también se esmeró en limitar los consiguientes chiflidos de “la gente” y en proponerles el camino del voto para imponer rectificaciones. Derrapó cuando hizo la consabida alusión derechista a “los derechos humanos de los delincuentes”, cuyos orígenes se remontan a los argumentos de los defensores en el Juicio a las Juntas Militares. Pero se esforzó por mostrarse ponderado y prodigó respeto a las instituciones. Cuando apareció era un factor imprevisto, explosivo. Ahora, aunque amesetó su crecimiento, es un protagonista cotidiano.
- El Presupuesto. El discurso de Blumberg ha ido agregando demandas, sin desistir de las fundacionales. El agravamiento de las penas sigue siendo su caballito de batalla. Pero se vienen añadiendo reclamos concretos para aumentar los recursos económicos de las Fuerzas de Seguridad. Blumberg se internó hasta en la caja chica de las comisarías, que reputó exiguas. Bien mirado, este reclamo es profundamente político. En un país azotado por carencias, la manta presupuestaria es indefectiblemente corta. Si se potencia la atención estatal en ese rumbo, alguna partida tendrá que sangrar. ¿El gasto social? Habrá que ver. Los manifestantes no dejaban dudas acerca de sus tres banderas cuando coreaban “Seguridad/ Seguridad/ Seguridad” (en mayúscula las tres veces en su versión verbal original).
- Con el Himno no. Ya que estamos, el rabino que habló a la concurrencia se permitió reformar la letra del Himno Nacional: “Oíd mortales, el grito sagrado/ Seguridad, Seguridad, Seguridad”. La versión original, que sacraliza la libertad, es más entrañable. Máxime si se la conjuga con la estrofa ulterior que declara “noble” a la igualdad. El rabino acaso se puso on line con su público (que lo aplaudió bastante menos que a Blumberg y que a los dos sacerdotes cristianos que también expusieron), pero lo suyo sonó a confesión de parte.
- La gente. En la sociedad argentina, cruelmente empobrecida, las personas que ganan algo más de 1000 pesos por mes integran el 10 por ciento más alto de la pirámide de ingresos. No son ricos, pero están arriba. Habrá que esperar estudios más rigurosos que el ojímetro del cronista, pero ese núcleo de clase “media/media” (no lo más ricos, no los caídos “nuevos pobres”) da la sensación de ser la “base social movilizada” de Blumberg. Gente que no tiene tanto, pero sí algo por perder. Y, por lo que se vio, gente de cierta edad, aquella que tiene hijos, sobrinos o hasta nietos identificables con Axel o con Nicolás Garnil.
- La Gente. La revista Gente ofreció un regalo para sus lectores de esta semana: una vela para llevar a la marcha. La anécdota ilumina un par de datos. El primero es la larga preparación de esta movida, que debe tomarse en cuenta para medir su impacto numérico. El segundo, el importante apoyo mediático que tiene Blumberg, en especial de medios como Gente, que fue apoyo estratégico de la dictadura militar. Blumberg no se ha apartado demasiado en su vida pública de los modos democráticos. Muchos de sus aliados tienen antecedentes tenebrosos.
En un párrafo en que evocó, involuntariamente, la épica peronista, Blumberg se apenó porque le levantaron los puentes y le vetaron participación en programas de radio y TV. La queja suena exagerada si viene del ciudadano argentino que ha tenido más centimil y más pantalla en estos días, superando a cualquier político o a Diego Maradona.
- La política mete la cola. Como tantas convocatorias de surtidos signos, la de Blumberg tiene una pátina antipolítica. Pero quien se sube a una tarima, derrapa, aunque no quiera a ese territorio. Blumberg agregó su reclamo sobre las denostadas “listas sábanas”, fundándose en que “la gente” se lo pide. Si persevera en incursionar en lo que le pidan, le costará mucho evitar ocuparse de temas económicos o salariales, mucho más acuciantes para personas normales que las listas sábana.
- Una buena mirada. Un importante funcionario de Economía propuso ayer a este diario una mirada bien política sobre la cuestión de la inseguridad. “Mire el último secuestro, el de Gabriel Gaita. Un industrial de Lanús, que maneja una curtiembre. Justo, justo un integrante del sector que nuestra política tiende a beneficiar. Seguramente le va bien a partir de la devaluación y la sustitución de importaciones. Quizá cambió de auto, compró maquinaria nueva para la fábrica y eso en su barrio cualquiera lo sabe. Está más expuesto que un millonario de Palermo Chico. Progresa y sigue viviendo en su lugar de origen. El y todos los que son como él deberían ser apoyos firmes de este Gobierno, pero en estos días se perciben como secuestrables y se ven empujados a la derecha. Por ellos, y no por el establishment, tenemos que mejorar los desempeños y la sensación térmica en materia de seguridad.”
- Ojo con el alivio. El Gobierno venía midiendo “si Blumberg conserva vigencia”, y la mitad de los encuestados decía que la está reduciendo. Y postulaba que había un desplazamiento de clase (hacia arriba) en los apoyos sociales de Blumberg. En el primer nivel de la Rosada se estimó en 30 mil el número de asistentes al Congreso y se observó con satisfacción que muchos familiares de víctimas de delitos no asistieron.
El alivio no debería oscurecer que Blumberg se mantiene en escena. La inseguridad prima en el debate público y tiene un representante con prestigio, en especial en sectores ABC1.
La convocatoria se redujo, el prestigio de Blumberg sigue alto. Y muchos medios magnificarán el número de asistentes a su convite de ayer. Cuando de política se trata, el dato de “cuánta gente había” forma parte de la polémica. Y, le guste a quien le guste, Blumberg es un protagonista de la siempre curiosa política local.

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