EL PAíS › CAVALLO DECLARO EN LA CAUSA POR EL MEGACANJE
Seguro de ser el Salvador
Desencajado como cuando perdió la elección a jefe de Gobierno porteño,
el ex ministro de Economía dijo que es el único que “puede salvar al país”. Dijo que canjeó a “tasas altísimas” para evitar el default.
Por Adriana Meyer
Mientras el Gobierno busca un ministro de Economía, Domingo Cavallo se cuida, por las dudas, y se promociona. “Soy el único que puede salvar a este país”, le dijo al juez federal Jorge Ballestero tras ser interrogado como sospechoso en la causa sobre el megacanje, y se acomodó un poco el chaleco antibalas que tenía puesto bajo el saco sport. Había sido trasladado en helicóptero desde el escuadrón de Gendarmería en Campo de Mayo, donde está preso por contrabando de armas. Ante el magistrado afirmó que la operación de canje de bonos fue “exitosa”, y aunque admitió que fijó “tasas altísimas”, adujo que lo hizo para evitar que el país cayera en default. A los gritos, gesticulando y desencajado como cuando perdió la elección a jefe de Gobierno porteño, según relataron a Página/12 testigos de la audiencia, acusó a las legisladoras del ARI, querellantes en la causa, de ser instrumentos de los promotores de la devaluación y de “propiciar el caos en Argentina”, y a Ballestero de dejarse presionar por ellas. También atacó a los fiscales Federico Delgado y Eduardo Freiler al afirmar que su investigación “muestra un acentuado sesgo ideológico”, elaborada con “pruebas falsas y mentiras periodísticas”.
El 7 de junio pasado, Página/12 reveló que sólo en dos de los 45 títulos involucrados en la operación se reflejó una sobrevaluación de esos papeles con una garantía extra de 35 millones de dólares. Según recogió este diario entre los brokers que organizaron la transacción, esta situación fue posible por la “generosidad de Daniel Marx”. A partir de entonces se sucedieron varias denuncias que apuntaron tanto a irregularidades en la gestación del megacanje como a las abultadas comisiones que cobraron los bancos. “Lo relevante no es sólo el nuevo monto de los bonos canjeados sino que quienes participaron de la operación también accedieron a las comisiones”, indicaron Freiler y Delgado al formular su acusación contra Cavallo, Marx, Horacio Liendo, David Mulford y otros banqueros que se habrían beneficiado con la maniobra. Los fiscales calificaron de “negociado montado deliberadamente” cuya consecuencia fue el “crecimiento exponencial de la deuda externa”.
Los pasillos de Comodoro Py ya le resultan familiares. Lo vieron desplazarse ayer por el tercer piso, más encanecido y súbitamente engordado por el chaleco antibalas. Sus allegados aseguraron a este diario que el uso de ese elemento de seguridad y el traslado por aire fueron una iniciativa de la Gendarmería y negaron que Cavallo tema por su vida. De todos modos, el ex ministro habría intentado cambiar la fecha y el horario de la indagatoria pero el magistrado se negó. Ingresó al despacho de Ballestero para someterse a la indagatoria, imputado de defraudación a la administración pública. “Arrancó a los gritos, como un loco, y se puso a dictar su declaración”, relató a Página/12 uno de los interlocutores del ex superministro. Luego se calmó un poco y leyó el escrito de ocho carillas titulado “La lucha por evitar el default y la devaluación”, pero se negó a responder las preguntas de los fiscales. Cuando los acusó de haber utilizado pruebas falsas en su contra, uno de ellos lo interrumpió. “A usted le gustará o no estar en esta situación pero es claro que acá se fueron 61 millones de dólares”, le replicó el funcionario en el momento más ríspido de la audiencia. Enseguida, el imputado pidió ir al baño, y salió cabizbajo al pasillo. Lo insólito es que cuando uno de los fiscales anunció que debía retirarse, Cavallo lo saludó con una ancha sonrisa. “Gracias por venir”, lo despidió efusivo.
Los investigadores del caso evaluaron que la situación de Cavallo empeoró tras su declaración porque a preguntas puntuales respondió generalidades y deslindó responsabilidades en quienes fueron sus funcionarios subalternos. Además, “confesó el hecho” que se le imputa y reconoció haber mantenido conversaciones con Mulford y los “creadores de mercado” durante la gestación del megacanje. El economista mediterráneo describió que fue una operación “exitosa” tendiente a evitar el default. Admitió haber pagado “tasas altísimas”, pero explicó que lo hizo para evitar el default y porque el Congreso se negaba a poner la recaudación fiscal como garantía de pago. De todos modos, agregó que antes de la caída de De la Rúa volvió a canjear parte de los bonos del megacanje a tasa más baja. “Estábamos a dos meses de reasegurar el establecimiento completo del equilibrio fiscal y la restauración de la confianza financiera”, explicó. “Pero el golpe institucional del 19 y 20 de diciembre impidió que alcanzáramos estos importantes objetivos”, concluyó. Según el padre del corralito, las acusaciones en su contra constituyen “un ejemplo elocuente de la judicialización de la política en Argentina” por parte de legisladores, jueces y fiscales que lo están sometiendo “al escarnio” por haber dedicado “sus mejores esfuerzos” a “evitar el default y la devaluación”.