EL PAíS
Reutemann y De la Sota apoyan a Duhalde pero tienen un Plan “B”
Los gobernadores de Santa Fe y Córdoba quieren definiciones más precisas del Presidente. Le exigen que mantenga el alineamiento con el FMI. No presionan por elecciones pero las tienen en carpeta.
Por Martín Piqué
En la quinta de Olivos funcionaron como un tándem, contundente y muy efectivo. Así lograron detener el plan de tibio perfil productivista, extraño a los mandatos del FMI, que proponía un grupo de legisladores y dirigentes de la CGT. Y también pudieron incluir una serie de reclamos –todos del gusto del organismo financiero– en el acuerdo que aceptó, presionado, el presidente Eduardo Duhalde. Carlos Reutemann y José Manuel de la Sota han quedado en primer plano, fortalecidos por el desgaste que sufrió Duhalde en los últimos días. Tienen en sus manos la continuidad del Gobierno, y por ahora quieren que siga. Porque, como dijo ayer Reutemann, “no están dadas las condiciones para una campaña electoral”. Sin embargo, ya están evaluando una fórmula presidencial, por si acaso.
De los dos, el que está más convencido de que hay que esperar hasta el 2003 es, sin dudas, Reutemann. “Al doctor Duhalde lo veo con la determinación de seguir adelante con mucho esfuerzo”, afirmó ayer en Santa Fe, mientras Duhalde y sus íntimos seguían discutiendo, en Olivos, los nombres del nuevo gabinete. La posición de Reutemann es comprensible: sabe que el establishment aprueba su candidatura y lo considera “confiable”, pero aún no tiene garantizada una victoria sobre una rival que, eventualmente, podría ser Elisa Carrió. Por eso, su táctica es esperar.
De la Sota debe lidiar con una situación más difícil. Su provincia es una de las más endeudadas, y el ajuste está provocando tantos conflictos que hasta ponen en riesgo su reelección. Una solución podría ser el salto hacia adelante: anticipar las elecciones y competir desde el segundo lugar de una fórmula encabezada por Reutemann. “Los delasotistas siguen con su deseo de elecciones ya”, comentaron a Página/12 desde el entorno de un legislador de Córdoba que conoce muy bien a De la Sota.
Mientras tanto, los dos gobernadores siguen influyendo para que Duhalde adopte sin matices las ideas que satisfacen al FMI. “Queremos una Argentina que progrese en paz, y en consonancia con lo que los organismos internacionales están planteando para todo el mundo”, admitió ayer De la Sota. Sin embargo, desde el martes, los mandatarios vienen aclarando que la influencia tiene sus límites. “Lo que hemos sugerido son ideas”, aseguró el cordobés, y negó que hayan sugerido nombres para reemplazar a Jorge Remes Lenicov.
En cambio, no han dudado en presionar por las demandas que exige el FMI. Lo hicieron el martes a la noche –en la cena que compartieron con Duhalde–, el miércoles también, y mañana volverán a cargar por lo mismo en la reunión que está organizado el ministro del Interior, Rodolfo Gabrielli. Será en Olivos, donde volverán a encontrarse los gobernadores, los ministros y los jefes de las bancadas que apoyan al Gobierno. Los invitados conocerán de primera mano la conformación del nuevo Gabinete. Para la cartera de Economía ayer sonaba el nombre de Roberto Lavagna. “Será un ministro de una coalición de los gobernadores”, dijo a Página/12 el vicegobernador de Tierra del Fuego, Daniel Gallo.
Mañana, en Olivos, Duhalde volverá a escuchar algunas demandas de los gobernadores. De la Sota insistirá con que se modifique rápidamente la ley de quiebras, un tema que afecta a importantes grupos económicos del país, y volverá a pedir que los ahorristas puedan recuperar sus depósitos valiéndose de las acciones de los bancos privados. El salteño Juan Carlos Romero, un amigo personal del titular del BID, Enrique Iglesias, secundará al cordobés. Y pedirá a Duhalde, como lo hizo ayer, que lleve “el compromiso a la realidad” y que no quede “en los papeles”.
Otro de los compromisos que el Ejecutivo deberá hacer “realidad” es el ajuste en las provincias endeudadas, que son cuatro: Buenos Aires, principalmente, Córdoba, Chaco y Mendoza. Además, el distrito que conduce Felipe Solá está en la mira de la mayoría de sus pares: “El gran problema de la Argentina es la provincia de Buenos Aires”, aventuró a este diario el gobernador de una provincia “chica” ligada a lo que fue el FrenteFederal. La receta de los jefes provinciales es la misma que pide el FMI: el ajuste, que se logrará por medio de despidos. Ayer, el gobernador de La Pampa, Rubén Marín, apuntó –sin ambages– en esa dirección. “Somos conscientes de que no podemos dejar a los empleados públicos sin trabajo, pero, si el exceso de empleados existe, hay que tomar medidas.”
Con el proyecto de jubilación anticipada, De la Sota ya empezó a trabajar en ese sentido. Reutemann por ahora zafa del ajuste drástico. Aunque la reducción del déficit es una de las demandas del FMI, el santafesino desmintió ayer que hayan existido “presiones” de Hoerst Koehler. “En ningún momento tuvimos ningún tipo de presión”, aseguró. También se animó a criticar, levemente, al organismo de crédito, al que consideró “corresponsable de muchas cosas que acontecieron” en la Argentina. Lo mismo había dicho el miércoles, en Olivos: “Es como si el Fondo nos dijera: muchachos, hagan lo que tengan que hacer y los espero en el podio”, sentenció a sus colegas.