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Hace tiempo que Aníbal Ibarra viene trabajando para tratar de proyectar su figura más allá de la General Paz, pero ayer reunió a su tropa en el Teatro Coliseo y dijo con todas las letras el camino que se propone transitar de ahora en más: “Vamos a seguir adelante desde Buenos Aires hacia toda la Argentina”, dijo el jefe de Gobierno porteño como remate de un discurso en el que habló de la necesidad de construir un espacio de centroizquierda que exprese los valores que defiende desde su gestión y llamó al arco progresista a terminar con los sectarismos. Ibarra también precisó los alcances de su sociedad con Néstor Kirchner y al respecto planteó que “desde un espacio independiente no tenemos miedo a ser aliados críticos”.
No bien empezó a hablar, Ibarra explicó que haber cumplido el primer año de gestión de su segundo mandato era “una muy buena excusa” para juntar a los suyos. Quedó claro después, a medida que avanzó con su discurso, que el motivo del encuentro en el que se dio el lujo de llenar una vez más el Coliseo –un teatro que colmó cuando lo eligieron por primera vez como jefe de Gobierno y también en la campaña para su reelección– no sólo era ése, sino también empezar a instalarse con mayor protagonismo en la escena política nacional.
Así, después de hacer un repaso de los años que lleva al frente de la ciudad de Buenos Aires en el que no dijo nada demasiado distinto a lo que decía en los días en que Mauricio Macri amenazaba con destronarlo, Ibarra empezó a desgranar definiciones de tono político. Una de las primeras pareció dirigida a Elisa Carrió. “Hay quienes quieren el fracaso del Gobierno”, señaló y también se quejó de “aquellos que sólo hacen diagnóstico pero cuando les hablan de gobernar se dan vuelta porque tienen miedo.”
El color del acto lo aportaron los jóvenes que coparon los palcos altos, quienes dedicaron varios de sus cantos a Macri y también se acordaron de la madre de Domingo Cavallo, cuando Ibarra recordó la disputa por la Jefatura de Gobierno del año 2000. En la platea se ubicaron políticos, dirigentes sociales y personalidades de la cultura y el deporte. Los funcionarios porteños estaban todos; nacionales, en cambio, no hubo nadie salvo la titular del PAMI, Graciela Ocaña. Los legisladores eran varios, como la senadora Diana Conti y los diputados Nilda Garré, Silvana Giúdice, Margarita Jarque, Juliana Marino, Santiago Ferriño y Julio Accavallo. En las primeras filas se sentaron también el ex intendente de Cipolletti, Julio Arriaga; el voleibolista Hugo Conte, y los futbolistas Norberto Alonso, Claudio Marangoni, Ubaldo Fillol y Enrique Hrabina.
Los que llegaron temprano pudieron ver los recitales que dieron Horacio Fontova, Lito Vitale y Juan Carlos Baglietto para amenizar la espera. Quienes directamente se lo perdieron fueron el intendente de Rosario, Miguel Lifschitz, y su par de Morón, Martín Sabbatella, quienes no estuvieron en el Coliseo, sino que enviaron su adhesión.
“Estamos en la construcción de un espacio nacional que pueda proyectar las distintas experiencias. Debemos juntarnos y construir una herramienta para transformar la sociedad”, afirmó Ibarra y recurrió al ejemplo del Frente Amplio uruguayo y del PT en Brasil. “No podemos querer repetir la experiencia del Frente Amplio y después querer trabajar solos. No se puede ser sectarios. Otros hablan del PT, pero acá no hay ningún Lula. Debemos ubicarnos con lo que tenemos”, remarcó Ibarra y remató: “Algunos se conforman con ser dueños de una baldosa; yo prefiero compartir la vereda”.
Ibarra también advirtió que “no puede conformarse un espacio político a partir de la relación que se tiene con un gobierno o un presidente”. Fue entonces que habló de tener “capacidad de criticar aquello con lo que no se está de acuerdo”, pero también “sinceridad de reconocer cuando hay políticas que compartimos”. Por último trató de fijar su primer tema en la agenda nacional: “No hay transformación posible si no cambiamos lasestructuras políticas. En esa pelea, y se lo decimos a Kirchner, vamos a estar siempre porque es nuestra convicción”.