EL PAíS › LA TRAMA OSCURA DE LAS SOCIEDADES QUE RODEAN A OMAR CHABAN
Radiografía de empresarios fantasma
Según la AFIP y el Banco Central, Chabán no figuró nunca en sociedades comerciales.
Una trama con posibles testaferros.
Por Alejandra Dandan
Chabán Omar Emir tomó un crédito de 6500 pesos en el Banco Río de la Plata el 4 de noviembre del año pasado. Nunca tuvo un cargo en el directorio de ninguna empresa comercial. Para la AFIP es un trabajador autónomo, exento de IVA, cuya actividad son “servicios de asociaciones”. Detenido y a punto de someterse a las peripecias de un juicio penal y civil, el dueño de Cromañón parece haber construido su carrera como un fantasma. En los papeles, no lleva las riendas de ninguno de sus negocios, ni siquiera en las tres sociedades vinculadas a Cromañón que investiga la Justicia. A los entendidos, la trama empresaria les llama la atención: no está su nombre y entre los accionistas hay jubilados y otras personas de las que se dispara un abanico de otras 15 sociedades.
Desde el incendio de Cromañón, la Justicia comenzó a buscar los nombres de los responsables del negocio adjudicado a Omar Chabán. Detrás de la disco de Once aparecieron rápidamente tres empresas: Lagarto SA, con domicilio fiscal en Bartolomé Mitre 3070; Nueva Zaralux SA, con domicilio en Bartolomé Mitre 3050, y Central Park Hotel SRL, con la misma dirección. Las tres empresas están ligadas al boliche. La Nueva Zaralux SA es la más interesante. Es una compañía off shore, de origen uruguayo, registrada como sociedad extranjera en la Inspección General de Justicia local (IGJ). Comenzó a operar el 1º de julio de 1998 y aparentemente, luego de una operación con una empresa asentada en el paraíso fiscal de Islas Vírgenes, se quedó con el edificio de Bartolomé Mitre, donde funcionó Cromañón.
Pero eso no es todo. Nueva Zaralux sería además dueña del hotel contiguo al boliche, aquel por donde ingresaban los músicos durante los conciertos y por donde pudieron escapar del fuego algunas de las víctimas del incendio del 30 de diciembre.
Ese hotel está registrado como la sede social de Central Park Hotel SRL. Se llamó Once Central Park Hotel hasta el año 1999. Desde el inicio de sus actividades –en 1996–, sus responsables declararon como actividad principal “servicios de alojamiento en hoteles, hosterías y residenciales similares”. Hay algunos datos llamativos: los socios gerentes, por ejemplo, son dos jubilados, una extraña condición para supuestos inversores de empresas, según explica un especialista. Sus nombres son Juan Chabelsky y Juana Volcovich. El nació el 1º de junio de 1925; ella, el 25 de julio de 1926. Para la AFIP, hacen “servicios de asesoramiento, dirección y gestión empresarial”. Página/12 intentó localizarlos en los domicilios declarados, pero allí “no vive” ninguno de ellos, informaron quienes se hallaban en el lugar.
El nombre de uno de ellos, Chabelsky, socio y gerente de Central Park, es una de las líneas de conexión hacia otro abanico de empresas, dedicadas a un surtido número de actividades. Según una base de datos privada cuya información proviene del Banco Central, la AFIP y el Boletín Oficial entre otras fuentes, el jubilado Chabelsky sería socio y director suplente de un bazar, Arnaud SA, ubicado en Tucumán al 1600. La sociedad “dedicada a la venta al por menor de artículos de bazar” tiene un socio gerente de su generación: otro hombre nacido en 1925. Julio Dyszel tendría 79 años y no se dedica para la AFIP a los bazares sino a “la confección de prendas de vestir”. La actividad textil la ejercería en otra de las empresas: figura como presidente de Intexar Saciyi, dedicada a la “confección de prendas de vestir”. Pero Dyszel parece ser un empresario multifacético: figura también como director suplente en IMS Soluciones Tecnológicas SA y socio gerente de Cinarka SRL. Cada uno de los socios y empresas tienen derivaciones hacia nuevos nombres y nuevas compañías.
Todo esto puede tratarse de un signo de prosperidad empresaria que la Justicia deberá investigar. Pero un experimentado asesor de créditos consultado por este diario advierte que esquemas de derivaciones semejantes suelen usarse como estrategia de negocios non sanctos: evasión de impuestos o empresas fantasma, como el caso de las investigadas en Quilmes durante la administración del radical Fernando Geronés cuyos supuestos propietarios eran indigentes y nunca supieron que con sus nombres alguien se llevaba fabulosos beneficios.
Del entorno Chabán, aún resta la última empresa que investiga la Justicia: Lagartos SA. Con 11 empleados declarados, la empresa brinda servicios “de espectáculos artísticos y de diversión, contratación de artistas y todo lo relacionado con el arte y la cultura”, desde el 1º de abril de 1997. En diciembre de 2002, en el Boletín Oficial, apareció publicado un cambio de directorio: desde octubre de ese año, Lagarto SA estaría presidida por Raúl Oscar Lorenzo. Daniel Marcelo Ripa y Eduardo Enrique Ripa serían sus vicepresidente y director suplente; extrañamente ninguno de los tres vendría del campo del arte, sino del mundo de los trasportes de públicos de pasajeros.
Para la AFIP, la actividad declarada por los hombres del directorio de Lagarto SA es “servicio de trasporte automotor de pasajeros mediante taxis y remises de alquiler de autos con chofer”. ¿Serán para los paseos de Chabán?