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Las vacas no hablan
Por Martín Granovsky
Res non verba” es un antiguo dicho latino que de ningún modo significa “Las vacas no hablan”. Quiere decir otra cosa: “Hechos, no palabras”. Pero en la política de los Estados Unidos hacia la Argentina el único hecho son las palabras. Palabras que, a su vez, refrendan hechos.
Por eso no conviene tomar al pie de la letra, con literalidad bovina, el discurso pronunciado ayer por el secretario de Estado Colin Powell. Una frase de Powell suena muy linda: “Por sí misma, la reforma económica no hará que la Argentina salga de la crisis. La Argentina también tiene que encarar iniciativas políticas e institucionales que resuelvan el excesivo endeudamiento del sector público, la corrupción, los sistemas judiciales politizados y la falta de transparencia de las actividades oficiales”.
No hay una sola traducción posible de la frase. Una es que, efectivamente, se trata del comienzo de una campaña moralizadora por parte de los Estados Unidos. La antecesora demócrata de Powell, Madeleine Albright, prefería hablar de “calidad institucional” y se refería así a la debilidad del Estado argentino. La otra, más probable, es que Powell haya englobado una serie de puntos más terrenales:
u La mención a la deuda del sector público puede leerse como la exhortación a despedir empleados.
u El registro de que hay corrupción puede ser el anuncio de que aquí nadie pondrá plata en serio, porque en la Argentina la plata se pierde.
u Con la transparencia ocurre lo mismo. Lo que queda del Estado argentino no es transparente, y lo mismo el Poder Judicial, pero en manos de una administración insensible a la interrupción de la democracia, y la de George W. Bush lo es, se trata de argumentos para justificar la avaricia del Fondo.
Es exagerado ubicar a Powell, e incluso a su encargado de asuntos latinoamericanos, Otto Reich, como los jefes de una campaña para tumbar a Duhalde. Washington no quiere hacerlo. “Duhalde es el presidente constitucional de la Argentina y lo apoyamos”, dijo en este diario hace una semana el encargado del área Cono Sur del Departamento de Estado, Frank Gallucci. Pero el mensaje es que nadie planea ser deferente con Duhalde. La Argentina no será Rusia, donde efectivamente buena parte de la ayuda financiera quedó en manos de las mafias de Moscú y San Petersburgo. Con la Argentina el planteo es estricto.
Nadie planteó mejor las cosas que Fernando Henrique Cardoso, el presidente de Brasil. Dijo que los organismos financieros esperan que primero la Argentina diga cómo saldrá del pozo y después quizás darán algún dólar. Y opinó que debería ser al revés. En esa diferencia sobre qué va primero y qué va después reside la verdad de esta historia que Powell, más verba que res, no cuenta bien.