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Mercosur: los nuevos desafíos
Por Eduardo Sigal*
El Mercosur acaba de cumplir catorce años. Sin embargo, las huellas de su construcción pueden ser detectadas en las negociaciones previas entre los presidentes Sarney y Alfonsín, que desmontaron las hipótesis de conflicto concebidas por los gobiernos autoritarios y abrieron una de cooperación entre Brasil y Argentina. No es un logro menor del proceso de integración haber sido un soporte activo de la creación de un clima de paz en la región y un eficaz reaseguro para las democracias recuperadas en la década del ochenta. Queda abierto el desafío de constituir una sólida unión regional, capaz de servir de ámbito propicio para el desarrollo sustentable de nuestros países.
Estos catorce años no han sido sencillos. Constituyen un pasaje de logros significativos en el comercio intrazona y de iniciativas valiosas en defensa de la institucionalidad democrática de sus miembros. Pero son también los años de profundas crisis en nuestros países; la crisis brasileña de 1998 y el derrumbe argentino de fines de 2001 –precedido de un penoso agravamiento de las condiciones sociales de vida en nuestro país–- señalan los límites de una visión centrada en la apertura comercial y carente de consistencia en las estrategias de articulación productiva y en la generación de instancias de gobierno político de la integración.
Con el nuevo mapa político de la región, crecieron las expectativas en la marcha del Mercosur. Las alianzas estratégicas no son subproductos de afinidades ideológicas circunstanciales entre gobiernos, pero cuando existe voluntad política favorable es posible dar pasos más sólidos y hacer irreversible el avance unificador. Los logros, sin embargo, no están a la altura de las expectativas: el Mercosur ha avanzado en la coordinación de su agenda mundial, como lo muestran las negociaciones en la OMC y la discusión del ALCA. Pero hacia adentro, el programa de desarrollo acordado hacia el año 2006 marcha con retraso; los acuerdos en el nivel presidencial no tienen todavía un correlato adecuado en su implementación práctica.
Nuestro país está decidido y comprometido hacia una mayor integración; estamos seguros de que los emprendimientos comunes en materia de infraestructura y financiamiento, la coordinación macroeconómica, la creación de mecanismos preventivos de eventuales perjuicios en el comercio mutuo y el tratamiento efectivo de las asimetrías intrarregionales constituyen, entre otros temas, una agenda valiosa y urgente. El compromiso adoptado en la reciente reunión de Ouro Preto en el sentido de avanzar hacia un Parlamento común puede y debe ser un gran motor de iniciativas integradoras que permitan a todos los ciudadanos de nuestros países sentirse partícipes de este esfuerzo.
El Mercosur ha establecido un histórico acuerdo con la Comunidad Andina que abre paso a la construcción de una comunidad sudamericana. Tenemos la responsabilidad de que la ampliación del territorio de los acuerdos vaya aparejada con la profundización institucional del bloque. Estamos convencidos de que ese rumbo corresponde al interés de cada uno de nuestros países.
* Subsecretario de Integración Económica de la Cancillería.