EL PAíS › KIRCHNER QUIERE ARMAR LAS LISTAS
BONAERENSES CON CRISTINA A LA CABEZA

Evitar la elección interna en la provincia

En el vuelo a Berlín, el Presidente destacó ante sus íntimos su buena relación con Eduardo Duhalde, pero les aclaró que si no acuerdan las candidaturas en provincia no dudaría en ir por afuera del PJ. Pretende un consenso que exceda al peronismo.

Por S.M.
Desde Berlín

“Tengo que incidir decididamente en las listas nacionales.” Así habló Néstor Kirchner a la delegación que lo acompaña en su gira alemana. Las listas no son otras que las de candidatos a senadores y diputados nacionales por la provincia de Buenos Aires, epicentro de la puja de poder que se ha desatado entre él y su antecesor, Eduardo Duhalde. El Presidente les recordó que jamás irá a una interna contra las cohortes del caudillo de Lomas de Zamora y que está más que dispuesto, si no hay acuerdo, a competir el día de la elección general, es decir con otra lista. El jefe de la bancada de diputados del PJ, José María Díaz Bancalari, un leal duhaldista, lo escuchaba con atención, en silencio.
Plutarco decía que “un ejército de ciervos conducidos por un león es mucho más temible que un ejército de leones conducido por un ciervo”. Kirchner ha tomado la decisión de situar a su esposa, Cristina Fernández, al frente del ejército que desembarcará allende la General Paz. Su disputa tiene sostén ideológico. “Hay que mejorar la calidad de la elección; yo me llevo bien con Eduardo (Duhalde) pero hay que dar lugar a una dirigencia nueva”, ensaya el Presidente, que está convencido de que la Argentina mejoraría su calidad institucional si la oferta electoral y política fuese a partir de dos grandes sectores, uno de centroderecha y otro de centroizquierda, a la usanza europea.
Por encima de las transversalidades, Kirchner sostiene que el acuerdo al que se debe llegar en territorio bonaerense debe exceder al peronismo. Y no descree de la batalla. Se ha cansado de decir a quien quiera escucharlo que la democracia no hace daño, que la confrontación es buena, que no hay que tenerle miedo a la lucha por el poder, que no debe influir sobre la economía (como piensan algunos incluso dentro de su Gabinete) y que un componente central del cual el país está ayuno es el debate de ideas.
En ese punto, Kirchner fustiga a tirios y a troyanos, al peronismo y a la oposición, de la cual critica su histeria, su descripcionismo, su relato de algunos hechos y su carencia de proposiciones. Un ministro contaba que el Presidente suele decir que le gustaría escribir un imaginario libro titulado “Maldita hipocresía argentina”.
Volviendo a Duhalde, el Presidente no descarta que, si se llegase a la confrontación, el ex gobernador (a quien califica como un excelente conductor del Mercosur) apoye la candidatura de su mujer, Hilda “Chiche” González. “Serían dos proyectos distintos –comenta el patagónico, y argumenta–, como en la elección nacional: Menem, Rodríguez Saá y yo éramos tres proyectos diferentes; lo seguimos siendo.”
Ni siquiera el fantasma del quiebre de la gobernabilidad provincial amilana a Kirchner, convencido de que el peronismo distrital (a quien suele llamar “ellos”, asignándoles cierta otredad) no tiene margen político para amenazarla.
Su fantasma del 22 por ciento de los votos obtenidos en la primera vuelta de la elección de 2003 imprimió en Kirchner una gimnasia de revalidación de títulos cotidianos, a ojos de la sociedad, que aún no ha cicatrizado sus partes escaldadas en el estallido de 2001. El Presidente sabe que debe acumular poder, he aquí la razón central de esta confrontación con Duhalde. “Para gobernar un país hay que acumular poder”, acomete, y a esa faena se ha lanzado. Ello no le hace óbice para creer en la necesidad de una nueva renovación, un recambio, hacia los intestinos del peronismo. Kirchner imagina que, llegado el caso de confrontar, debe hacerse sin agravios ni descalificaciones. Tarea difícil, ya que muchos se juegan su propia supervivencia en esta batalla.
Finalmente, la idea de nacionalización es la que suena en boca de cada tribuno kirchnerista. Ello va de la mano del desafío plebiscitario que el propio Kirchner lanzó no hace un mes ha. El mismo participará de la campaña en un in crescendo que comenzará a sentirse en unos dos meses. Y así se mostrará en cada distrito y en la Capital Federal, el territorio que las encuestas dan con final abierto.
Allí correrán con los colores del Presidente el canciller Rafael Bielsa, que quizá sea acompañado por la actual presidenta del Banco Nación, Felisa Miceli, y el titular del Incaa, Jorge Coscia. En esa nómina no se excluye a Patricia Vaca Narvaja, subsecretaria de Defensa de la Competencia.

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Eduardo Amadeo junto a Eduardo Duhalde, el hombre que espera reunirse con Kirchner para acordar.
 
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