EL PAíS › DEFINICIONES DEL GOBIERNO
SOBRE LA ECONOMIA Y EL CANJE DE LA DEUDA

"El FMI no está actuando de buena fe"

El Presidente mantuvo conversaciones con sus funcionarios durante el vuelo a Alemania. Advirtió que si el FMI se pone duro en las negociaciones podría perder su condición de acreedor privilegiado. También que la economía no se enfriará y que no se reabrirá el canje. Ya en Berlín, Kirchner se entrevistó con el jefe de gobierno.

 Por Sergio Moreno

Este viaje de Néstor Kirchner a Alemania, que ayer comenzó en Berlín, será una demostración de gestos políticos para obtener objetivos económicos que, a su vez, se alcanzan tomando medidas políticas. Ya en el Boeing 747-200 que trajo a la delegación argentina las charlas traían inevitablemente la resaca del terruño. El Presidente conversó mucho con los suyos y las definiciones surgieron al calor de las palabras. Por ejemplo, que el Gobierno planea diversas estrategias para encarar las negociaciones con el Fondo Monetario Internacional, que según sea su reacción, corre el riesgo de dejar de ser considerado por el país como “acreedor privilegiado”. Que la economía argentina no se va a enfriar y que no se descarta aumentar salarios “racionalmente”. Que el canje de la deuda no se abrirá, al menos mientras dure este gobierno, período en el cual no está previsto hacer una reforma tributaria. Que la Casa Rosada desea un dólar a tres pesos y que tomará las medidas necesarias para sostenerlo. Que la estimación de la inflación no excede el diez por ciento. Todo ello y mucho más, como la política doméstica, desde la puja con Eduardo Duhalde hasta las características de la oposición (ver página 9), se habló antenoche en el vuelo especial de Aerolíneas Argentinas, como jugoso aperitivo de lo que vendrá.
Kirchner está en Berlín buscando el apoyo alemán, que seguramente provendrá del primer ministro socialdemócrata Gerhard Schroeder, para ingresar desde el G-7 al FMI. Puntea el padrón y tiene a su favor a Estados Unidos, Canadá, Francia y Alemania. Japón está perdido para la causa criolla. Para ablandar la posición británica, el Presidente suele decir que “con Tony (Blair) siempre se puede hablar”. Y la sorpresa es Italia, para quien el default argentino es un asunto de política interna. Los negociadores criollos consideran que hay que esperar, que la posición de dureza de los italianos podría variar.
Lo que surja del armado de este complejo puzzle incidirá directamente en el Fondo Monetario, con el que Argentina se prepara a una durísima negociación. “Ellos siempre cambian, siempre piden más, muchas veces cosas insostenibles. La negociación será muy difícil”, dicen a la vera de Kirchner, mientras coinciden en que el FMI “no va a permitir que quien fuera su mejor alumno salga de la crisis con una receta que no sea la de ellos: sería como aceptar nuevamente una derrota, poniendo en jaque, una vez más, su credibilidad y hasta su supervivencia”.
En el Gobierno sostienen, sin soltar prenda, que “hay muchos caminos posibles para llegar a un acuerdo” con el organismo, pero que no aceptará reabrir el canje, “al menos mientras dure esta administración”. La estimación oficial es que, contando el volumen total de la deuda, inclusive la tomada con el canje, los holdouts (quienes quedaron afuera) ascienden sólo al 14 por ciento. “Si el FMI se pone duro vamos a dejar de considerarlo acreedor privilegiado y vamos a privilegiar a quienes, a veces contra su voluntad, creyeron en el país, ingresando en el canje”, comentaban antenoche mientras el Boeing cruzaba el Atlántico.Y agregaban: "el Fondo no está actuando de buena fe. Porque originalmente planteaban lograr el mayor umbral posible de aceptación y ahora está reclamando el 100 por ciento".
“Si tuviésemos 30 mil millones de dólares no tendríamos más problemas con el Fondo”, dice el Presidente a sus hombres. Ya había dicho que con 20 mil millones se podría intentar desendeudarse del organismo. Ahora, que tiene esa cifra en las arcas del Banco Central y del Nación, aumentó su pretensión en 10 mil millones de dólares. La idea no ha abandonado la cabeza del mandatario, que considera que –al menos hasta tener la cifrade marras– un acuerdo bueno con el FMI sería renegociar el capital de deuda por dos años y, en ese plazo, pagar solamente los intereses. En lo que va de 2005, Argentina ya pagó 1800 millones de dólares al Fondo; de acordar, desde junio debería pagar otros 900 millones.
“Con el FMI no nos vamos a apurar; hay muchos caminos para negociar”, suele decir Kirchner por estos días.
Salario no es inflación
Kirchner disiente ideológicamente con la concepción de que las subas salariales, si no son por productividad, generan inflación. “Es un discurso empresarial y noventista”, explicaban sus funcionarios. El Presidente suele apelar a que hay varios países que mantienen su nivel de crecimiento sostenido y, al principio de esos procesos, lo hacen con una inflación que ronda los dos dígitos. De cualquier manera, las estimaciones oficiales para la pauta inflacionaria de 2005 oscila entre el seis y el 10 por ciento.
Ambos axiomas llevan al Presidente a mantenerse en sus trece con la política monetaria: quiere un dólar que ronde los tres pesos. “China tiene su moneda (el yuan) subvaluada y está haciendo añicos a Estados Unidos”, les recuerda a sus ministros y secretarios, volviendo una vez más a la necesidad argentina de continuar con el nivel de competitividad de los productos en base al cambio.
Convencido de que se pueden elevar los salarios, rompiendo la lógica que impone el discurso neoliberal, el Presidente levanta sus manos ante sus contertulios. “Ojo –les dijo–, si se hace debe hacerse paulatina y sensatamente, nada de locuras.” Su idea es ver sector por sector de la economía y a partir de ahí ir aumentando.
¿Dónde pone, entonces, el eje el Presidente para lanzarse a combatir el brote inflacionario? En las políticas sectoriales que adoptan los formadores de precios, a veces oligopólicos. Shell y Esso fueron una muestra, que expuso lo que está decidido a hacer. Otro rubro es la carne, donde piensa en doblar las retenciones al sector pasando del 5 al 10 por ciento si es que no bajan los precios y éstos no llegan al consumidor.
El Presidente suele predicar que su preocupación es revertir la injusta repartición de la riqueza de la Argentina, donde los que más ganan cada vez ganan más y los que menos, ven achicar su porcentaje en la torta de ingresos. Pero Kirchner sabe que su Línea Maginot es la política tributaria, injusta pero eficiente a la hora de generar el monumental superávit fiscal vernáculo. ¿Cuándo se podrá cambiar esa política eficaz pero regresiva? “Cuando la Argentina resuelva sus compromisos y su tensión con los organismos financieros internacionales y se asiente en una política de crecimiento interno”, ha dicho en estos días el patagónico.

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Cristina Kirchner y el Presidente recorrieron Berlín.
 
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