[cerrar]

Comparta esta nota con un amigo

E-Mail de su amigo
Su nombre
Su E-Mail

Un libro de caza mayor, que encare los grandes temas del pensamiento político y de la realidad argentina desde una visión interdisciplinaria, que rompa con el relativismo posmoderno e intente encontrar nuevos significados. Con estos ambiciosos objetivos, el Instituto Hannah Arendt acaba de lanzar su primera publicación, Búsquedas de sentido para una nueva política (Paidós).
Compilado por Elisa Carrió y Diana Maffía, el libro está dividido en dos ejes: uno filosófico político y otro histórico-cultural. En el primero se incluyen artículos de Samuel Cabanchik, Horacio Banega, Beatriz Kohen, Aluminé Moreno y la propia Carrió, con una síntesis de su conferencia “Verdad, poder y libertad”.
La líder del ARI critica la concepción hegemónica que enseña que el poder es “algo que está alto y lejos” y, si- guiendo a Michel Foucault, defiende una concepción no estadocéntrica y circular de poder. Mezclando reflexiones filosóficas y políticas con fragmentos de la tragedia griega Edipo Rey, Carrió concluye que fueron “las prácticas de poder las que dieron lugar a prácticas de saber. Si el conocimiento es una invención del poder, entonces la verdad tiene una historia”. Es posible –dice– hacer una historia de la verdad. “Esto significa que no hay un origen, no hay un determinismo. La mirada sobre lo que es la verdad puede ser cambiada por nosotros. Y para eso no es necesario llegar arriba, a las instancias del poder. Es necesario ver abajo y jugar como contrapoder. Ese contrapoder, que es un acto de libertad, es el que puede crear otras prácticas que den lugar a otras formas de saber y otras organizaciones políticas.”
En el segundo capítulo hay algunos artículos interesantes, como el de Martín Bhömer (titulado “Un lenguaje para la ley”, con fragmentos del Martín Fierro y de textos de Borges) o el de Daniel Larriqueta. En línea con el espíritu general del libro, Larriqueta analiza “las raíces de nuestra identidad nacional” en base a un recorrido histórico-político por la Colonia y la Independencia. Defiende algunas tesis expuestas en sus libros La Argentina renegada y La Argentina imperial: “La Guerra de la Independencia –dice– fue una guerra civil entre absolutistas y liberales dentro del enorme imperio español”. Larriqueta define el rol de Buenos Aires desde la Fundación del Virreinato del Río de la Plata: a diferencia de las capitales virreinales anteriores, Buenos Aires mira al Atlántico (“ese mar moderno, cosmopolita”) y asume la misión de modernizar al reino sin romper su unidad. “Tiene la responsabilidad histórica de ser la modernidad”, explica.
En cuanto al tono general del libro, la necesidad de llegar a un público diverso ha empujado a algunos autores a caer en simplificaciones excesivas: el ensayo de Larriqueta –por demás interesante– sostiene por ejemplo, que “la historia no determina sino que condiciona”, lo cual, evidentemente, requiere un debate más profundo. Los mismos motivos llevan a que, en el afán de hacerlo accesible a todos, el lenguaje resulte por momentos excesivamente coloquial. Y, aunque está claro que los artículos no procuran un tono monolítico sino una polifonía, faltaría una explicación más precisa sobre los motivos que llevaron a las autoridades del Instituto a elegir unos temas y a descartar otros.
Pero son cuestiones menores. En general el libro cumple con su objetivo de tratar grandes temas –la verdad, la identidad, la crisis del sujeto moderno, la ciudadanía– con una mirada accesible y a la vez profunda. Es ésta, justamente, la proclamada misión del Instituto Hannah Arendt: su mayor desafío consiste hoy en autonomizarse de Carrió, cuya popularidad fue clave para su fundación y crecimiento, e institucionalizarse en un ámbito de reflexión permanente. Sólo así el Instituto logrará su objetivo, lo que a la vez permitirá –a través de sucesivos libros– explorar nuevos temas y enfoques y que completen esta primera, auspiciosa publicación.