EL PAíS › EL GOBIERNO QUISO MINIMIZAR SU FRACASO EN DIPUTADOS
Si hay miseria, que no se note
Duhalde había exigido apoyo, afirmando que de no tenerlo, renunciaría. En diputados quedó claro que se lo rehusaban. Ayer, el Gobierno en pleno decidió bajarle el precio al episodio. El objetivo es llegar lo menos deteriorado posible al cónclave con los gobernadores en La Pampa.
Por Felipe Yapur
Horas antes había dicho que si no lo apoyaban, estaba dispuesto a renunciar. Pero no lo apoyaron, no renunció y ayer se obstinó en simular que nada había ocurrido. El revés del jueves a medianoche en Diputados cuando los radicales (y unos cuantos peronistas, ver asimismo en página 4) impidieron que se votara el proyecto oficial de ley de Subversión Económica fue brutal. Pero ayer Eduardo Duhalde y sus hombres actuaron como le hubiera sucedido a otro frágil gobierno. A un gobierno de cualquier otro país. El Presidente optó por jugar al distraído mientras se prepara para enfrentar la reunión con los gobernadores del PJ en La Pampa. Duhalde es consciente de que ese día estará en riesgo la suerte de su gobierno. Riesgo que incluye un posible llamado anticipado de elecciones, para colmo de males promovido por su archienemigo Carlos Menem.
Durante toda la mañana de ayer, los ministros repitieron sin cesar que lo sucedido en la Cámara no era una muestra de debilitamiento presidencial. “Está todo bien, los que dicen que es una derrota para Duhalde están operando en contra del Gobierno”, aseguró un estrecho colaborador presidencial. Sin embargo, minutos después de la votación en Diputados, uno de los integrantes del gabinete que siguieron las alternativas de la sesión desde el despacho del presidente de la Cámara baja, Eduardo Camaño, reconoció a este diario que sus socios del radicalismo “no nos cumplieron”.
En el mismo sentido, el ministro del Interior, Jorge Matzkin, apuntó sus dardos a la UCR. Los acusó de no respetar los acuerdos con el Presidente debido a la fuerte lucha interna que se desató en el partido luego de la debacle de la gestión de Fernando de la Rúa. “El radicalismo en su conjunto se equivocó. A la mañana vinieron a respaldarlo a Duhalde y a la noche revirtieron su postura. Es preciso que sean más responsables”, señaló.
El ministro fue el encargado de comunicarle a Duhalde el resultado de la votación en el recinto. Jura que lo encontró tranquilo y que sólo le hizo una pregunta: “¿Cómo sigue ahora esta historia?”. El manzano-menemista fue sincero, le dijo que el martes se resuelve en el Senado derogando la polémica norma.
Claro, ahora el Presidente deberá cambiar los argumentos que utilizó para justificar la modificación de la ley. En su momento dijo que la derogación podía favorecer la impunidad y él se oponía a tal posibilidad. Sin embargo, para Matzkin esto no es problema: “Lo exigía el FMI y los gobernadores cuando firmaron el pacto de 14 puntos”, dijo haciendo gala de su típico pragmatismo.
Los hombres del Presidente en el Congreso –sin mucha convicción– se valieron del mismo argumento para justificar lo ocurrido en el recinto y, de paso, ocultar la fuerte disputa interna que les impide disciplinar al bloque y votar encolumnados detrás de los proyectos del Ejecutivo.
Pero si Duhalde quedó en offside con lo sucedido en el Parlamento, peor la pasó el ministro de Economía, Roberto Lavagna, quien llegó a comunicarse con el Fondo para convencerlos de que aceptaran la modificación a la ley y así destrabar los problemas internos de los legisladores.
Sin duda esto no es el principal problema del Presidente. El lunes se encontrará cara a cara con los gobernadores del PJ. La Pampa será el escenario y Duhalde llegará en su peor momento. Sobre sus espaldas cargará sólo pesares: el revés parlamentario que debilita la continuidad de la alianza con el radicalismo, el desastroso viaje a Europa, la trepada del dólar, la falta de resolución del corralito y el juicio político a la Corte Suprema.
“Los ‘gobernas’ son animales políticos. Quieren discutir política y esto incluye el tema electoral. Lo harán a cara descubierta, sin mensajes a través de los medios. No hay por qué extrañarse”, intentó desdramatizar unministro, pero al mismo tiempo reconoció que la fecha de las elecciones será parte de la agenda de ese encuentro.
Ayer, por caso, ingresó a la mesa de entradas de Diputados un proyecto de llamado anticipado de elecciones presidenciales. Lo presentó el menemismo. No es un dato menor: lo hicieron para forzar su discusión en La Pampa, ellos lo reconocieron. “Queremos que termine su mandato, que le entregue el mando a otro presidente peronista. Eso sí: será mucho antes de diciembre del 2003.” Los diputados que responden a Carlos Menem presentaron además otro proyecto donde llaman a elecciones internas abiertas simultáneas en un plazo no mayor a 120 días.
Duhalde está tan debilitado que hasta el minoritario menemismo se da el gusto de abofetearlo. Pero quiere disimularlo y obligó a sus ministros a acompañarlo en la ficción. El secretario general de la Presidencia, Aníbal Fernández, admitió que había escuchado versiones sobre eventuales planes para que haya una sucesión presidencial anticipada. “Tiene poco sentido”, indicó el funcionario.
A su turno, el jefe de Gabinete, Alfredo Atanasof, dudó sobre esta posibilidad. Enfatizó que “no hay ni siquiera una hipótesis de trabajo acerca de este tema”, y prefirió asegurar que el encuentro tendrá como tema central “discutir el cumplimiento de los 14 puntos y la marcha del Gobierno hacia adelante”.
Duhalde y su gente sueñan, esperan, desean y ruegan que el encuentro con los gobernadores sirva para fortalecer su administración. Sin embargo, es mucho más probable que escuche fuertes recriminaciones sobre su tan mentada coalición con los radicales bonaerenses, le exijan la ruptura de ese acuerdo y un mayor encolumnamiento a las decisiones que adopte el pleno de los gobernadores. El Presidente tiene poco margen para evitarlo. Ni siquiera para disimularlo.