EL PAíS › LA POLICIA IMPIDIO QUE LA MARCHA MULTISECTORIAL INGRESARA A LA PLAZA DE MAYO
Nadie pudo meter las patas en la fuente
Una muralla de federales frenó a la columna de trabajadores, piqueteros, docentes y estudiantes universitarios en la 9 de Julio y Avenida de Mayo. Hubo momentos de tensión y algunas corridas, pero finalmente no se produjeron incidentes. El Gobierno argumentó que no los dejó pasar por temor a que se produjese un acampe en la plaza.
Por Laura Vales
Con un impresionante despliegue policial, el Gobierno impidió que una marcha de trabajadores, universitarios, piqueteros y partidos de izquierda manifestara en la Plaza de Mayo. El operativo convirtió durante toda la tarde y hasta entrada la noche al centro de la ciudad en un espacio vallado: miles de efectivos de la Federal se apostaron en el centro, respaldados por camiones hidrantes y tendieron un cordón que frenó a los manifestantes a la altura de la avenida 9 de Julio. De modo que la movilización, que quedó cara a cara con la policía, después de forcejear y atravesar momentos de tensión debió usar una esquina cualquiera para leer sus reclamos: un salario mínimo de 1800 pesos, la universalización de los subsidios de desempleo y la libertad de los presos de la Legislatura.
El Ministerio del Interior no dio a conocer datos oficiales sobre la cantidad de policías que hubo en la calle. El dispositivo mantuvo el estilo de los de la semana pasada: consistió en saturar la zona con uniformados. Las estaciones de subte cercanas a la Casa Rosada fueron cerradas desde temprano por orden policial, mientras desde la Plaza de Mayo para el lado de la 9 de Julio se instalaba una sucesión de vallas metálicas y un helicóptero sobrevolaba la zona. A las seis de la tarde, cuando los oficinistas de las manzanas cercanas al Cabildo salieron de sus trabajos, se encontraron con las cuadras inundadas por los cascos azules y los chalecos naranjas de la policía. Había camiones, celulares de la infantería, hidrantes y el cuerpo de bomberos.
A ocho cuadras allí, en la Plaza del Congreso, los manifestantes que comenzaban a reunirse seguían las novedades por las pantallas de televisión y la radio. La convocatoria tuvo el título de marcha multisectorial; reunió al personal no médico del Garrahan, que ayer terminaba otro paro de 48 horas en reclamo de un básico equivalente a la canasta familiar y salió con una columna desde el hospital (ver aparte). Había otros sectores de la salud, como los médicos del Hospital Posadas y numerosas delegaciones gremiales. Hubo docentes y estudiantes universitarios, todas las organizaciones piqueteras opositoras y casi todos los partidos de izquierda.
La consigna de la movilización buscó expresar ese carácter múltiple, bajo la frase “por la salud, la educación y el trabajo”. “¿Por qué vino?”, preguntó Página/12 en la columna de los docentes a Viviana Asmilán, una adjunta de diseño gráfico de la facultad de Arquitectura. “En respaldo a los enfermeros del Garrahan”, dijo la profesora mientras sacaba de la cartera un papel arrugado. Era un recibo de sueldo de 320 pesos: “Y además por esto”. Con 17 años de antigüedad en su cargo, contó, cobra trescientos veinte pesos por mes. La semana pasada su gremio, la Conadu Histórica, rechazó un ofrecimiento salarial del Ministerio de Educación por considerarlo insuficiente. El sindicato protesta porque la mayor parte de sus salarios está integrada por items “en negro, no incorporados al básico”, señaló la profesora. A su lado Estela Fernández, docente de filosofía, también quiso mostrar su sueldo: eran 390 pesos.
Los docentes se ubicaron, junto con los enfermeros, en la cabecera de la marcha y por eso fueron los primeros en ver el operativo que les impediría pasar a la plaza. Había también en los primeros metros de la marcha un grupo de padres de pacientes del Garrahan, como Mariana Talone, mamá de Iván. “Mi chico está vivo porque hubo enfermeros que se quedaron las 24 horas al lado de él, cuidándolo”, dijo para contar por qué había ido al reclamo.
Cuando en Avenida de Mayo y la 9 de Julio la cabecera de la marcha se topó con la policía, hubo una negociación frustrada para pasar, seguida de una hora de forcejeos y tensión. La Federal mantuvo en la primera línea a una fila de personal sin armas. Había un camión hidrante detrás de ese cordón de efectivos de chalecos naranja; los manifestantes empujaron tratando de cruzar y el camión aceleró el motor e hizo movimientos que parecieron deapresto. Los manifestantes, sin embargo, insistieron y entonces los efectivos desarmados de la primera fila fueron reemplazados por infantes con casco y bastones. Siguió un momento de mucha tensión, porque ante nuevos forcejeos los policías tiraron un aerosol lacrimógeno. Los manifestantes ubicados adelante corrieron, los que estaban detrás gritaron y tres cuadras atrás la gente que esperaba sin poder ver pasó un momento de pánico, con corridas y empujones. La columna se extendía entonces por Avenida de Mayo desde la 9 de Julio al Congreso. La policía estimó que hubo 4000 personas, mientras que las organizaciones hablaron de 20 mil.
El Gobierno dio a conocer, a través de voceros, su evaluación de la jornada. “Destacamos que el operativo se hizo sin violencia. La policía se mantuvo en su posición y no reaccionó ante algunas provocaciones que ocurrieron, de estudiantes y sectores de izquierda. Esto para nosotros fue muy importante”, dijeron en el Ministerio del Interior. Hubo también una breve argumentación sobre por qué se prohibía entrar a la plaza: “Tenemos el antecedente de organizaciones piqueteras que no garantizan que no vayan a acampar”.
Tras el incidente, los dirigentes de las organizaciones convocantes evaluaron que era peligroso insistir y la marcha se alejó por la 9 de Julio. Rodeó al Obelisco y siguió por la avenida Corrientes; mientras avanzaban por hacia la avenida Callao, se volvió a cantar, por primera vez durante la jornada, “que se vayan todos”.
No hubo actos ni discursos. Desde un camión con parlantes, una enfermera leyó las reivindicaciones de la movilización: “Por el aumento de los subsidios de empleo a 350 pesos, la universalización de los planes, un salario mínimo equivalente a la canasta familiar, fondos para crear trabajo genuino, presupuesto para la salud y la educación, y la libertad de los presos políticos, los de Santa Cruz y los de la Legislatura”, leyó subida al acoplado. Luego la gente se desconcentró. Cuando los últimos manifestantes se iban del lugar, el helicóptero todavía sobrevolaba la avenida.