EL PAíS › EL ESPIONAJE EN PUNTA ARENAS
“Fue una orden”
Por primera vez habló en público un oficial retirado del ejército chileno, Rodrigo Acuña, que participó en la operación de espionaje al cónsul de Punta Arenas el 9 de noviembre de 2003. Los espías fueron descubiertos por el vicecónsul José Basbús, cuando chocaron contra su coche, y se generó un conflicto diplomático entre la Argentina y Chile. “Fue una orden. No planeé solo la operación, era parte de mi trabajo en el Destacamento 2 de Punta Arenas”, afirmó Acuña, tras su destitución por una corte marcial y su condena a dos meses de arresto. “Fue una labor de contrainteligencia, para neutralizar labores de inteligencia que, según se me dijo, el vicecónsul estaba realizando en contra de mi país”, sostuvo.
“Ni en mis peores sueños pensé que iba a ser tratado así por mi propio ejército”, se quejó Acuña, que sostuvo que lo abandonaron frente a las acusaciones de espionaje. “No es espionaje, es inteligencia. Sabía que me tenía que ir, pero me están procesando como a un delincuente y eso no lo voy a aguantar”, aseguró. Acuña era parte de la Región Militar Austral (RMA), cuyo jefe, Waldo Zauritz, debió renunciar. La RMA dependía del Ministerio de Defensa, por lo que se especuló con que la maniobra fue para perjudicar a la ministra Michelle Bachelet, actual candidata a presidente. “No lo descarto, pudo ser para desestabilizar su futura carrera presidencial. Jamás fui parte, sino un medio utilizado”, dijo Acuña.